La Liga

Real Madrid gana al Eibar (2-0): Listo para la guerra

Zidane hizo rotaciones, pero no las notó el equipo blanco, muy seguro y preparado para el Liverpool y el Barcelona. Marcaron Asensio y Benzema

Asensio celebra su gol en el Real Madrid-Eibar de LaLiga
Asensio celebra su gol en el Real Madrid-Eibar de LaLigaKiko HuescaEFE

A Zidane le encajan perfectamente las piezas en el momento más importante de la temporada. Se la juega el Madrid en los tres próximos encuentros contra el Liverpool y el Barcelona y a diferencia de otros tramos de este curso, el equipo llega confiado en lo que hace y en que es capaz de todo. Ganó al Eibar con seguridad, sin despistes y sin dejarse llevar por la indolencia que a veces le arrastra en días así, de preparación para las grandes guerras. Salió concentrado y lo estuvo todo el choque, pese a que el gol tardó más de lo debido en llegar y pese a los cambios de Zidane en el once. Pero es que las modificaciones ya no afectan al buen tono general. La presencia de Militao, Isco y Marcelo sorprendió. Después los tres hicieron un buen partido, suficiente para mantener al Madrid en la pelea de LaLiga y meter presión al Barcelona y al Atlético.

No fue tan sorprendente la titularidad de Asensio porque el delantero sale y entra del once. Delantero. No es una palabra al azar. Con el esquema de tres atrás, Zidane acaba el equipo con dos puntas y ahí, Asensio, cerca de Benzema pero, sobre todo, lejos de las bandas, tiene más dinamita. Cuanto más oportunidades tenga de probar su disparo mejor para él y para el Real Madrid en general. Metió el primer tanto del partido cuando la primera parte llegaba a su fin, pero antes el larguero y un fuera de juego al límite evitaron un gol que había buscado como nunca. Fue una pena que el taconazo que pasó por debajo de Dmotrovic fuese anulado después porque recordó mucho a una de las imágenes icónicas de la historia del Real Madrid: un taconazo de Di Stéfano casi idéntico, sólo que al futbolista que pone nombre al estadio donde ahora juega el Real Madrid sí le dieron el gol.

Con Asensio enchufado y con todo el equipo a un buen ritmo, el Eibar no supo oponer resistencia. Mendilibar se dejaba el alma y la garganta para ordenar a los suyos y sacaba de quicio a Bryan, que durante la primera parte le pillaba en su lado y que no pudo mostrar ninguno de sus virtudes, mareado por su entrenador y enfadado con el mundo. No jugó la segunda mitad. El equipo vasco es carácter y lo ha perdido. Estuvo ordenado, pero no ofreció nada más. Si el futuro del Real Madrid está lleno de promesas por cumplir, el del Eibar es mejor no planteárselo.

Hace unos meses, hacer daño al equipo que entrena Zidane era relativamente fácil, ahora exige un esfuerzo y un trabajo al que el Eibar no llega. La solución de tres centrales ha pasado de ser un alternativa a ser casi la primera opción, porque el francés ha visto que le funciona: los rivales no le llegan. Da igual que no esté Ramos, porque no se echa de menos al capitán, lo que no son buenas noticias para su apuesta por la renovación. Ahora falta por ver si el martes, contra el Liverpool, Zizou va a seguir apostando por tres hombres cerrando atrás: no está tan claro que su fe por Militao llegue a tanto.

La única tensión del partido fue cuánto tardaba en llegar el tanto. Modric dirigía desde el centro del campo y las pinceladas de Isco y el toque de Marcelo ayudaban. Ni siquiera tuvo que forzar la máquina el Madrid. Tuvo justo el partido que quería antes de esta semana.

Le sirvió a Zidane para dar descansos y minutos, para que las piezas sigan engrasadas. No fue titular Kroos, pero sí salió después para que se tomara un respiro Modric.No lo fueron Rodrygo ni Vinicius, pero saltaron al campo con tiempo para demostrar al entrenador que para el once de la Champions va a tener que contar con ellos.

Si Asensio pidió sitio con sus oportunidades y su gol, también lo hizo Vinicius con el pase a Benzema para que el francés marcase el segundo antes de ser cambiado y descansar también, mientras caía una tromba de agua sobre Madrid y Valdebebas.

Pasó la tormenta y quedó una tarde primaveral. Como el Madrid ahora.