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Fútbol

El Real Madrid vuelve a las andadas contra el Elche (1-1)

Modric marcó de cabeza, tras un tiro al larguero de Asensio. Fidel igualó de penalti

Casemiro disputa el balón ante el defensa del Elche, Gonzalo Verdú, durante el Elche - Real Madrid
Casemiro disputa el balón ante el defensa del Elche, Gonzalo Verdú, durante el Elche - Real MadridRamónEFE

Seis jornadas después dejó de ganar el Real Madrid, el día más inesperado, contra un Elche ordenado, aunque con el paso de los minutos vio que podía ser ambicioso. Terminó el encuentro con una falta a su favor y obligando a lucirse a Courtois, mientras el Real Madrid ya había perdido todo criterio y jugaba desordenado, superado por un empate que no entraba en sus planes, pero al que le llevó, en parte su desidia, cuando tuvo el encuentro en su mano, con el balón, el marcador y todo el partido en el campo del rival. Lo vio tan sencillo, que se dejó ir. Después lo pagó y se le fueron dos puntos. No está LaLiga para regalar nada.

Pasó por todos los estados el Real Madrid contra el Elche, desde el dominio a la tranquilidad, después a la parsimonia excesiva para acabar el encuentro nervioso y agónico. Jugó rápido y luego lento y luego otra vez intentó jugar rápido. Se confío en exceso y después le llegaron con prisas. Quizá pensó con ventaja en el marcador y con un rival que no cambió de plan pese a las variaciones en el marcador que iba a ser un día sencillo y se lo podía tomar con calma y hacer eso que se llama descanso activo.

En el juego del Madrid las bandas fueron protagonistas absolutas. En la derecha, Carvajal y Lucas Vázquez, tan dinámicos como siempre; mientras que en la izquierda probó con Asensio y Marcelo, que fue perdiendo fuelle tras un comienzo inesperadamente optimista. El primero volvió a dejar uno de sus detalles decisivos con su espectacular cañonazo que fue al larguero y acabó rematando Modric de cabeza a la escuadra y el brasileño se fue apagando. Fue la gran sorpresa de la alineación de Zizou, que quería dar descanso a Mendy y también recuperar para el grupo a Marcelo. El brasileño puso ganas, un remate al larguero y su habitual esquema: mejor arriba que atrás. Sólo que hace apenas dos o tres años, en esa resta, ganaba por mucho lo de ataque; ahora, en el partido en Elche, el espacio que deja atrás supera a lo que aporta por delante.

El gol no le sentó bien al Madrid que se acomodó, mientras que el Elche actuó con la esperanza de que su oportunidad llegaría. Tiene un fútbol práctico, como todos los equipos de su nivel: una defensa cerrada y casi siempre esperando y un delantero Boye, que va a pelear todas las pelotas y va a hacer sufrir a los centrales rivales. Incluso cuando parecía un conjunto indefenso es que estaba esperando. Su oportunidad llegó en la segunda parte, en un penalti de Carvajal, que agarró a su rival sin saber disimular la tensión que mostraba la camiseta. En época del VAR esas jugadas son más peligrosas que antes. El Madrid reclamó un agarrón a Benzema en una intento de remate en la primera parte. Considera que no se midieron con el mismo rasero las dos jugadas.

El gol hizo espabilar al Real Madrid y puede que arrepentirse de lo que había sucedido antes, de esa calma, de ese dejarse llevar. Le entraron las prisas, pero ahora todo era mucho más complicado. El tanto había confirmado al Elche que su plan era el adecuado y en el conjunto de Zidane empezaban a pesar las piernas. Se vio por encima del rival durante el comienzo del encuentro y se veía más cerca del final con un rival que se sentía a su mismo nivel.

Tardó Zidane en hacer los cambio, algo que siempre es habitual, pero a veces lleva hasta la caricatura. Hizo jugar a Hazard, como había prometido el día antes y también dio paso a Valverde para dar oxígeno y a Vinícius porque el partido del Madrid ya se dirigía al desorden urgente en el que puede moverse tan bien el brasileño.

Más que fútbol fue un asunto ya de supervivencia, con Sergio Ramos de delantero centro y en realidad, muy pocas ocasiones de gol. La prisa hizo reaparecer al Madrid de hace seis jornadas, el que no tiene las ideas claras y juega un poco a lo que sale, a balones cruzados al área. Como si de un plumazo se le hubiese escapado la personalidad.