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Hípica

"Chicago 57" y cómo gestionar la muerte de un caballo

El poni alemán de 22 años sufría una enfermedad crónica y después de recibir la eutanasia sirvió de alimento a los depredadores del zoológico de Aalborg

Uno de los depredadores del zoológico de Aalborg Zoo de Aalborg

En Dinamarca, el caso de "Chicago 57", un poni alemán de 22 años, ha generado debate y conmoción al ser entregado al zoológico de Aalborg para servir de alimento a los depredadores del centro. El animal sufría un eczema crónico provocado por picaduras de mosquito, que le causaba heridas abiertas e inflamaciones dolorosas a pesar del uso de protecciones. Ante el sufrimiento inevitable, su propietaria, Pernille Sohl, de 44 años y responsable de una granja terapéutica para niños con problemas de salud mental, optó por una solución inusual: si había que sacrificarlo, que sirviera para nutrir a otros animales. La decisión la compartió con su hija Angelina, de trece años, que apostó por respetar "la cadena alimentaria natural". La eutanasia fue realizada por el personal del centro zoológico y Sohl estuvo presente: "Un cuidador lo abrazaba y besaba como si fuera yo la que estuviese con él. Pude despedirme por última vez".

El zoológico de Aalborg lleva décadas aceptando donaciones de animales domésticos para alimentar a sus carnívoros. Gallinas, conejos y caballos forman parte del menú de los carnívoros. Lo que diferencia a "Chicago 57" es el componente emocional.

En condiciones normales, un equino suele vivir 20-25 años. Los ponis pueden alcanzar los 30 porque tienen una naturaleza más longeva. La causa de muerte más habitual en caballos es el cólico, un trastorno abdominal que puede presentarse en forma de torsión, impactación o gases. El gran problema radica en que los caballos no pueden vomitar, lo que convierte cualquier alteración digestiva en una amenaza potencialmente mortal. Se calcula que alrededor del 90 por ciento de las muertes equinas está asociada, directa o indirectamente, a episodios de cólico. Sus causas pueden ser múltiples: cambios bruscos en la dieta, ingesta de alimentos en mal estado, falta de agua, parásitos o incluso el estrés. Algunos casos se resuelven con tratamiento médico ambulatorio, pero los más graves requieren cirugía. Estas operaciones, además de ser costosas, implican riesgos muy altos, lo que se traduce en que muchos propietarios optan por la eutanasia cuando un caballo anciano sufre un cólico severo que compromete su vida.

En otras ocasiones, las menos habituales, se dan circunstancias como el caso de "Chicago 57", que son enfermedades crónicas incurables las que marcan el final. Y ahí surge la pregunta: ¿qué hacer con el cuerpo de un animal que ha sido parte de la familia y de la vida cotidiana durante años? Estructurar y organizar el final de un caballo anciano no es tarea fácil para un propietario que lleva años compartiendo su vida con él.