Argentina

Hierro and Toshack

Moción de censura o cuestión de confianza. Fusilar a Fernando Hierro al amanecer o ratificarle podrían ser las decisiones de Rubiales si de un equipo de fútbol se tratase. Pero esta es nuestra Selección y desde el cariño hay que analizar la situación.

John Benjamin Toshack, junto a Fernando Hierro durante su etapa en el Real Madrid
John Benjamin Toshack, junto a Fernando Hierro durante su etapa en el Real Madridlarazon

Moción de censura o cuestión de confianza. Fusilar a Fernando Hierro al amanecer o ratificarle podrían ser las decisiones de Rubiales si de un equipo de fútbol se tratase. Pero esta es nuestra Selección y desde el cariño hay que analizar la situación.

La noche en el bar fue larga. El pesimismo se apoderó de la mayoría. Entre trago y trago para sofocar los calores del estío se alzaron las voces de los aficionados. Los más radicales, porque con la Selección también existen las dos Españas, querían una revolución de inmediato. Que rodaran cabezas, que hubiera cambios drásticos en el equipo. En una palabra, que Fernando Hierro, sin necesidad de irse a Santa Pola, tomase, al menos, decisiones que devuelvan a la Roja el glamour y el juego que tuvo en la fase de clasificación. Imposible parece porque después de la goleada a Argentina en el Wanda las sensaciones, con Lopetegui en el banquillo, no eran las mejores. De Gea ya era un flan, muchos jugadores acumulaban en sus piernas el cansancio de la temporada y la frescura deseada no apareció. Era ya una España diesel, partida en dos, con las líneas muy separadas, sustentada por las genialidades del mago Isco y la impronta de Iniesta. Así sucedió contra Portugal, salvo media hora muy buena, contra Irán y frente a Marruecos, donde se tocó fondo en una segunda parte infumable hasta que se produjo el milagro Aspas, sustentado en el otro VAR, el que nos gusta cuando nos favorece y el que odiamos cuando nos perjudica.

En el bar de verdad, el alcohol hacía su efecto y su alineación. Kepa por De Gea; Nacho por Carvajal; Koke por Thiago; Aspas por Silva. Los más contentos iban más allá: Piqué, al banquillo; Saúl por Iniesta. Se cambia el sistema, se juega con un 1-4-4-2 en rombo. Saúl y Koke en los costados y Busquets de ancla, pese a no ser el Busquets al que Del Bosque elevó a los altares. Y en la punta del rombo, por detras de Iago y Diego Costa, Isco. Otros apostaban por Asensio, Lucas... Los partidarios de la moción de censura.

Los de la cuestión de confianza tiran de manual, echan la vista atrás y argumentan su inmovilismo –a lo sumo dos novedades, Koke y Aspas– con el recuerdo de Toshack. «Los lunes siempre pienso en cambiar diez jugadores; los martes a siete u ocho; los jueves a cuatro; el viernes a dos y el sábado ya pienso que tienen que jugar los mismos cabrones». Así se las gastaba el galés, primer técnico que tuvo Hierro en el Madrid.

Conclusión. Nunca llueve a gusto de todos, pero Hierro para no mojarse tendrá que demostrar sus dotes de entrenador para ajustar el equipo. Tiene que buscar las soluciones para que España sea un bloque, junte las líneas y si no puede presionar en campo contrario se repliegue con celeridad. Por lo tanto, el domingo con ocho o nueve de los «mismos cabrones» a ganar a Rusia, que es inferior por mucho que nos la quieran presentar como un coco por ser la anfitriona.