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El futbolista que pasó 73 días en un aeropuerto: “Pensé que iba a morir”

La epidemia del COVID-19 obligó al jugador ghanés Randy Juan Muller a vivir en el aeropuerto de Bombay.

Randy Juan Muller, señalado con un círculo.
Randy Juan Muller, señalado con un círculo.internet

El ghanés Randy Juan Muller, jugador de fútbol 7 en Kerala (India), ha vivido la experiencia más traumática de su vida. A mediados de marzo se desplazó hasta Bombay, capital del estado de Maharastra, para tomar un vuelo que le llevara de vuelta a su país. No pudo subirse a un avión y desde entonces ha vivido atrapado en la terminal del aeropuerto en plena epidemia del COVID-19.

Cuando llegó al aeropuerto, Muller se enteró de que habían prohibido los vuelos internacionales por la pandemia. Solo y con apenas 1.000 rupias (11 euros) en el bolsillo comenzó su peor pesadilla.

La terminal fue su casa hasta que hace unos días el ministro de Maharastra, Aaditya Thackeray, y la embajada de Ghana intervinieron en su ayuda y Muller fue trasladado a un hotel. “Prometieron meterme en el primer vuelo de vuelta a casa. El hogar está más cerca ahora”, declaró a The Indian Express.

El primer día que se vio solo y desamparado, Muller pensó que iba “a morir”. “Me despertó un policía y me pidió que saliera del aeropuerto. No pude regresar a Kerala, porque los trenes fueron cancelados, y no pude ir a un hotel porque no tenía dinero. Pensé, bueno, voy a morir aquí", recordó.

Buscó un sitio en el que guarecerse y se acomodó en un “rincón limpio”, en un lugar donde la policía no podía verlo fácilmente. Entonces ni siquiera intuía que ese sería su hogar durante más de dos meses y medio: “Ahora siento que es uno de los lugares más hermosos en los que he dormido. La brisa, las estrellas y la gente amable”.

El ciclón Nisarga le obligó a abandonar su refugio la pasada semana y la policía lo llevó a sus oficinas. Para entonces, su relación con los policías del aeropuerto se había intensificado: “Solíamos ver películas en hindi por teléfono. Solía ​​contarles historias de Ghana y mi ciudad natal, que está a unas pocas horas de Accra. Terminamos pasando horas hablando de política, deporte y religión. Incluso me compraron un teléfono móvil cuando el mío se estropeó”.

Estar desconectado de su familia durante unos 20 días fue “traumático”: "Cuando finalmente los llamé, me dijeron que pensaban que estaba muerto. La alegría que sentí en sus voces me revitalizó. Me dije a mí mismo que viviría para volver a verlos”.

“Siempre había alguien que me daba comida: roti, galletas, un refresco”, contó en The Indian Express. Más complicado fue lavar la ropa: “Tuve que usar la misma ropa durante semanas. Luego la ponía al sol y rociaba con un poco de perfume para que no apestaran".

Lo más duro en todo este tiempo fue la soledad: “La misma rutina, caras, alrededores... casi me volvió loco". Pese a todo, piensa regresar: “Si Dios quiere, volveré a Kerala”.