España

España no dio para más

Eliminada en los penaltis por Rusia regresa a casa después de un torneo decepcionante. Los cambios en la alineación de Hierro no dieron resultado

Jugadores españoles consuelan al centrocampista español Koke tras fallar el penalti/Foto: Efe
Jugadores españoles consuelan al centrocampista español Koke tras fallar el penalti/Foto: Efelarazon

Eliminada en los penaltis por Rusia regresa a casa después de un torneo decepcionante. Los cambios en la alineación de Hierro no dieron resultado

El pie de Akinfeev acababa de desviar el disparo de Iago Aspas y David de Gea echaba a andar camino de los vestuarios. Saludó al doctor Celada y siguió su camino. Mientras, el resto de jugadores españoles todavía lloraba la derrota en el centro del campo con el sonido atronador de Kalinka de fondo. A Sergio Ramos, en cuclillas, le costaba levantarse, Hierro consolaba a Busquets y Silva abrazaba a Iniesta. Eran los más veteranos, los campeones del mundo, los que parecían más afectados, quizá porque intuyen que no tendrán otra oportunidad dentro de cuatro años. España perdió en los penaltis lo que no había sabido ganar en los 120 minutos anteriores. Falló Aspas y había fallado Koke antes. De Gea intuyó varios lanzamientos de los rusos, pero no detuvo ninguno.

El camino de un equipo roto por la destitución de Lopetegui se paró ahí, en la portería donde más aficionados españoles había, amplia minoría en el estadio Luzhniki convertido en un grito unánime de Rusia, Rusia durante todo el encuentro. No necesitaban mucha excusa los aficionados para celebrar cualquier jugada como si fuera un gol. Un pelotazo que se convertía en un balón dividido entre sus delanteros y los defensas españoles, la entrada de Cheryshev en el campo. Cualquier cosa les valía. Fútbol no tenían los rusos, pero les sobraban las ganas.

Con eso fue suficiente para acabar con España. La mano dentro del área de Piqué en los minutos finales del primer tiempo les había dado la vida. De Gea se esforzó por despistar a Dzyuba, el lanzador, retuvo la pelota y tardó en entregársela, pero el gol llegó igual.

Con la paciencia como única arma, España se había puesto por delante en el marcador. Sin necesidad de disparar a puerta, sólo teniendo la pelota y esperando un momento en el que hacer daño llegó el tanto de Ignasevich que Sergio Ramos celebró como propio. El veterano central ruso equivocó el objetivo, se centró en el jugador y se olvidó de la pelota. Hizo penalti y acabó llevando el balón dentro de su portería. Más que un gol era un espejismo. La selección no había hecho nada para ponerse por delante, pero parecía que funcionaban los cambios de Hierro. Nacho, que había sustituido a Carvajal, había provocado la falta de Zhirkov y Asensio la sacó buscando al capitán en el área pequeña.

Tampoco hizo mucho más después. El partido sólo encontró el ritmo en la prórroga cuando la lluvia bañaba el antiguo estadio Lenin y Rodrigo y Aspas se habían juntado en la parte de arriba del equipo. Se vieron las

primeras carreras, los primeros espacios. Y se vio que Akinfeev todavía sigue siendo portero. Lleva toda la vida con el número 1 de la selección rusa, pero sólo tiene 32 años.

Los cambios de Hierro, que decidió olvidarse del guión y tomar decisiones como seleccionador, no funcionaron. Iniesta se quedó en el banquillo, junto a Carvajal y Thiago, que habían sido titulares contra Marruecos y el 4-3-3 pasó a ser un 4-2-3-1 con Koke al lado de Busquets para que alguien se ocupara de lo que sucede por detrás. Silva, sin embargo, se mantenía en el equipo ocupando el centro de la línea que formaba por detrás de Isco y Asensio. Pero España seguía siendo un equipo fracturado y no encontraba el camino hacia la portería. Hubo que esperar hasta los minutos finales del primer tiempo para que llegara el primer disparo a portería. Fueron dos de Diego Costa en la misma jugada, pero Akinfeev ya estaba allí.

España fue recuperando poco a poco su formato original. Entró Iniesta, luego Carvajal y Aspas se sumó en los minutos finales, como es habitual. Pero a la Roja sólo la sacaban de su inercia los acelerones de Isco

hasta que llegaron Aspas y Rodrigo. De nada sirvieron. El partido se encaminó hacia la única solución lógica que ofrecía el juego de los dos equipos, los lanzamientos de penaltis. Y tuvieron que fallar dos de los

jugadores que más se reclamaban al entrenador. Koke tiró blando y a media altura el tercero y Akinfeev lo adivinó sin problemas. Jordi Alba gritaba desde el centro del campo, pero Cheryshev marcó y los aficionados rusos gritaron como si ya estuvieran en cuartos. El disparo de Aspas lo confirmó. España vuelve a casa. Su espíritu se había ido con Lopetegui dos días antes del comienzo del Mundial.