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Cambiando de madera se afila el hacha

Periodistas económicos y deportivos tienen más en común de lo que podría creerse: unos no pueden predecir qué pasará en la bolsa si quiebra una gran entidad y otros no pueden saber cuál va a ser el resultado del Francia-Uruguay de cuartos

Suecia es una de las sorpresas del campeonato. Después de 24 años han vuelto a los cuartos de final al imponerse a Suiza
Suecia es una de las sorpresas del campeonato. Después de 24 años han vuelto a los cuartos de final al imponerse a Suizalarazon

Periodistas económicos y deportivos tienen más en común de lo que podría creerse: unos no pueden predecir qué pasará en la bolsa si quiebra una gran entidad y otros no pueden saber cuál va a ser el resultado del Francia-Uruguay de cuartos.

Vaya por delante que el mundo del deporte no me es ajeno, ni siquiera profesionalmente hablando. En 2000 (ayer, más o menos) hice mi primera intromisión en esta sección. Corría el mes de noviembre y yo acababa de aterrizar en Buenos Aires. El objetivo era visitar el mayor campo petrolífero y gasista de Argentina, en Neuquén. Llegando desde el aeropuerto de Ezeiza a la capital del país, la calma se convirtió en tempestad al llegar a la Avenida 9 de Julio, la avenida más grande del mundo, con permiso de Brasilia, que lucha por el galardón del Guiness con dos autopistas unidas a ver si cuela. Recuerdo que acababa de amanecer y que las calles se llenaron de aficionados «bosteros». Boca Juniors había vencido al Real Madrid en la final de la Copa Intercontinental por 2-1. Me ofrecí para hacer una crónica de ambiente para mis compañeros de Deportes y se me escapa por qué, aceptaron.

Recuerdo como si fuera hoy que ligué la alegría «xeneize» con la pésima situación económica (un dólar equivalía a un peso y era casi imposible, incluso viniendo de Europa, sobrevivir como turista en un país que tenía que vender una americana a doce meses de plazo). Por unas horas lograron abstraerse de una política económica que no tenía otro destino que la enésima quiebra del país. En mí, esa crónica, despertó el entrenador que todos (los 46.659.302 ciudadanos que vivimos en España) llevamos dentro y quién sabe, después de esta segunda oportunidad, si un giro en mi carrera periodística. Decía mi tío que cambiando de madera se afila el hacha, aunque dudo que lo pensara para este contexto. Me encanta mi profesión. Quizás porque es la única en la que no te pueden echar del trabajo porque estés leyendo el periódico. O porque a diferencia de abogados y médicos, los periodistas publicamos los errores en primera página; ellos los encierran o los entierran.

Periodistas económicos y deportivos tienen más cosas en común de lo que podría creerse. Ninguno podemos aventurar qué va a pasar en la bolsa o en el mercado de divisas si hoy (Dios no lo quiera) quiebra una gran entidad financiera europea o cuál va a ser el resultado del Francia-Uruguay de cuartos. Fundamentalmente, porque no lo sabemos. En economía hay fondos buitre y «hegde funds». Y en el fútbol, «alcorcones» y «coreasdelsur».

Los periodistas económicos nos refugiamos en los analistas; los deportivos, en las casas de apuestas. Los primeros predicen lo que ya pasó; las segundas, son como las encuestas políticas, no sirven ni para orientar. A las pruebas me remito. Antes de que comenzara el Mundial, las casas de apuestas dieron como claros favoritos a Brasil y Alemania. Su triunfo se pagaba entonces (finales de marzo, creo recordar) 5,5 veces la apuesta hecha. Por Argentina se pagaba algo más, 10 a 1. Por España, entre 7 y 8 veces, y por Portugal, entre 23 y 25 por euro. Por Japón, 300 veces más, pero ayer, más de una casa estuvo al borde del infarto. Decir que si levantan la Copa Jules Rimet Arabia Saudí o Panamá se puede pagar 1.000 a uno lo hago yo. Pero para eso no hacen faltan algoritmos. Basta una calculadora como la que me acompaña desde hace un decenio.