Champions League
PSG-Real Madrid (1-0): Mbappé deja su tarjeta
Partidazo de la estrella francesa ante un equipo que sólo se resguardó atrás e intentó sobrevivir hasta el final, sin éxito
Antes se daban tarjetas de visita. Un modo de que te recordase tu interlocutor. Eso es lo que hizo Mbappé en París contra el Real Madrid. Un partidazo tremendo, el mejor de los suyos, el que marcó el gol cuando el Madrid pensaba ya que salía indemne de la tormenta. En la primera parte hubo una jugada en la que Carvajal intentó chocar con él y fue como cuando a Bud Spencer le pegaba un señor bajito en la espalda. Lo que transmite es puro pánico. Carvajal pasó una noche de perros, corriendo con la lengua fuera, llegando al límite o tarde, como en el penalti y con la sensación de que le había tocado un toro. Sin espacios para correr, Mbappé demostró que también tiene sus virtudes contra una defensa cerrada. Reacciona rápido, dispara antes de que el rival haya desenfundado y es algo más, bastante más, que un futbolista que corre a los espacios. Qué mala noticia para el Real Madrid en París, qué buena para el próximo verano.
En una de las primeras jugadas del partido, el francés recogió el balón en la mitad de su campo, cambió el ritmo y encendió la contra de su equipo. No acabó en nada, pero por si no lo tenía claro ya, el Madrid decidió que iba a permitir las menos contras posibles resguardándose atrás, con Militao como capitán general, llegando a todos los fuegos, Alaba como su mejor ayudante y con Courtois demostrando que es el mejor portero del mundo cuando hay que serlo. Era arriesgado, pero entre lo que empujaba el PSG y que el Madrid se sentía más seguro cerquita de su área que dejando espacios, le dio la pelota, el campo y casi ni un gol. Porque imposible resistir todo el partido así. Fue un Madrid sin aire para llegar a la portería de Donnarumma. Cuando los de Ancelotti tuvieron la pelota, las pocas veces que sucedió, intentaron posesiones largas, parar la intenta posesión del PSG. Sólo cuando el partido entraba en su recta final, tuvo más oportunidades de pisar el campo rival, pero es que en la primera mitad, el Madrid dio 85 pases en el campo rival; el PSG, 279. A veces las estadísticas son cifras pintorescas que no se sabe muy bien qué quieren contar. Otras, como en París, resumen, el partido. El resultado, por lo visto, no es lo peor. Porque es que el Madrid pudo llevarse una tunda.
El plan estaba claro: los laterales muy altos para ensanchar el campo y dejar espacios por dentro. Messi era el falso nuevo, porque es un centrocampista más que busca pases interiores una y otra vez. Para él trabajan Paredes y Verratti, que se marcaron un partidazo. Teóricamente inferiores al centro del campo del Madrid, se los comieron. Casemiro, que como Mendy vio una amarilla y no jugarán la vuelta (y es un drama), se pasó el partido haciendo coberturas. Modric y Kroos apenas pudieron elaborar nada, superados por la intensidad del PSG.
Ancelotti no se dejó ni una bala en el banquillo. La jerarquía del partido lo pedía y por eso dio la titularidad a Benzema. Si estaba recuperado o no, es algo que apenas se pudo comprobar porque el Madrid no llegó apenas hasta su zona. Le quería Carletto para tocar la pelota y ganar en el centro del campo, pero no hubo nada que tocar.
El plan del Madrid en días así, en los que no hace más que llover y se van gastando los paraguas, es buscar a Vinicius y que corra y haga al rival mirar hacia atrás. No hubo manera. Vini lo intentó, pero Achraf, bien secundado por Danilo, le tapó bien. Sin Vinicius, el Madrid no pudo salir de la oscuridad.
Se defendió bien el grupo de Ancelotti en la primera parte, cerrando los espacios y con Militao dirigiendo las operaciones. Pochettino no forzó a Neymar y dio la titularidad a Di María, un futbolista que encanta a todos los entrenadores porque su capacidad de sacrificio no va reñida con su clase. No acabó el partido porque salio Neymar, avisando de lo que va a ser la vuelta.
Si antes descanso, el dominio del PSG no se tradujo en oportunidades, en la segunda sí que tuvo más. Mucho más. Llegó con claridad y el Madrid sufrió minutos de desconcierto, sin saber muy bien dónde meterse ante el chaparrón y la falta de pelota. Y eso que el partido se abrió un pelín más, pero mientras el conjunto español estuvo muy lejos de marcar, el PSG empezó a sumar oportunidades: pelotas que se cruzaban, arrancadas de Mbappé y el penalti de Messi que salvó Courtois. Parecía que iba a valer. Mbappé no pensaba así.
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