Fútbol

El Real Madrid no para y vence al Athletic Club (3-1)

Tras su semana fantástica, supera un partido áspero en el que jugó con superioridad por la expulsión de Raúl García a los trece minutos. Doblete de Benzema

Karim Benzema celebra su doblete al Athletic Club
Karim Benzema celebra su doblete al Athletic ClubAFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

Hay partidos que se ponen cuesta arriba o se hacen bola, pese a que da la impresión de que todo está a favor. Le pasó al Madrid contra el Athletic: tuvo un jugador más durante casi todo el choque y estuvo cerca de llevarse un pequeño disgusto. Lo resolvió Benzema de cabeza, un recurso habitual de este nuevo Real Madrid en tiempos de emergencia. Se ha convertido en un rematador nato, pese a que no es, para nada, su característica principal. Pero de cabeza derrotó al Borussia en un día trascendental y de cabeza (antes de marcar otro al final) pudo con el ordenado y aguerrido Athletic. También de cabeza metió Casemiro el primer tanto al Atlético. Podemos seguir diciendo que Zidane no trabaja, que es un alineador, un gestor de egos y esas cosas que repetimos, a veces sólo por inercia. Pero está claro que hay un trabajo atrás y las últimas victorias del Real Madrid están llenas de pruebas.

Había trampa en el partido contra el Athletic. Llegaba después de tres choques intensos, donde se jugó el futuro el equipo blanco y existía la posibilidad de relajación o dejarse ir. Está claro que los jugadores arrastran mucho estrés competitivo y un gran esfuerzo físico. Y más ahora que Zidane ha decidido que se olvida de las rotaciones para fiarse de un grupo de jugadores que son los que mejor resultado le han dado. Así, hasta sorprendió la entrada de Isco, que no había tenido minutos en los encuentros anteriores y que contra el Athletic sustituyó a Valverde cuando el Real Madrid necesitaba marcar el segundo tanto.

Antes, en el once, no hubo sorpresa ninguna. Faltaba Casemiro por sanción y Zidane dio paso a Valverde, lo lógico. Jugó en una posición extraña el uruguayo, algo indefinida, como si fuera un mediapunta, pero no tiene cualidades para ello. Le falta aún ritmo competitivo y le costó.

Le costó todo al Madrid, que pronto se vio con un partido de trabajo e insistencia. Puede que fuese así a priori o puede que el Athletic adoptase ese plan tras la expulsión de Raúl García. Pocos jugadores se motivan tanto cuando se enfrentan al conjunto blanco y motivarse significa, en este caso, hacerse el tipo duro en el campo, buscar los golpes y las faltas atemorizadores. Se le han visto múltiples encuentros así contra el Real Madrid y el plan le solía salir bien. Iba a la guerra, antes que al fútbol y algunos le jaleaban. Pero de repente, en Valdebebas, descubrió que hay límites. Hizo tres faltas muy duras. Dos de ellas a Kroos. Vio una amarilla y pensó, pues otras veces había pasado, que podía seguir tensando la cuerda. Pero esta vez no.

Con uno menos, el Athletic se echó atrás sin disimulo, muy ordenado en dos líneas de cuatro y cerrando cualquier paso. El Madrid tuvo una posesión por encima del 70 por ciento, pero todo le costó una barbaridad. Buscaba centros al área, el revoloteo de Vinicius o los tiros lejanos, aunque sin ritmo. No era el equipo de días pasados y no encontraba la llave. El Athletic dependía de Williams, pero su prioridad era jugar al desgaste y con las prisas o las urgencias que el tiempo fuese creando en los de Zidane.

El gol de Kroos, tras una buena recepción y pase atrás de Vinicius, llegó cuando menos lo quería el equipo de Garitano: al borde del descanso, ese momento tan psicológicamente importante. Kroos había intentado guiar a los suyos y poco a poco iban comiendo terreno. Estuvo cerca Valverde y más cerca Vinicius, a un palmo de Unai Simón, pero fue el alemán, de primeras y desde lejos quien marcó.

El gol, sin embargo, afectó más al Real Madrid que al Athletic. Dio la impresión de que los de Zidane pensaron que ya estaba todo hecho, que así cerraban cuatro partidos con victoria y podían respirar un poco antes de enfrentarse el domingo al Eibar. Era lógico: un gol de ventaja, un rival con uno menos...

Pero Capa despertó al Athletic. Nunca se rindió el equipo vasco. Ni con uno menos ni con un gol en contra ni cuando marcó Benzema tras la jugada ensayada en un saque de esquina, el único modo de abrir, de nuevo, el muro rojiblanco. Frente a un día espeso, lo mecánico. Ni siquiera así se durmió el león rival. Tuvo su ocasión en la penúltima jugada. En la última, marcó de nuevo Karim Benzema.