Fútbol

España-Grecia: (1-1): Un partido para olvidar

La selección de Luis Enrique tropieza con un rival menor en un encuentro insulso

Iñigo Martínez se queja después del penalti con Rodri lamentándose y Koke dando ánimos
Iñigo Martínez se queja después del penalti con Rodri lamentándose y Koke dando ánimosMiguel Ángel MolinaAgencia EFE

El disparo de Dani Olmo al larguero pareció funcionar como despertador para España. Había pasado media hora de partido y la Roja no se había enterado aún de que había empezado la fase de clasificación para el Mundial de Qatar. El ritmo era cansino y el encuentro, poco agradecido para la vista. Hasta que Olmo estrelló la pelota en el palo. El sonido activó a la selección que casi inmediatamente después marcó el primer gol del partido. Un gran pase de Koke lo recibió Morata en el pecho y remató sin dejarla caer. Un golazo que adelantaba a España.

El efecto no duró demasiado España dominaba la pelota sin esfuerzo y se dejó ir hasta que Grecia se encontró con un penalti por una imprudencia de Iñigo Martínez, que golpeó en la rodilla a un delantero griego y llevó al árbitro a señalar los once metros. Marcó Bakasetas, el capitán, y todo volvía a empezar.

España sentía que tenía que volver a empezar cuando ya estaba pensando en guardarse todo lo que pudiera para los dos siguientes partidos. Sergio Ramos se había marchado en el descanso para dejar paso a Iñigo, la señal de que el trabajo ya estaba medio hecho.

Pero el penalti del central del Athletic devolvió todo al comienzo. Hasta entonces Grecia sólo se había sentido capaz de conseguir algo a partir de los errores de España. Sergio Ramos regaló una pelota en el área que recuperó sin dificultad. Y Koke entregó otro balón con peligro al rival, que no supo qué hacer. No estaban preparados los griegos para marcar a España, pero no podían desperdiciar un regalo tan evidente como el penalti.

Era su primera oportunidad. Y nada cambió después en su actitud. La de España se modificó con la entrada de Pedri y especialmente con la de Bryan Gil. El futbolista del Eibar tiene una velocidad más que sus compañeros. Suyo fue el primer desborde del partido, era el primer futbolista que asumía un riesgo con la pelota.

La Roja era demasiado previsible y el invento de Luis Enrique de jugar con Marcos Llorente de lateral derecho no funcionaba. Al jugador del Atlético le faltaba espacio para correr y por delante tenía a Ferran Torres sin posibilidad de doblar por la banda. Grecia jugaba con nueve jugadores por delante de su portero y el movimiento de balón de la selección de Luis Enrique no era capaz de descolocarlos. Grecia sabía lo que tenía que hacer, aguantar y esperar a que España perdiera la paciencia. Como si su seleccionador, el holandés John Van’t Schip no se hubiera criado en el Ajax de Johan Cruyff.

Grecia no había molestado a Unai Simón, que repetía en la portería por cuarto partido consecutivo, pero España tampoco hizo trabajar a Vlachodimos, el guardameta griego. Koke era el único que lo había intentado. El jugador del Atlético había heredado de Sergio Ramos el brazalete de capitán tras el descanso y se lo entregó a Thiago después.

Una señal de la juventud de la selección. No por la edad de los jugadores –que ya hace ocho años que ganaron la Eurocopa sub’21 con Lopetegui en el banquillo–, sino por el tiempo que han estado fuera de la selección. Koke dejó de contar en seguida para Luis Enrique y a Thiago le han castigado demasiado las lesiones.

De nada servía que el seleccionador hubiera calcado prácticamente la alineación inicial que goleó a Alemania en noviembre. Sólo las ausencias forzosas de Sergi Roberto y Pau Torres le obligaron a cambiar el lateral derecho y el acompañante de Sergio Ramos. Pero el partido poco tuvo que ver con el último de la clasificación para la Liga de Naciones.

España recuperó viejos vicios, los pases horizontales que le daban el dominio improductivo en otros tiempos y la ausencia de gol que ha marcado los últimos tiempos. Los griegos celebraron el empate como si hubieran vuelto a ganar la Eurocopa.