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Ignashevich, el último servicio de un defensa de 38 años

Ignashevich, el último servicio de un defensa de 38 años
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«En mis recuerdos, siempre estoy jugando al fútbol», asegura Ignashevich de su infancia. Siempre que podía construía porterías de fútbol y se colaba en los pequeños estadios cercanos a su casa para robar las redes y utilizarlas en sus porterías caseras. A sus 38 años, el defensa ruso, que hoy disputa los cuartos de final contra Croacia, no ha dejado de jugar. Es el más veterano de la selección organizadora, una leyenda del fútbol ruso, al que todos respetan. Ni siquiera su error en el gol de España se le ha echado en cara. Sí, alguna crítica en las redes sociales, pero todos ven en Ignashevich uno de los estandartes de un equipo que ha llegado donde casi nadie pensaba que iba a llegar.

Porque su veterano defensa también es el símbolo de lo que es esta selección. Hace dos años, tras la Eurocopa de 2016 el jugador del CSKA decidió que dejaba el equipo nacional. Rusia no hizo un buen papel y él pensó que su tiempo había terminado. Ya había cumplido sus sueños: ser futbolista profesional, ganar un título europeo con el CSKA, la Copa de la UEFA en 2005 y jugar con la selección. En sus recuerdos futbolísticos, esa final ganada al Sporting de Portugal es uno de los momentos cumbres de su carrera. Aún se recuerda buscando a su padre entre el público y colgándole la medalla de campeón del cuello después de darle un abrazo.

Fue su padre quien le llevó a su primer equipo y fue allí donde aprendió, con sólo 6 años, que el fútbol exige sacrificio. Cuando se caían sobre ese campo de piedrecitas y sin agua caliente en las duchas, los niños ya sabían que esa herida iba a durar mucho y que el camino a casa iba a ser dolorido. Según Ignashevich aún tiene en las rodillas las marca de esos partidos. Años después, el entrenador les hizo jugar al hockey hielo y fue cuando Ignashevich decidió no entrenarse durante un mes. Cogía su mochila de deportes, les decía a sus padres que iba a entrenar, pero se pasaba las horas dando vueltas por la ciudad. Toco cambió después y empezó una carrera exitosa en el Lokomotiv y después en el CSKA donde aún sigue. Antes de este verano, el seleccionador ruso le pidió volver, que se le habían lesionado tres defensas. No lo dudó. No es el más rápido y necesita jugar muy acompañado, pero que nadie dude de él ni de su experiencia en el fútbol.