1-2 al Celta
Por algo el Atlético es el campeón
Derrocha oficio para, apoyado en la puntería de Correa, ganar en Balaídos a un Celta valiente. Una riña tumultuaria en el descuento propició las expulsiones de Hermoso y Hugo Mallo
Nada cambió el verano para el Atlético, que resolvió con victoria el peliagudo debut liguero que le había deparado el calendario. La visita al Celta será complicada para todos los favoritos porque hallarán en Vigo a un equipo osado y con talento al que los colchoneros sólo doblegaron gracias a la inspiración de Correa, autor de dos goles, ¡golazos!, de puro «killer» que lanzan a los de Simeone en su defensa del título.
El duelo entre dos excelentes técnicos argentinos se preveía ajedrecístico, y a fe que respondió a las expectativas, al menos en un cuarto inicial vibrante e intenso; de poder a poder, como diría un clásico y valga la expresión porque ni Coudet ni Simeone querían entregar un metro de campo en su afán por buscar al rival en su parcela. Se plantaron vigueses y capitalinos con dos esquemas muy parecidos, en los que la responsabilidad del anclaje en el centro del campo, a cargo de Tapia y Kondogbia, es altísima. Ambos rindieron a satisfacción pese al esfuerzo que les exigían sus entrenadores.
Con Luis Suárez en el banquillo, el campeón encomendó su suerte goleadora a Correa y, como tan a menudo sucede, respondió presente el argentino. Mediado el primer tiempo y tras una meritoria conducción de Lemar por la izquierda, Angelito largó un derechazo desde el balcón del área que convirtió a su compatriota Dituro en estatua de sal.
Pintaba una segunda parte ideal para el Atlético, tan cómodo en el manejo de la renta corta, pero una imprudencia de Llorente complicó la tarde. Desparramó el «todocampista» sus cuatro extremidades para defender un intento de remate de Iago Aspas y Medié, previo aviso del VAR, señaló el justo penalti que transformó el capitán gallego. Simeone se vio impelido entonces a sacar a su artillero en la reserva, Luis Suárez, pero cuando el charrúa esperaba junto al cuarto árbitro para entrar, sus compañeros armaron una contra de alta escuela para hacerle llegar el balón en dos toques a Correa, que lo clavaba junto al palo con un tiro raso. La puntería del menudo atacante argentino, cuyo rendimiento siempre excederá su prestigio, decidió el duelo de Balaídos.
Quedaba mucho por jugarse, no obstante, y los cambios no le dieron a Simeone el resultado esperado. Salió Suárez junto a Trippier y debutó De Paul antes de que el Celta sacase de centro. Eran tres elementos valiosos para controlar el encuentro dos de ellos y amenazar en el contragolpe con el charrúa, pero la realidad fue que los gallegos se volcaron hacia el área de Oblak y generaron dos ocasiones diáfanas, una falta en posición peligrosísima que Aspas estrelló contra la barrera y un mano a mano ganado en primera instancia al guardameta esloveno por el delantero gallego que, contra todo pronóstico, no supo resolver a puerta vacía con su pie derecho, el menos hábil.
Algo tenía que hacer Simeone para impedir el empate postrero y ahí brotó el bendito recurso del «otro» fútbol, legítima herramienta para impedir que se jugase el largo descuento de siete minutos decretado por el árbitro. Tras una falta sobre Luis Suárez, se organizó un festival de empujones que terminó con los dos banquillos en pleno sobre el césped y dos expulsados, Hermoso por el bando visitante y Hugo Mallo en el conjunto celeste. La vuelta a los estadios del público, con su ruido partidista, facilitó este último episodio del encuentro, que también forma parte del espectáculo y del que nos ha privado la asepsia de la puerta cerrada. No todo es apto para menores ni ofendiditos.
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