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Cleveland Cavaliers

El anillo que hizo llorar a LeBron

«Éste es distinto porque es mi casa. Esto es para ti, Cleveland», dijo James tras derrotar a los Warriors y ganar su tercer título de la NBA

LeBron James, emocionado ante su afición
LeBron James, emocionado ante su aficiónlarazon

«Éste es distinto porque es mi casa. Esto es para ti, Cleveland», dijo James tras derrotar a los Warriors y ganar su tercer título de la NBA.

Sus más de dos metros y 113 kilos se derrumbaron sobre el parqué del Oracle Arena. Un lugar que durante las tres horas previas había rugido en su contra, pero que en ese momento se quedó tan en silencio que casi se podía escuchar el llanto de LeBron, emocionado por haber cumplido el objetivo de darle a Cleveland un titulo de la NBA. "Es distinto porque es mi casa. Esto es para ti, Cleveland. Estoy deseando volver allí para celebrarlo junto a los míos", decía James después de firmar un triple doble (27 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias) y de ser por tercera vez el MVP de una final. Después de que hace un año las lesiones le dejaran solo ante el peligro en la serie definitiva ante los Warriors, este año "King James"sí que ha podido con el equipo de moda, que llevó el récord de victorias en temporada regular a 73 y del que todo el mundo estaba y está enamorado. Por eso el escenario (en la cancha de los vigentes campeones), la forma (remontar un 3-1 abajo en una final que nadie había conseguido) y el enemigo (Curry y sus chicos) no hacen otra cosa que engrandecer la hazaña de LeBron, que ha conseguido para su estado natal un título de las grandes ligas del deporte estadounidense después de más de sesenta años.

Reinó James en el séptimo partido, pero de otra manera a como quería hacerlo años atrás y el resultado era rechazo y derrotas. Es un extraterrestre, un elegido, como a él le gusta llamarse, pero ha aprendido a jugar colectivamente, a involucrar a sus compañeros y a confiar en ellos en los momentos clave. "No me importaba mi papel ni mi rol, sólo ganar", admitía ya con el trofeo en las manos. Por eso a falta de un par de minutos y con el partido empatado a 89 le dio el balón a Kevin Love para que jugase un uno contra uno, y quizá por lo mismo, fue Kyrie Irving el que decidió el choque con un triple que ya es parte de la historia de este deporte. Luego él, el jefe, anotó el tiro libre que hacía inalcanzable el trofeo para los Warriors (89-93), pero el éxito era de todos, que abrazaban a un líder que les había convencido y no obligado a seguirle en la misión de reinar en la NBA. El séptimo partido fue de los más igualados de la serie y, como se esperaba, con menos anotación. Hasta a los más grandes se les arruga el brazo ante la presión de saber que no hay nada más allá de los 48 últimos minutos de la temporada. Los Warriors han llegado castigados a estos "playoffs"y, tras rozar el desastre ante los Thunder, doblaron la rodilla definitivamente. Curry, con 17 puntos y 4 de 14 en triples, reconoció que no había hecho lo suficiente, aunque su compañero Draymond Green cerca estuvo de ser el gran héroe. 32 puntos, 15 rebotes y 9 asistencias acumuló un cascarrabias que se perdió el quinto partido por sanción y que al acabar el choque esperó pacientemente su momento para abrazar a LeBron y reconocer su victoria. Se habían pegado a base de bien durante dos semanas, pero con todo acabado era momento de reconocer la grandeza del rival y exhibir la propia.

En 2010, en un programa de televisión que se llamó "la decisión", LeBron anunció que dejaba el equipo de su vida y de su Estado para "llevar su talento a Miami". Pocas aficiones se han sentido más traicionadas como la de los Cavs, que quemó decenas de camisetas del que hasta ese momento había sido su ídolo. Él sentía que necesitaba salir para poder ganar títulos y dos anillos se apuntó con los Heat antes de volver para saldar la deuda que quedó pagada anoche. Después de aquel odio que le mostraron cada vez que volvía a jugar contra los Cavaliers con la elástica de Miami, ayer enloquecieron con uno de los suyos. Un chico de Akron, una pequeña ciudad cerca de Cleveland, la misma en la que nació Stephen Curry, que nació para jugar al baloncesto y que lloró como un niño al conseguir el sueño de ganar la NBA con el equipo de su casa.

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