Fútbol

«Con Brahim, España deja escapar un jugador genial»

La incorporación del jugador del Real Madrid a la selección de Marruecos se asume en el país africano como una mezcla de justicia y pragmatismo

Brahim, a su llegada a Marruecos
Brahim, a su llegada a MarruecosJalal MorchidiAgencia EFE

Hace más de un año que los marroquíes viven en un estado de comunión con su equipo nacional tras el cuarto puesto en el Mundial de Qatar y la incorporación de Brahim Díaz es un motivo más para soñar. El culebrón protagonizado por el futbolista del Real Madrid –medio Marruecos es del Barça y el otro medio del Madrid– ha sido la comidilla en los cafés, el ágora por antonomasia, de pueblos y ciudades del país vecino durante días. «Bienvenido Brahim y felicidades a todos los que eligieron al país de los retos», titulaba mezclando español y francés «Le360», uno de los medios digitales más leídos en Marruecos.

La decisión del jugador de optar por los «Leones del Atlas» y renunciar a la selección española ha sido recibida como un logro y una alegría para los marroquíes. Pero más que haberse percibido como una suerte de victoria patriótica de Marruecos frente a los vecinos del norte predomina la sensación de que el final del culebrón hace justicia con un futbolista al que «en España no se le ha dado el cariño que merecía». «Si no lo quieren allí, aquí sí. Es uno de los nuestros», explica a LA RAZÓN Rachid Chaoui, aficionado del Real Madrid, del Raja de Casablanca y de las dos selecciones de fútbol implicadas. «Regragui –el entrenador marroquí– se ha pasado muchos meses hablando con él para convencerlo de que tenía un lugar aquí», recuerda.

«El seleccionador español ha ninguneado a Brahim, y él ha optado de manera inteligente por su otro país, Marruecos, cuando se ha encontrado en su mejor momento de forma, destacando en el Real Madrid, para que nadie pueda decir que lo hace porque no tiene ya posibilidades de jugar con la selección española. Estoy sorprendido de cómo España ha dejado escapar a un jugador genial. Pero lo ocurrido será una lección para España: se arrepentirán», afirma el politólogo marroquí y aficionado al fútbol Samir Bennis. «Si se sigue actuando de esta manera con jugadores de origen marroquí en España a la selección se le escaparán otras figuras de talla mundial», concluye Bennis.

Como el ambiente propio del mes sagrado de ramadán, marcado por la lentitud, la espiritualidad y los buenos deseos, los marroquíes celebran la llegada de un nuevo hijo pródigo sin aspavientos ni malos rollos con España. En lo político, el momento es de luna de miel con los vecinos del norte desde que hace justo dos años Sánchez apoyó la sacrosanta causa del Sáhara marroquí, y Marruecos y España van a organizar el primer Mundial de fútbol transcontinental y africano en 2030, motivo de alegría a este lado del Estrecho.

El fútbol es en Marruecos la más seria de las cosas no fundamentales de la vida. Es este un país futbolero y con criterio, por lo que, salvo a los fanáticos, que también los hay, a nadie se le escapa que en la decisión de Brahim hay mucho de pragmatismo: hubo un momento en que el jugador, que entra lentamente en la mejor edad de un deportista, se dio cuenta de que tendría más protagonismo en el equipo nacional marroquí que en el español. «Vio que el proyecto de Marruecos es más prometedor para él que el español; aquí será cabeza de cartel en los próximos años», afirma el sociólogo tangerino Mustafa Akalay.

Lejos de ser un caso aislado, la incorporación a la selección norteafricana de jugadores hijos de la emigración marroquí –en varios casos, incluido el de Brahim, de segunda generación– en Europa y Norteamérica comienza a ser la norma en los «Leones del Atlas». No en vano, algunos de sus máximas figuras, tales como Achraf Hakimi –nacido en Madrid–, Hakim Ziyech o Bono vieron la luz y se formaron como deportistas lejos del sol magrebí.

No han residido en Marruecos nunca y varios de ellos son incapaces de mantener una conversación fluida en árabe, pero les une el orgullo por la tierra de sus ancestros, que es la suya. Fieles a la madrastra que negó a sus padres o abuelos las oportunidades para labrarse un futuro en casa y les obligó a partir. «Son marroquíes, y da igual que sean de primera, segunda o tercera generación», zanja Adnane. Es el mismo orgullo del que ya presume Brahim Abdelkader Díaz, natural de Málaga, hijo de Patricia Díaz y Sufiel Abdelkader, de Melilla, la ciudad del mestizaje donde los próximos días media población disfrutará de las cofradías en la calle y la otra media pondrá a cero el contador de los pecados ayunando de sol a sol.

«Es un gran jugador y estamos contentos en Marruecos de tenerle, pero no va a lucirse en el fútbol africano, que es un juego de fuerza y con un clima también particular», opina Akalay. Superada la decepción y el baño de realismo por la eliminación en la Copa de África, la mirada de los chicos de Regragui está puesta en los Juegos Olímpicos de París. Antes, este viernes, Brahim Díaz, que aterrizó ya en Rabat en medio de un ambiente de gran expectación, jugará por primera vez con sus nuevos compañeros frente a Angola bajo el sol de Agadir.