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El Barcelona vence en Vigo con diez jugadores (0-3)

Marcó Ansu Fati, Lenglet fue expulsado justo antes del descanso y Olaza, al volver de los vestuarios, hizo el segundo tanto en propia puerta. Al final Sergi Roberto hizo el tercero

Los jugadores del Barcelona celebran el gol de Ansu Fati
Los jugadores del Barcelona celebran el gol de Ansu FatiMIGUEL VIDALREUTERS

Los últimos años parecía que no había manera de que el Barcelona ganara en Vigo, su campo maldito, pero este Barça de Koeman, Ansu Fati y Messi sí lo consiguió, pese a que las condiciones no eran las mejores. Primero por el día que salió, lluvia, viento, incomodidad continua. Pero eso es para los dos. Y, sobre todo, por la expulsión de Lenglet al filo del descanso, lo que obligó a los azulgrana a jugar toda la segunda parte con un futbolista menos. Una labor para un grupo que tiene que estar unido y superar esa prueba puede ayudar en ese sentido, y para recargar la moral de una plantilla tocada por lo sucedido en la pasada Champions y en agosto en general.

Ansu Fati sigue en pleno estado de euforia. Koeman volvió a apostar por él, ahora es fácil después de la exhibición que dio ante el Villarreal, y en diez minutos ya se hizo notar en el partido, y de qué manera, porque su tercer gol en dos partidos tuvo de todo. El control orientado es fantástico y el remate con la puntera-exterior, un gran recurso porque se le echaban encima. Adelantó el joven de 17 años a un Barça al que le estaba costando. Y todo porque el Celta tenía claro lo que quería: impedir la circulación del balón desde el arranque de las jugadas, sin importar el riesgo. Saben los vigueses cómo incordiar a su rival y lo llevan demostrando los últimos años. Presionó arriba el conjunto de Óscar y lo hizo bien, con alguna recuperación interesante, pero le faltó último pase, afinar en la zona de creación, pese a la presencia del siempre peligroso Iago Aspas y de Veiga, protagonista de varias acciones en el área. Cuando Iago filtró bien el pase, Piqué vio una roja interruptus. Hubo falta, pero antes fuera de juego, por eso se libró. En lo que no hubo marcha atrás fue en la expulsión de Lenglet por dos amarillas al filo del descanso, lo que marcó la segunda parte y limitó a un Barcelona que continuó con las buenas sensaciones. También le faltó crear más peligro en ese primer acto, pero el equipo está convencido de ir en bloque a recuperar la pelota después de perderla y parece con una marcha más que los últimos años. Movió el balón rápido por momentos y continuó con esa idea de que Messi no sea lo único.

La expulsión obligó a un esfuerzo extra y Griezmann fue el sacrificado de Koeman para recomponer la defensa. El francés sigue buscando su sitio. Lejos de verse afectado, el Barcelona comenzó la segunda mitad con convencimientovalentía y Messi no tardó en encontrar puerta. Bueno, en realidad el gol no le cuenta a él, pero lo celebró como si así fuera, y no es para menos porque su jugada en el área la terminó metiendo en su propia portería Olaza. Y después de eso llegó la oportunidad de Coutinho, que después tiraría al palo, y el tanto anulado a Leo, por fuera de juego que el VAR tuvo que mirar con mucho cuidado. Sí centró más las operaciones el «10» en este arranque, todo pasó más por él, pero no sentenció su equipo y, claro, le tocó sufrir.

Movió Óscar a su banquillo y con Nolito consiguió ser más peligroso, aunque con demasiados centros desde los laterales. Eso no fue mucho problema para Araujo y Piqué, pero sí los regates del nuevo atacante, y el remate cerca del palo. Aunque para cerca, el tiro al larguero de Baeza, que le hubiera metido en el partido de todas todas. Le faltó ese gol al Celta para los últimos quince minutos hubieran podido hacer dudar al Barcelona.

La respuesta de Koeman fue sacar a jugadores rápidos como Trincao o Pedri, para aprovechar los espacios que dejaba un oponente lanzado. Lo pudieron hacer en un par de contras en las que no estuvo fino ni Messi, que a veces también se equivoca. Ya estaba muy metido atrás el Barcelona, que en líneas generales defendió bien, con orden y solidaridad, con mucho trabajo de futbolistas como Busquets o De Jong y una gran labor de Neto, que está haciendo que nadie se acuerde demasiado de que Ter Stegen está lesionado. Era un día peligroso para los porteros por aquello de la lluvia y el viento. El tanto final de Sergi Roberto llegó ya cerca del pitido final.

Sacó buena nota el Barça en la terapia de grupo en la que se convirtió el encuentro en la segunda mitad. La maldición de Balaídos se terminó y ahora llega un rival todavía más exigente: el Sevilla.