Almería-Sevilla: ¡Trata de arrancarlo, Julen!

Con un punto escuálido después de haber visitado a Osasuna y recibido al Valladolid, el Sevilla juega este sábado en Almería, segundo recién ascendido de un inicio de calendario pensado para sumar mucho, con la obligación de ganar. Puede parecer pronto, seguramente lo sea, pero la situación es la siguiente: todo lo que no sea un triunfo en el Power Horse Stadium desatará tremenda crisis en el Sánchez-Pizjuán. Y ni siquiera ganando se atenuará en demasía la «crispación» –el entrecomillado es del presidente Castro– que reina ahora mismo en el sevillismo. El principal foco del enfado, aunque no el único, es Julen Lopetegui.

Al entrenador vasco, a pesar de la meritoria cuarta plaza que agarró la temporada pasada por tercera vez consecutiva, se le ha caído el equipo. Desde la Navidad pasada, Lopetegui dio una vuelta de tuerca al eficaz feísmo que caracterizaba a su equipo y presenciar un partido del Sevilla, incluso para el hincha más acérrimo, es más desagradable que sacarse tres muelas sin anestesia. La afición ha desertado la grada porque, para colmo, los resultados ya no acompañan y la sequía ofensiva es lampante: los sevillistas no marcan casi nunca y cada gol parece fruto de una concatenación de milagros.

En verano, Monchi se ha desprendido de su pareja de centrales, Koundé y Diego Carlos, que han reportado casi cien millones de euros reinvertidos en Tanguy Nianzou, un veinteañero procedente del Bayern, y el fabuloso Marcao, que lleva casi dos meses entrenando a las órdenes de Lopetegui desde que aterrizó procedente del Galatasaray y sigue inédito porque ha encadenado una serie de lesiones misteriosas con un evidente gusto por la feijoada. El muchacho está de buen año, qué vamos a hacerle.

Así, las esperanzas de variar el aspecto apelmazado y viejuno que tiene el Sevilla se basan por ahora en los otros dos refuerzos: Alex Telles, titular ante el Almería por la sanción de Acuña, y el simpar Isco, que no ofreció buenas sensaciones en los veinte minutos de su debut frente al Valladolid y que podría se titular por primera vez. Del talento guadianesco del malagueño –y de lo que Monchi sea capaz de rebañar en lo que queda de mercado– dependerá buena parte de la suerte de los sevillistas esta temporada en la que, paradojas de la vida, la Liga se percibe con el temor de verse desbordado por el Betis y la Champions, como un marrón.