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El Real Madrid se agarra a la vida (2-2)

Karim Benzema y Casemiro remontan al final para salvar a los blancos ante el Borussia Mönchengladbach. Punto importantísimo

El gol de Casemiro que dio el empate al Real Madrid
El gol de Casemiro que dio el empate al Real MadridMartin MeissnerAgencia AP

Un día ganas al Barcelona en su campo y otro día y estás al borde del abismo en la Champions. Eso es este Real Madrid, una promesa de emociones fuertes, de resultados extraños, ilusionantes, decepcionantes o inexplicables. Ayer se fue al descanso con un gol en contra, pese a que estaba haciendo un partido solvente, estuvo después medio muerto hasta el final del partido y reaccionó a cabezazos, con Varane y Sergio Ramos de delanteros centros, con Jovic mirando desde el banquillo, con Casemiro rescatando un balón que se iba fuera para que marcarse Benzema y con el mismo Casemiro marcando para darle la vida en la Champions.

Estaba casi echando ya cuentas de qué hacer y cómo, de si intentar jugar o no la Europa League hasta que decidió echar el último aliento, dejarse la última vida que tenía, porque ya sabemos todos que Zidane siempre está a un paso del despido o la muerte y casi siempre se rehace. Lo hizo de nuevo en Alemania, con el agua al cuello, los cuchillos esperando. Y que esperen.

Hay vida.

No da para aburrirse este equipo ni para días tranquilos o aburridos. Todo es extremo y cualquier se atreve a decir no sólo qué puede pasar en la Champions, sino qué puede suceder el próximo sábado contra el Huesca.

¿Fue malo el partido del Madrid? Para nada el peor y tuvo momentos en los que el equipo dio una buena imagen, minutos dominantes. Pero es que con ese juego no remata, no rompe y tuvo que ser al final, a la vieja usanza, como las remontadas heroicas de los años 80 también contra este Borussia, con Santillana llegando a un barullo para meter el gol que daba el pase a un Madrid enfebrecido. Así acabó ayer el de Zidane. Jugó hasta muy bien en la primera parte y se fue con un gol en contra. Fue peor durante muchos minutos de la segunda y llegó al 86 con otro gol en contra. Y acabó empatando.

El Borussia revivió fantasmas pasadas. El hijo de Thuram ya estaba en el campo para ver cómo sus compañeros no sabían aguantar la tensión y dejaban pasar una oportunidad de oro y puede que irrepetible de ganar al Real Madrid. Los alemanes hicieron a la perfección su papel durante 86 minutos. Aguantaron atrás, cuando eran ampliamente dominados y salieron como aviones cuando pudieron. Es su fútbol y lo hacen a la perfección. El Madrid, que se creía fuerte por su dominio del balón y de lo espacios durante la primera parte, se vio sorprendido y se sintió débil tras el primer gol. Y tuvo un miedo terrible tras el segundo. A los de Zidane les costaba un mundo hacer ocasiones, a los alemanes, nada. Corrían, llegaban y remataban. Dos goles. El silencio del campo no daba la medida de la tragedia que vivió el Madrid durante muchos minutos.

Y eso que empezó casi mejor que nunca. La sorpresa de Zidane fue que no hubo sorpresas en su alineación, como si el entrenador francés ya hubiera encontrado un once, o casi. Porque el lateral derecho fue Lucas Vázquez en vez de Carvajal y en la izquierda estaba Vinicius, mientras Hazard esperaba su oportunidad en el banquillo. Como si el partido en el Camp Nou hubiese sido la señal defintiva para el entrenador francés de que ha llegado la hora de terminar con las pruebas y ponerse serio.

Y tuvo buena cara el Real Madrid, con la pelota y con calma. Aunque había mucho en juego porque la derrota en el primer encuentro contra el Shakthar dolió mucho. Fue un Madrid más sereno, con Valverde desplegándose por todos lados: llega al área y enseguida se le ve corriendo para atrásr para robar la pelota a un rival. Es un futbolista incansable y necesario en el conjunto de Zidane, que le ha elegido por delante de Modric. El Madrid controlaba, pero, ay, no marcaba y tampoco llegaba con claridad. Le falta cambiar de ritmo, jugar a otra velocidad cerca del área rival. Lo intentó Asensio, que tuvo minutos brillantes y dio señales para la esperanza, como si el jugador que todos esperan, ése que rompió todos los moldes hace tres año, estuviera ahí escondido, en potencia, a un paso de volver a ser el que era. Una jugada en carrera y una predisposición para jugar, para pedir siempre la pelota.

No fue suficiente para el Real Madrid. Vinicius, como sucedió en Barcelona, volvió a penar por la banda, sin posibilidad para correr, como si el ataque en estático fuese un problema. Ni Kroos ni él acabaron. Los cambios de Zidane, con dos goles en contra y ya mediada la segunda mitad dieron otro aire. Modric dio las luces, Hazard alegría. Y la memoria de aquellas remontadas a lo bestia salvó al Madrid.