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Messi sólo depende de sí mismo

Otro doblete del argentino mantiene vivo al Barcelona en la carrera por la Liga

Messi celebra con De Jong uno de los goles del Barça
Messi celebra con De Jong uno de los goles del BarçaEnric FontcubertaEFE

Después de la Copa, el astro quiere la Liga. El partido que cerraba la jornada intersemanal confirmó los peores barruntos para los equipos madrileños que pugnan con el Barcelona por el título liguero. Los catalanes, que dependen de sí mismos porque tienen un partido menos, cuentan con el arma diabólica de la motivación que presenta el mejor jugador del planeta, que anoche maltrató al Getafe del mismo modo que demolió al Athletic en la final de La Cartuja.

A los dos minutos, el diez ya había rozado el gol con un misil que botó en la raya tras estrellarse en el larguero y a los ocho, hizo diana. Busquets lo habilitó con un pase en profundida, aguantó el empellón de Djené, que no es cualquier empujón, y asestó un zurdazo cruzado que dobló las manos de David Soria. La réplica del Getafe fue inmediata y afortunada, ya que Lenglet introdujo en su propia puerta el centro de Cucurrella rematado sin dirección por Ángel. El central francés no está jugando tan mal esta temporada como que parece que atrae las desgracias, aunque para el caso es lo mismo.

Ese autogol, de todas formas fue una broma comparado con el que le devolvió la ventaja al Barcelona al filo de la media hora, una falta de comunicación impropia de la élite entre Soria, que salía a despejar, y Chakla, que no lo vio ni lo escuchó y quiso cedérsela adonde ya no estaba. Fue la jugada tonta de la temporada, un esperpento que antaño hubiera aparecido en «vídeos de primera».

Sin tiempo para que los azulones digirieran el disgusto, Messi dejó otra pequeña maravilla al regalar un doble remate espectacular, volea al palo y toquecito sutil para enhebrar el rebote, que ponía en las tablas dos goles de diferencia, suficientes como para que Ronald Koeman se sintiese tan relajado como para ponerse a dosificar minutos con vistas al duelo del domingo en el campo del Villarreal. Lo imitó Bordalás, que se juega media vida en Huesca y agotó los cambios hasta dejar un once apenas reconocible que, sin embargo, hizo pasar algunas penurias al Barcelona.

El partido había entrado en esa fase tonta en la que cualquiera puede marcar, e incluso puede que nadie marque, y el número premiado lo sacó Enes Unal. Pisó de manera imprudente Araujo en el área al turco, que transformó la pena máxima para ponerle un inesperado picante a la hora bruja. No puede reseñarse ninguna oportunidad del Getafe en el último cuarto del choque, pero el fantasma del Cádiz y su empate postrero revoloteó por el Nou Camp hasta que el pie izquierdo de Messi volvió a entrar en acción. Se acercaba el descuento cuando el argentino acarició un córner al primer palo, donde surgió Araujo para conectar el cabezazo con el que se resarcía de la jugada del 3-2. En la última jugada, Girezmann completó la manita de penalti.