Fútbol
La farsa y la tragedia de Sampaoli en el Sevilla
El cese del técnico argentino aguarda sólo a un acuerdo para el finiquito. Se perfila Mendilibar como sustituto
La sentencia de Marx de que la historia se repite, primero como tragedia y después como farsa, ha sido invertida en la relación con el Sevilla de Jorge Sampaoli, estrafalario personaje que, puesto a ser marxiano, sería más de Groucho que de Karl. Así, las dos etapas del entrenador santafesino en el club: lo dejó tirado con contrato en vigor envuelto en una nube de mentiras, el muy farsante, en la primavera de 2017 y lo llevaba derechito a Segunda seis años después, destino trágico que el presidente Castro y el director deportivo Monchi pretenden evitar con su despido y sustitución por José Luis Mendilibar, o sea, por un tío cabal que constituye su perfecta antítesis.
Llegado en octubre como parche de emergencia de Julen Lopetegui, técnico competente, pero achicharrado tras tres temporadas de éxito y una agónica segunda vuelta de la campaña 21/22, Sampaoli cogió al Sevilla con un punto de ventaja sobre el descenso y lo deja casi igual, con dos sobre la decimoctava y condenatoria plaza. Cuatro de sus seis victorias en veintiocho jornadas de Liga se acumularon en un meritorio enero que dio paso a un final de invierno de pesadilla, en el que los sevillistas se daban continuos tiros en el pie entre lamentos públicos de gente principal como Acuña o Bono, quienes no dudaron en proclamar su «incomprensión» de las consignas del técnico o la «anarquía» en que degeneró su fútbol.
Ante el clamor que llegaba desde el vestuario, y pese a la notable campaña continental que tiene al Sevilla en los cuartos de la Europa League en puertas de una ilusionante eliminatoria contra el Manchester United, Pepe Castro decidió escuchar el consejo de Monchi, que llevaba semanas preconizando un relevo en el banquillo. No es que el presidente fuese un entusiasta de Sampaoli, sino que la tesorería desaconsejaba pagarle un finiquito que el argentino quería negociar a partir de los once millones –su contrato completo– pero que se avendrá a firmar por la mitad, ya que el club dispone de una ventana de rescisión en junio. El tiempo que se tarde en alcanzar un acuerdo, días o incluso horas, es el que le queda en el cargo al llamado Sabio (¿?) de Casilda.
Desde la víspera del partido de la jornada antepasada con el Almería, ganado de forma agónica (2-1), el Sevilla manejaba una terna de posibles sustitutos de Sampaoli por dos “sospechosos habituales” en casos de emergencia, Manolo Jiménez y Joaquín Caparrós, y por José Bordalás, cuyo fútbol recio se consideraba el bálsamo ideal para sanar del amaneramiento de Sampaoli. Nadie contaba con José Luis Mendilibar, que tiene un máster en permanencias apuradas –también algún descenso en su debe– y que, sobre todo, exuda un sosiego que quizá sea lo que más necesite en este momento el atribulado Sevilla. Monchi lo tiene en alta estima desde hace casi veinte años, cuando en diciembre de 2003 le pegó con su Lanzarote un repasito en Copa a los sevillistas, que resolvieron la eliminatoria por la mínima, una gran dosis de fortuna y la ayuda inestimable del árbitro, que expulsó a dos futbolistas del conjunto conejero.
Con Mendilibar, este Sevilla ayuno de centrales dejará de... jugar con tres centrales; y se reencontrarán con un entrenador que les sacó un excelente rendimiento en Eibar Dmitrovic, Joan Jordán y Bryan Gil, a quien Luis de la Fuente ha incluido en su primera convocatoria. Quedan doce partidos para huir de la quema, empezando por un duelo infartante en Cádiz el Sábado de Pasión, y una eliminatoria contra el Manchester United que será su segunda experiencia europea tras caer con el Athletic Club en la primera ronda de la Intertoto en el verano de 2005.
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