Atletismo

España contra el prodigio Ingebritsen en la final de los 1.500

Mario García Romo e Ignacio Fontes son de los pocos rivales que podrían impedir un nuevo doblete del noruego

Jakob Ingebrigtsen aspira al oro de los 1.500 después de imponerse en los 5.000
Jakob Ingebrigtsen aspira al oro de los 1.500 después de imponerse en los 5.000Matthias SchraderAgencia AP

Lo hizo hace cuatro años en Berlín, cuando todavía era menor de edad. Jakob Ingebritsen, un fenómeno destinado a convertirse en leyenda, defendía a principios de semana los títulos continentales de 1.500 y 5.000 metros, ese doblete descomunal que lo emparenta directamente con el Hicham El Gherrouj de los Juegos Olímpicos de Atenas. Palabras mayores. En Múnich ya cumplimentó la mitad de la revalidación con el oro en la prueba más larga. Hoy debe completar su trabajo en el «milqui», donde sus principales adversarios, como Mo Katir el martes, vestirán de rojo.

Hace menos de cuatro semanas, Ingebritsen se embarcaba en semejante misión a nivel planetario y fue precisamente la plata en el 1.500 la única «mancha» de su Mundial. Pero sus dos acompañantes en el podio de Oregón faltarán a la cita del jueves y no porque sean africanos, ya que los tres procedían del Viejo Continente. Katir, bronce, disputó el 5.000, como ha quedado escrito. Y el británico Jake Wightman prefirió representar la semana pasada a Escocia en los Juegos de la Commonwealth, donde fue tercero tras el australiano Oliver Hoare y el keniano Tomothy Cheruiyot, en una final espléndida en la que los tres medallistas corrieron en 3:30.

¿Camino expedito, pues, para Jacob Ingebritsen? Sí, pero... El noruego, plusmarquista europeo, es capaz de asfixiar a sus rivales tirando desde el principio o puede rematarlos al final si la carrera es táctica. Domina todos los registros. Sin embargo, el 1.500 es una prueba traicionera en la que resulta capital la capacidad para colocarse en un pelotón de doce atletas en el que todos, sin excepción, aspiran legítimamente a subirse al podio.

La primera buena noticia, pues, para el atletismo español es que sus tres representantes disputarán la final, es decir, un 25 por ciento del total. Sólo Gran Bretaña, pese a la defección de sus mejores representantes, presume de un pleno también. La única novedad con respecto al terceto de Eugene es Gonzalo García Garrido, sevillano de 27 años y explosión tardía en la élite que suple a Mo Katir y no cuenta demasiado en los pronósticos desapasionados, vista su marca personal de 3:35.92 fijada este verano. Al contrario que sus dos compañeros.

La cuarta plaza de Mario García Romo en Eugene le da ideas para este Campeonato de Europa. La cuenta de la vieja es: si quedó cuarto y faltan dos de los que estuvieron delante de él, será segundo detrás de Ingebritsen. No es tan sencillo, a pesar de la marca personal respetabilísima (3:30.20) que el salmantino estableció en Oregón en contexto tan elevado como una final mundialista. En la semifinal, García Romo escondió su juego pues sabía que los siete primeros se clasificarían por la lentitud de la primera serie y ni se molestó en responder a la aceleración final del polaco Michal Romzys. O, a lo peor, no pudo con él. Ignacio Fontes debe comenzar a refrendar las muchas esperanzas que suscitó su título continental sub’23 de 2019. Si es cierto que una marca personal de 3:33.27 no es suficiente para brillar en eventos planetarios, el nivel europeo sí le conviene.

El trío de perseguidores de Ingebritsen intentará engordar la historia del 1.500 español, que cuenta con tres campeones europeos en su palmarés: Fermín Cacho (1994), Reyes Estévez (1998) y Arturo Casado (2010). Además, José Manuel Abascal, Isaac Viciosa, los propios Cacho y Estévez, David Bustos en dos ocasiones, Juan Carlos Higuero y Manuel Olmedo han tocado metal. Una docena de medallas que no significan mucho de cara a la final de hoy. O tal vez sí, porque las tradiciones se perpetúan por algún motivo.