Real Madrid

Málaga C.F.

Isco se pone al mando del Real Madrid y gana en Málaga (1-2)

Zidane introduce seis cambios en La Rosaleda

Los jugadores del Real Madrid celebran tras el gol marcado por el centrocampista Francisco Alarcón. EFE/Daniel Pérez
Los jugadores del Real Madrid celebran tras el gol marcado por el centrocampista Francisco Alarcón. EFE/Daniel Pérezlarazon

El Real Madrid se ha impuesto al Mälaga en La Rosaleda

Puede el Madrid jugar con tres delanteros, como hacía antes; puede instalarse en un sistema con cuatro centrocampistas o puede jugar con cinco, como hizo en La Rosaleda, para tener el balón y volver a tenerlo mientras el Málaga se asustaba, se aburría y no encontraba ninguna manera de llegar al área de Navas, a no ser que fallase el conjunto de Zidane. Al mando de Isco, que estaba en uno de esos días en los que le sale todo y según le va saliendo, se atreve con las cosas más inverosímiles, el Madrid se paseó en Málaga, probando otra versión de sí mismo, que le pude valer en algún momento de su eliminatoria contra el Bayern. Porque no nos engañemos, todo lo que haga el equipo de Zidane a partir de ahora conduce a ese doble enfrentamiento contra el conjunto alemán.

Isco se apunta a ser titular en esos partidos porque vuelve a estar en un estado de forma que le hace imprescindible y que obliga al Madrid a correr algunos riesgos, como abandonar un poco las bandas, pero a cambio consigue un sinfín de beneficios. En su versión menos barroca, Isco descose defensas con una facilidad que no tiene casi ningún futbolista en el mundo. Pidió la pelota en todo momento y siempre tomó la decisión correcta, impredecible para el Málaga. La falta y el pase a Casemiro en los dos goles del Madrid fueron la coronación de un partido excelente. Tras un principio de año gris, Isco parece dispuesto a acabar la temporada al mismo nivel que acabó la pasada. En el Madrid, uno de sus rivales por un puesto fue James. No va a estar nada mal ese duelo en la semifinal de la Champions.

El partido en Málaga discurrió siempre en el campo del equipo local, apretado contra su área y sólo un error de Casemiro, permitió al Málaga pensar que tenía alguna opción de hacer daño.

Como el Madrid, el conjunto andaluz ya lo tiene todo finiquitado en este campeonato. Se ve en Segunda después de una temporada sin nada a lo que agarrarse en ningún momento. En el furgón de cola desde el comienza, sólo espera que termine esta Liga y empezar desde abajo a recomponerse. Es el boxeador ya sonado, que sólo espera que se acabe el tiempo caerse.

A este Málaga le pidió perdón Isco después de marcar un sensacional gol de una falta que le hicieron a él. Desde no muy lejos, la pelota bajo mucho, pegada al palo, imposible para Roberto. Estuvo en todo el andaluz, al mando de un centro del campo dinámico y vivaz. Con Kovacic detrás de él, rápido y en todas las zonas del campo. Desde ese día contra el Barcelona, el croata ha ido mejorando en su posición y con Casemiro cerca se siente más seguro y se acerca al área donde es evidente que se siente más cómodo. A veces le vuelve el vicio de conducir, pero cada día se le ve más suelto. Había aglomeración de futbolistas blancos por su zona, pero en ningún momento hubo atasco: al revés, el Madrid encontró siempre el modo de jugar por dentro y salir por fuera o al revés, cambiando de posición. Asensio empezaba en la izquierda, pero estaba en cualquier sitio, como Isco, como Kovacic. Lucas Vázquez y Carvajal abrían el campo por la derecha y Benzema era el delantero. Es decir, un centrocampista más.

El Málaga dio señales algunas señales de vida durante unos quince minutos después del descanso. Pero era un espejismo (como el gol del final), era que el Madrid no había cogido el mismo ritmo. En cuanto lo hizo, no hubo color. El segundo gol sirve para resumir lo que fue el conjunto blanco en Málaga: corte de balón de Casemiro; balón para Lucas, éste para Benzema, que se lo pone en el área pequeña a Isco. Y éste, en vez de tirar, que era lo que parecía más lógico, vio con el rabillo del ojo, que llegaba Casemiro, para darle el balón y regalarle un gol.

Sin nada en juego, Zidane repartió minutos entre futbolistas que en esta buena racha blanca habían pasado no a un segundo plano, sino al ostracismo. El francés redujo la plantilla unos dieciséis jugadores, todos vitales en cualquier encuentro, pero dejó de lado a los más jóvenes. Ayer Ceballos y Mayoral volvieron a tener minutos. El partido estaba para ellos, porque la Liga ahora para el Madrid consiste en eso: ir viéndose bien y sumar buenas noticias para ir a con todo contra el Bayern

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