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El mejore scenario posible

La Razón
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El partido más esperado tiene el aliciente de disputarse en el mejor escenario posible. Maracaná es mucho más que un estadio de fútbol, es historia de este deporte y en él se han vivido algunos de los momentos más recordados. Para España fue referente durante mucho tiempo. Antes de que la generación actual rompiera con el pasado, la mejor actuación de la Selección en un Mundial fue el cuarto puesto de 1950. Zarra marcó el que era el gol más mítico de «La Roja» hasta que Iniesta le dio el relevo en 2010 con el tanto ante Holanda en Suráfrica. Del legendario delantero del Athletic decían que tenía «la mejor cabeza de Europa después de la de Churchill», por su facilidad para anotar con esa parte del cuerpo, pero, curiosamente, su diana más famosa, la que logró ante Inglaterra, fue con el pie, después de driblar al portero Bert Williams. Eran otros tiempos y el fútbol era diferente en España. El padre de Zarra ni lo escuchó por la radio. Estaba jugando a las cartas y tuvieron que ir los amigos del jugador para darle la noticia. Los penaltis contra Italia del pasado jueves, por ejemplo, los siguieron casi catorce millones de personas por la televisión.

Maracaná fue inaugurado el 24 de junio de 1950 y construido para la disputa de ese Mundial. Si para España es inolvidable, también lo es para el equipo anfitrión y, sobre todo, para Uruguay. Para el fútbol en general. Porque si aquí se recuerda el gol de Zarra, en el mundo se habla del de Ghiggia. 200.000 personas (o más) abarrotaban el estadio, casi todas de pie, en el día que parecía destinado para la gloria de Brasil. La «canarinha» había arrasado y sólo tenía que derrotar al conjunto «charrúa» para ganar su primer Mundial. Uruguay se impuso por 2-1 gracias al tanto de Ghiggia, que llegó a decir: «Sólo tres personas lograron silenciar Maracaná: el Papa Juan Pablo II, Frank Sinatra y yo». No sólo el estadio quedó en silencio, todo el país lloró. El triunfo es recordado como el «Maracanazo» y en honor al conjunto uruguayo fue pintado de color celeste, aunque la versión de los brasileños es que el celeste y blanco de su fachada es debido a que esos son los colores de la bandera de Río de Janeiro. Los colores los conserva en la actualidad, después de la última remodelación, además de su forma ovalada, pero se le ha añadido un techo y se ha reducido considerablemente su capacidad. De los 200.000 espectadores de sus comienzos ha ido cambiando por diversos motivos (ver gráfico) hasta los 78.639 de la actualidad, todos en localidades sentadas por motivos de seguridad. Para muchos, el estadio ha perdido el encanto que tenía antes, cuando vibraba literalmente con tanta gente de pie animando. En 1992 se cayó parte de una de las gradas durante un partido entre el Flamengo y el Botafogo, y fallecieron tres aficionados.

Maracaná es un aliciente más para los miembros de la Selección, que ya han protagonizado su parte de historia allí con la mayor goleada: el 10-0 a Tahití, partido en el que no pararon de hacerse fotos antes y después. Ese registro es algo anecdótico comparado con lo que esperan conseguir hoy: la segunda parte del «Maracanazo».