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Copa del Rey: La Real Sociedad espera rival en la final

Un gol de Oyarzabal de penalti le dio la victoria ante el Mirandés (0-1) y el pase a la final. La Real vuelve a una final 32 años después

MIRANDÉS - REAL SOCIEDAD
Los jugadores de la Real Sociedad Aritz Elustondo (i) e Igor Zubeldia (c), luchan con Antonio Sánchez (d), del Mirandés. EFE/Santi OteroSanti OteroEFE

Anduva es el refugio donde el Mirandés ha construido su camino en la Copa. pero no fue suficiente para derrotar a la Real. Un penalti que marcó Oyarzabal con su típico salto antes del golpeo mandó al equipo txuri-urdin a la final de la Copa. Un lugar al que no ha vuelto desde el año 88, cuando el Barcelona de Luis Aragonés lo derrotó en la final.

Era el Barcelona del Motín del Hesperia y la Real de Arconada. Sólo dos jugadores de la actual plantilla habían nacido entonces, Nacho Monreal, que estaba sobre el campo y David Zurutuza. No tenían edad para andar ni para hablar. Muchos menos podrán acordarse de aquella final en Zaragoza ganada al Atlético del recién elegido presidente Jesús Gil. Sólo el entrenador, Imanol, que llegó pocos años después al primer equipo, tiene recuerdos de aquello.

La Real trata de construir paso a paso una memoria de éxitos recientes para esos que viven como leyendas las Ligas de Ormaetxea.

Oyarzabal es el líder del equipo, el capitán y el ejemplo. El que tira del equipo, aunque cada vez se suman más futbolistas. Isak ha sido el protagonista de la Real en el torneo, pero en Miranda fue Januzaj el que llevaba el peligro. El belga de nacionalidades múltiples se ha subido al carro de los futbolistas útiles para Imanol después de estar más pendiente de salir del club que de otra cosa durante el mercado de invierno. Y se ha hecho presente en el equipo de manera activa.

Januzaj tuvo ocasiones para convertir el dominio de su equipo en más goles. Partiendo desde la derecha busca la diagonal para el disparo. No tuvo éxito, pero sí mucha insistencia.

El Mirandés tenía más ganas que precisión y buscó un gol que le dejara al menos la ilusión de no perder en su despedida en casa de la Copa hasta el final. No tenía precisión para elaborar el juego, pero tenía toda la ilusión.

Es eso lo que ha llevado hasta las semifinales después de eliminar a tres equipos de Primera. El Celta, el Sevilla y el Villarreal cayeron en Anduva. Pero la ilusión del Mirandés y de Miranda llegó hasta la orilla, igual que sucedió en su primer intento hace años con Pablo Infante al mando.

La ilusión de la Real era, al menos, tan grande como la del Mirandés. Pero su potencial futbolístico es muy superior. Ni siquiera la precisión de Merquelanz a balón parado acercó al equipo de Segunda a la hazaña. Cada pelota quieta que ataca el zurdo cedido por la Real es un problema para cualquier defensa. Pero nada era suficiente para el Mirandés.

Isak estuvo a punto de agrandar su cuenta de goles en la Copa –nadie ha marcado más que él–, pero la jugada que resolvió de manera tranquila y efectiva picando la pelota por encima de Limones terminó anulada por el árbitro y por el VAR. Era una revisión rutinaria, pero necesaria para asegurar. Nada iba a cambiar ya el destino de los dos equipos. El reloj ya marcaba el tiempo añadido y la cuenta de años sin pisar una final se para en 32.

La Real espera ahora rival, pero tiene ya parte del trabajo hecho. No es el objetivo, pero el equipo donostiarra estará la próxima temporada en la Supercopa. Un aliciente más para no convertir al finalista en un casi sin premio. La Cartuja ya sabe quién será su primer inquilino en la final.