Elecciones

Patricia García, del césped al trono del rugby en menos de dos meses

Jugó su último partido el 3 de junio y puede ser presidenta de la Federación Española de Rugby el 31 de julio

Patricia García aspira a la presidencia de la Federación Española de Rugby
Patricia García aspira a la presidencia de la Federación Española de Rugbyluis diazLa Razón

El currículum deportivo de Patricia García, recién retirada de la práctica del rugby a los 32 años, es del todo apabullante. Ningún español, hombres incluidos, ha tenido una carrera profesional tan llamativa con el balón ovalado, pues ha firmado contratos con equipos de Francia, Nueva Zelanda, Japón e Inglaterra. Medio de melé y medio de apertura dotada de un preciso juego al pie, ha disputado dos mundiales con la selección española, pero semejante hoja de servicios en la modalidad tradicional palidece ante su talento para el «seven», la especialidad olímpica, en la que lideró a España hasta el histórico estreno en Río de Janeiro.

Se escribe «estreno» en el sentido estricto del término, porque el primer partido de rugby 7 de la historia olímpica fue un Francia-España, a las once de la mañana del 6 de agosto de 2016 en el estadio Deodoro. Las francesas se impusieron por 24-7, pero todos los puntos españoles, un ensayo y su consiguiente transformación, fueron anotados por Patricia García, la «sweeper» (podría traducirse como líbero) de San Lorenzo del Escorial. En el «rugby seven», la española es una leyenda: nominada dos temporadas en el equipo ideal de las Series Mundiales, el principal circuito internacional, y líder de la selección nacional que logró durante la década pasada un cuarto puesto mundialista (Moscú 2013) y un quinto lugar (San Francisco 2018).

En febrero, contra Rusia, Patricia García disputó el último de sus 43 partidos como internacional y el 3 de junio, perdió con Exeter Chiefs la final de la Premier 15 inglesa, frente a Sarracens. Ahí se retiró, ya que su plan era hacerlo tras el próximo Mundial femenino, pero España se estrelló contra Escocia e Italia en la fase clasificatoria. Otra eliminación, en el preolímpico de 2019 en Kazán, significó su retirada del «seven». Sin embargo, el alejamiento de los terrenos de juego no ha significado el adiós al rugby. Al contrario, otro enorme campo se abre ante ella en unos días.

Mediada la legislatura, que termina tras los Juegos de París 2024, la Federación Española de Rugby vive días de zozobra. Su presidente, Alfonso Feijóo, ha dimitido tras confirmarse que España no jugará el Mundial de 2023 debido a los diez puntos que le fueron retirados tras incurrir en alineación indebida en dos partidos. De la Copa del Mundo de 2019, con la misma directiva al frente, la selección nacional se quedó fuera… ¡por idéntico motivo! La palabra «regeneración» se queda corta para definir qué necesita el rugby español en los despachos ahora mismo. ¿Soplo de aire fresco? Un huracán, más bien, que arrastre toneladas de basura que las alfombras ya no pueden esconder. Para eso, hace falta un valiente al mando. O una valiente, en este caso.

Patricia García, recién retirada, ha dado el paso. Pese a su juventud, no es una recién llegada a las altas instancias deportivas, pues es miembro del jurado que elige cada año al Príncipe de Asturias del ramo y cuenta con el beneplácito del Consejo Superior de Deportes. Entre otras cosas, seguramente, porque la igualdad es la gran asignatura pendiente de la política federativa, pues sólo una mujer preside una federación olímpica: Asunción Loriente, al frente de la de remo. Con un consejo asesor externo de nombres ilustres, como el bicampeón del mundo con los All Blacks Conrad Smith, la ex jugadora escurialense se ha lanzado a la lid electoral junto a Berta García, otra de las estrellas del «seven» español. Juan Carlos Martín «Hansen», un peso pesado del rugby español y encarnizado opositor de Feijóo, lidera la otra candidatura.

La gran apuesta de García es la «profesionalización», una palabra mágica que el rugby español apenas balbucea. Ella ha experimentado en sus carnes cómo se multiplica el rendimiento cuando el deportista no tiene otras obligaciones académicas o laborales y pretende que de esa dedicación exclusiva se beneficien también los cuadros federativos.

El carbón para alimentar semejante caldera no es otro que el dinero, claro, justo lo que no sobra en una Federación con un presupuesto pírrico de seis millones de euros. La candidata es tan ambiciosa como prudente, empero: quiere que España se convierta en una potencia rugbística de primer orden en… 2040, dieciséis años después del final de su hipotético mandato si ganase las elecciones del próximo día 30.