Real Madrid

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La sonrisa de Bale

En el Madrid ven feliz al galés el año en el que tiene que liderar el ataque del equipo. Ha superado las lesiones y ha encontrado el modo de trabajar físicamente que mejor se adapta a sus características

Bale celebra uno de los goles anotados el pasado fin de semana ante el Getafe / Ap
Bale celebra uno de los goles anotados el pasado fin de semana ante el Getafe / Aplarazon

En el Madrid ven feliz al galés el año en el que tiene que liderar el ataque del equipo. Ha superado las lesiones y ha encontrado el modo de trabajar físicamente que mejor se adapta a sus características.

Es una convención que los onces de los equipos de fútbol se recitan de derecha a izquierda: es decir que quien va después del portero es el lateral derecho y tras el último defensa, le toca al centrocampista de la banda derecha. Cuando el «speaker» del Santiago Bernabéu canta el equipo antes de los encuentros, empieza, como es lógico, por Keylor Navas, después llega Dani Carvajal y sigue por todo el equipo. Según ese orden el antepenúltimo, al situarse en la banda derecha del ataque, sería Bale, antes que Benzema y el último, Marco Asensio. Pero ahí, en la delantera, el «speaker» rompe el orden que sí ha seguido en las otras líneas del campo. Así, en los dos encuentros que se han disputado esta temporada en el estadio madridista (el trofeo Santiago Bernabéu contra el Milan y el del pasado domingo contra el Getafe), Bale ha sido el último nombre de los titulares; justo el lugar que antes ocupaba Cristiano Ronaldo; es el hombre que recibe el último aliento, el más fuerte, antes de que empiece el encuentro. No es casualidad. «Se ha convertido en la máxima referencia en el ataque y también la máxima referencia mediática», dicen desde el club cada vez que se pregunta por el nuevo papel del jugador.

Y le han convencido para que él se lo crea de manera definitiva. Todos los estamentos de la entidad le han dejado muy claro que le toca dar un paso al frente para liderar al equipo y que se note lo menos posible la ausencia de los goles de CR7. Aunque aún puede haber algún movimiento, está claro que ya no va a haber un fichaje de una estrella en los menos de diez días que quedan para que finalice el mercado de fichajes. Todos coinciden en que la figura que tiene que coger el legado es Bale.

Sin duda, el reto es extraordinario, pero al futbolista se le ha convencido de que le ha llegado el momento de dar el salto hacia delante que él exigía. Pidió minutos después de la final de Kiev y no es que los vaya a tener: es que tiene que ser el sostén del equipo en el ataque, el jugador más desequilibrante, el que preocupe a las defensas rivales. Ese cambio de estatus no afecta especialmente a Gareth, que ni se inmuta bajo el estrés: si Cristiano es un obseso de las estadísticas, preocupado siempre por lo que dicen de él sus números, Bale vive el fútbol de otra manera, tan apasionada, pero no tan egocéntrica. Quiere ser bueno, quiere aportar y quiere ser el líder del Real Madrid, pero no se le va la vida persiguiendo los premios individuales.

Es el jugador británico que más encuentros ha disputado en España y su paso por el vestuario blanco ha vivido por muchas fases: el año que llegó lo hizo con la pretemporada ya hecha y la Liga comenzada y eso, más las informaciones acerca de su salud, impidieron que se adaptara con facilidad. Nunca es sencillo para los futbolistas que llegan desde las islas británicas acoplarse. Por el Santiago Bernabéu, entre otros, pasó Owen sin dejar huella. Bale necesitó su tiempo, le costó mucho aprender el idioma y soltarse, pero mientras se adaptaba fue dejando goles extraordinarios y definitivos para que este Madrid se pueda comparar al mejor Madrid de la historia. Es verdad que le faltó constancia, porque las lesiones le han perseguido, rompiéndole cualquier posibilidad de dejar huella.

Ha pasado tanto tiempo recuperándose que uno de sus mejores amigos dentro del vestuario fue el fisioterapeuta que le recuperó de una de sus lesiones. Desde el resto de la plantilla, mientras, se ha ido viendo que cada vez que se lesionaba, Bale peleaba por recuperarse y volver a ganar el sitio.

Ese carácter para superar los contratiempos le ha generado el respeto y la simpatía de los compañeros. Nunca ha sido el más hablador porque eso no va con su forma de ser, pero se ha ido abriendo poco a poco y ahora todos reconocen en él la naturalidad y el buen humor con el que lleva ser el jugador bandera del Real Madrid. Con el paso de los años, se ha convertido en un futbolista más implicado con el resto del grupo.

Sigue jugando por la banda derecha, que es el lugar en el que le han puesto todos los entrenadores que han pasado por el banquillo blanco. Rafa Benítez, cuando aún tuvo un poco de iniciativa y no fue superado por los acontecimientos, le probó como media punta después de que Bale ya se lo hubiese pedido a Ancelotti, pero el experimento no funcionó. La salida de Ronaldo, que ocupaba la banda izquierda del ataque sin discusión, tampoco le ha movido de lugar. Se ha terminado de adaptar a ese lado del ataque, aunque se mueve por todas las zonas del campo y no es raro verle entrar por la banda izquierda. Contra el Atlético, en la Supercopa, el gol de Benzema nace de un pase suyo con su pierna menos buena.

Si se cogen sus últimas diez apariciones en el Madrid, su aportación es decisiva: ha estado en goles en todos los partidos, menos en el amistoso contra el Manchester United. Está en un momento de regularidad al más alto nivel y los que comparten el día a día con él le ven contento. No porque tenga el protagonismo absoluto sino porque parece que ha encontrado el modo de ser un futbolista profesional sin lesionarse. Tiene la sensación de que lo peor ya ha pasado y de que ahora le toca disfrutar del momento y del futuro. Entre su experiencia y la mano de los doctores y de los fisios, tienen, ahora mismo, la sensación de que han encontrado el modo de trabajar sin que los problemas musculares le acosen.