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El Pibe de Oro

¿De qué planeta viniste?

Asombró al mundo en México’86, pero el mito nació en Argentinos, donde debutó con 15 años, una etapa de la que sólo queda el recuerdo de los que lo vieron

Diego Maradona, en el momento de regatear a Peter Shilton y marcar el mejor gol de la historia, a los ingleses en México 86
Diego Maradona, en el momento de regatear a Peter Shilton y marcar el mejor gol de la historia, a los ingleses en México 86larazonAgencia AP

«Lo mejor de Maradona no se ha visto», repiten con una sonrisa burlona en la cara aquellos afortunados que vieron el origen del mito en La Paternal. Son conscientes de que forman parte de una especie única, a la que envidian el resto de aficionados que tuvieron que esperar a que llegara a Boca Juniors para que sus goles y jugadas quedaran registradas en imágenes. Pero del primer Diego en Argentinos Juniors no hay archivo y cuentan que lo más espectacular del Pelusa quedó sólo en las retinas de los que vieron su ascenso desde que, siendo un chaval, amenizaba los descansos del primer equipo haciendo «jueguitos» con el balón.

Que se quede el niño

José Pekerman era uno de los futbolistas profesionales que recibía el abucheo de la grada cuando regresaban del vestuario. La afición quería que el niño se quedase haciendo malabares imposibles. En ese mismo estadio, que ahora lleva su nombre, debutó Maradona con sólo 15 años, en octubre de 1976. De aquel día, como cuenta el periodista Diego Borinsky en el Informe Robinson «Los años felices», sólo hay una foto. La del primer balón que tocó, para hacer un caño a un rival. Nada más. El estadio estaba lleno para ver al fenómeno ante Talleres, pero hay tantos que presumen de haber estado aquella tarde en La Paternal, que es imposible que todos digan la verdad. En aquel caño arrancó todo lo que acabó ayer con su fallecimiento. Que, por supuesto, causó tanto revuelo como cada cosa que hizo desde que salió de Villa Fiorito para pasar de niño pobre a mejor futbolista de la historia.

Sólo quería jugar a la pelota

Algunos compañeros de cantera, que jugaron con el en Los Cebollitas, no pudieron volver a verlo ni hablar con él nunca jamás. La fama lo aisló de tal manera que en Nápoles tenía que ir a comprar con su esposa cuando los centros comerciales estaban cerrados. Hacerlo en el horario de apertura sólo podía acabar en una avalancha. En un homenaje en Argentina, ya retirado, contactó con la mirada a un amigo entre la multitud, pero no había forma de que lo dejaran para ir a saludarlo. Al pasar junto a él, mientras lo llevaban de un lado a otro, le dijo con cara de resignación: «Si yo sólo quería jugar a la pelota». Y eso hizo allá por donde fue, desde un picado en el potrero embarrado a las Copas del Mundo, donde firmó el mejor gol que jamás se haya podido marcar. El del «Barrilete Cósmico» que contó Víctor Hugo Morales. Aquella «recorrida memorable», en la que al narrador le pareció un extraterrestre. «¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés? Genio, genio, ta, ta, ta... gol. Diegol»...

La jugada de todos los tiempos

... «Quiero llorar, gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas y por este Argentina, 2-Inglaterra, 0», terminaba el locutor ya sin respiración. Y es que Diego acababa de hacer el gol del Siglo en el Estadio Azteca que luego cantó Calamaro, en los cuartos de final del Mundial de 1986. Arrancando desde su propio campo y derribando ingleses hasta llegar ante Peter Shilton. En vez de chutar se acordó de que en un partido anterior había estrellado el remate contra el portero y uno de sus hermanos le había regañado. Así que en ese momento decidió regatearlo también y marcar a puerta vacía. Un gol que de alguna manera servía para compensar el 1-0, el famoso de la mano de Dios, un gol ilegal. Pero a cambio, otro imposible por si había dudas de quién debía pasar a la siguiente fase.

Una revancha contra Inglaterra por lo de las Malvinas y también para Diego, que ocho años antes se había quedado fuera en el último momento de la convocatoria para la Copa del Mundo de Argentina en el 78, y que no pudo reinar en España 82. Lo de que Menotti lo dejase fuera del Mundial de su país sólo por ser joven le sirvió como estímulo para no detenerse hasta reinar con la diez albiceleste. Eso que tanto se le reprocha a Messi no haber podido hacer todavía y que sirve como argumento a los que ven al Pelusa por encima de la Pulga.

Aquel Maradona pletórico de México 86 lo vio todo el mundo, lo mismo que el de Nápoles. También hay mucho de su paso por Boca Juniors, donde también fue ídolo. Pero antes de 1981 hay muy poco registrado de lo que hizo. «El mundo se perdió a Maradona hasta que fue a Boca», decían sus compañeros de entonces en «Informe Robinson». Y así lo confirman los que vieron sus detalles en entrenamientos y partidos. Tan increíbles que aplaudían hasta los árbitros.