
Ciclismo
El Tour empieza con la caída más ridícula: ninguno de los dos lo entiende
La gran prueba ciclista ha empezado hoy y ya ha dejado una imagen de la que se va a hablar

No es sencillo mantener la calma en una jornada inaugural del Tour. Las piernas están frescas, la tensión flota en el aire y cada equipo quiere marcar territorio desde el primer kilómetro. Así se explica que, apenas dada la salida oficial desde el norte de Francia, cinco corredores, Rutsch, Le Berre, Armirail, Thomas y Vercher, lanzaran el primer órdago del día. Fue una fuga larga, sostenida por más de 150 kilómetros, y que obligó al pelotón a trabajar con constancia desde muy pronto.
El pelotón, que durante los primeros compases fue manteniendo la distancia con la fuga en torno a los dos minutos y medio, empezó a recortar gracias al trabajo de hombres como Quinn Simmons (Lidl-Trek) y Silvan Dillier (Alpecin-Deceuninck). A falta de 106 km para meta, la escapada fue neutralizada por completo, y la carrera se reconfiguró para su segundo acto: velocidad, nervios, y lucha por la posición.
La primera gran sacudida llegó con el ascenso al Mont Noir. Vingegaard, que llevaba toda la etapa oculto, apareció para coronar primero y mostrar que su forma sigue intacta. Pero lo más importante sucedió después: los abanicos, el viento y los acelerones partieron la carrera en varios grupos. El pelotón, que se había mantenido unido durante buena parte del recorrido, explotó por completo a falta de unos 25 kilómetros.
Entre los damnificados, nombres ilustres: Evenepoel, Roglic, Almeida, Rodríguez y Buitrago se quedaron cortados, mientras que el trío Pogacar-Vingegaard-Van der Poel se coló en el corte bueno, junto a Philipsen. El ritmo era frenético, con el Uno-X Mobility tirando con fuerza en cabeza para mantener a raya al segundo grupo. Lidl-Trek también se implicó, sabiendo que había opciones importantes en juego. Pogacar y Vingegaard metieron 39 segundos a Evenepoel y Roglic en meta.
La jornada dejó también un parte de bajas inesperado. Filippo Ganna tuvo que abandonar tras una caída temprana; Bissegger lo siguió en el kilómetro 45 tras un accidente en Noeux-les-Mines. Iván Romeo sufrió un pinchazo a 25 km de meta, y aunque logró reincorporarse, su día quedó marcado por el infortunio.
Lenny Martínez se descolgó dos veces del pelotón, dejando claro que no tuvo su mejor día. Simon Yates, por su parte, vivió una jornada tormentosa, con problemas mecánicos y posterior caída en los cortes.
A 10 kilómetros de meta, la ventaja del primer grupo ya era de 30 segundos. La tensión se palpaba, y la batalla por la posición era feroz. Entonces, el caos: caída en cabeza. O’Connor y Van den Berg tocaron el suelo, afortunadamente sin consecuencias graves, pero la imagen sirvió para recordar que, en una jornada como esta, el más mínimo error podía costar caro. Enric Mas y Groves, con reflejos felinos, lograron esquivarlos por centímetros.
Con 3 km por delante, la carrera ya se había convertido en un duelo total por la etapa. El grupo delantero era reducido, sin margen de maniobra para estrategias complejas. El Alpecin tomó el mando con un tren perfectamente sincronizado. Tim Wellens tiró con decisión, luego llegó su relevo y, cuando quedaba menos de un kilómetro, Jasper Philipsen se abrió al viento.
Fue un esprint limpio, demoledor. Philipsen
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