
Restringido
Un templo exigente, pero generoso

El Santiago Bernabéu examinaba a su equipo después del varapalo sufrido en el derbi ante el Atlético en el Calderón. Todas las derrotas son dolorosas en Concha Espina, pero si alguna escuece de forma especial, sin duda, es ésta ante los vecinos colchoneros. Y más por la forma en que se produjo y por la pobre imagen que ofrecieron los de Carlo Ancelotti. Durante toda la semana llovieron críticas por la actuación madridista en el partido y se esperaba con expectación (y morbo) el veredicto de los seguidores blancos cuando su equipo saltara al terreno de juego, y en el transcurso del encuentro ante el Dépor.
- En primera persona
Las terapias siempre son necesarias cuando algo no funciona. Y el sábado hubo tirón de orejas para algunos jugadores y también para el entrenador. La música de viento sonó con algunas muestras de desaprobación. El público del coliseo blanco es fiel y, por lo general, llena las gradas de su estadio. Es cierto que los aficionados son exigentes y no es para menos porque por la pradera blanca han desfilado los mejores jugadores del mundo. Por eso exigen entrega y compromiso. Y ellos son los primeros que en las grandes noches de fútbol llevan al equipo en volandas, son generosos y no caen en el desaliento. Yo he vivido muchos años en primera persona toda esta exigente sabiduría del Santiago Bernabéu.
- Premia el sacrificio
El aficionado lo único que quiere es entrega, sacrificio, compromiso y ver la mejor versión de su equipo y de sus futbolistas. Así de simple. Por eso, el pasado sábado el estadio volvió a ser inteligente y en algunos momentos premió el talento y el esfuerzo de determinados jugadores, como por ejemplo Isco. El Bernabéu huele también que llega ya la «Champions», sabe que el equipo le va a necesitar y no va a fallar.
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