Deporte y transexualidad
La investigación realizada con militares que da la razón al veto trans en el atletismo
El deporte ha iniciado una senda revisionista respecto a las atletas transexuales aunque el COI no se da por enterado. Una investigación del Ejército norteamericano da alas a los que apuesta por su exclusión.
Corren malos tiempos para la “Ley Trans” a nivel internacional y también en España, donde el organismo que rige el atletismo ha asestado un nuevo golpe a la ley estrella de Irene Montero. El deporte ha iniciado una senda revisionista respecto a las atletas transexuales. La creación de una nueva categoría, las limitaciones a la edad de transición o sencillamente su expulsión del deporte femenino ya están encima de la mesa de los organismo internacionales que rigen las diferentes competiciones. Tras la natación, o el rugby, el atletismo anunciaba ayer su firme decisión de excluir a las deportistas trans en sus competiciones. Athletics, la federación internacional de atletismo, ha acordado que las atletas transgénero no podrán competir en categoría femenina en pruebas internacionales. En un primer momento se plantearon reducir los niveles de testosterona pero finalmente han optado por cerrar la puerta a los atletas transexuales.
El presidente del organismo, Sebastian Coe, ha asegurado que a partir del 31 de marzo no se permitirá participar en competiciones que puntúen para el ránking mundial a ninguna atleta transgénero que haya pasado por la pubertad masculina. Asimismo, agregó que se creará un grupo de trabajo para seguir investigando las directrices de elegibilidad de los transexuales. "No vamos a decir que no para siempre", afirmó Coe.
La medida dificulta la participación en pruebas atléticas de nivel de un colectivo que ya de por sí lo tenía complicado. Desde 2019, a raíz del caso de Caster Semenya, World Athletics ya exigía a las mujeres una testosterona por debajo de los cinco nanomoles por litro durante un año, una medida que era el doble de exigente que la establecida por el COI (10 nanomoles por litro), pero esto era insuficiente para los expertos que seguían denunciando las ventajas físicas con respecto a sus competidoras nacidas mujer.
Numerosos estudios científicos han tratado de demostrar la injusticia que supone incluir atletas trans en categorías femeninas. Uno de los más rotundos, realizado con militares, da la razón a la decisión tomada por World Athletics.
Esta investigación sugiere que las mujeres transgénero mantienen una ventaja atlética sobre sus compañeras cisgénero incluso después de un año de terapia hormonal. Los resultados, publicados en el British Journal of Sports Medicine, establecen que el período de espera actual de un año para los atletas olímpicos que están en transición es inadecuado. “Para el nivel olímpico, el nivel de élite, diría que probablemente dos años es más realista que un año”, dijo el autor principal del estudio, el Dr. Timothy Roberts, pediatra y director del programa de capacitación en medicina adolescente en Children’s Mercy, Hospital de Kansas City (Misuri).
Esta tesis cuestiona las normas aprobadas por el COI en 2015 en las que se indican que aquellos que pasen de mujer a hombre pueden participar sin problemas en competiciones masculinas, mientras que aquellas que sigan un camino inverso deberán cumplir una serie de condiciones para evitar competir con ventaja. Estas normas, fundamentalmente la que señala que el nivel de testosterona en suero (la hormona masculina, la que da fuerza y velocidad y da ventaja a los hombres sobre las mujeres) debe ser inferior a 10 nanogramos por litro durante al menos los 12 meses anteriores a la competición en que se desea competir, obligarán a las mujeres a someterse a terapias hormonales.
Un año fue precisamente el tiempo que estuvo alejada Lía Thomas de la natación para realizar su transición. Hasta 2019, formaba parte del equipo masculino de la Universidad de Pensilvania bajo el nombre de Will Thomas. Tan solo un después de comenzar el tratamiento hormonal para suprimir la testosterona que su organismo producía de forma natural, la Asociación Nacional Deportiva Universitaria (NCAA) aceptó su traspaso al equipo femenino de natación. Y en noviembre de este año comenzó a competir en la categoría femenina batiendo todos récords y generando un sonoro escándalo a nivel mundial. Ahora, este nuevo estudio afianza los argumentos de lo que se oponen a que la nadadora compita en categorías femeninas por las “ventajas de su cuerpo biológicamente masculino” y da la razón a la federaciones de rugby, ciclismo o atletismo.
Al año mantienen sus ventajas
El periodo establecido por el COI es, según este estudio, totalmente insuficiente. “Al año, las mujeres trans todavía tienen una ventaja sobre las mujeres cis”, dijo, refiriéndose a las mujeres cisgénero o no transgénero.
Roberts comenzó a investigar el desempeño atlético de hombres y mujeres transgénero mientras estaba en la Fuerza Aérea, trabajando con el coautor y médico, el teniente coronel Joshua Smalley, en una clínica que coordinaba la atención para los aviadores que iniciaban o continuaban su transición de género.
Los miembros del servicio activo deben realizar una prueba de preparación física cada seis y 12 meses. Roberts, Smalley y otro coautor, el Dr. Dale Ahrendt, se dieron cuenta de que tenían acceso a datos sólidos sobre los miembros del servicio antes, durante y después de que comenzaran el tratamiento de reemplazo hormonal.
Los tres médicos realizaron una revisión retrospectiva de registros médicos y pruebas de condición física de 29 hombres transgénero y 46 mujeres transgénero de 2013 a 2018. La evaluación de la condición física de la Fuerza Aérea incluye la cantidad de flexiones y abdominales realizadas en un minuto, y el tiempo requerido para correr 2.5 kilómetros. También tenían registros sobre cuándo los sujetos comenzaron con testosterona o estrógeno, el tipo de hormona utilizada y la cantidad de días desde que comenzó el tratamiento hasta que sus niveles hormonales alcanzaron el rango normal de adultos para una persona cisgénero.
Más flexiones y abdominales, dos años después
Durante los primeros dos años después de comenzar con las hormonas, las mujeres trans en su revisión pudieron hacer un 10 por ciento más de flexiones y un 6 por ciento más de abdominales que sus compañeras femeninas cisgénero. Después de dos años, dijo Roberts a NBC News, “eran bastante equivalentes a las mujeres cisgénero”. Sus tiempos de carrera también disminuyeron, pero dos años después, las mujeres trans seguían siendo un 12 % más rápidas en la carrera de 2,5 km. que sus competidoras cisgénero.
Como era de esperar, la testosterona también afectó a la condición física de los hombres transgénero: antes de comenzar con las hormonas, realizaban menos flexiones de brazos y tenían tiempos de carrera más lentos que los hombres cisgénero en el grupo de control. Sin embargo, después de un año de tratamiento, esas diferencias desaparecieron.
Con los abdominales, los hombres trans eran comparables a los hombres cisgénero antes del tratamiento y, de hecho, los superaron después de un año con testosterona. El seguimiento más prolongado de cualquier participante fue de dos años y medio, según Roberts. “Estar en el ejército tal vez no sea lo mismo que ser un atleta de élite, pero agregó es una situación comparable, en la que tienes a alguien haciendo todo lo posible para mantener o mejorar sus habilidades”, agregó.
El debate sigue abierto y el COI se lava las manos. No ha establecido criterio alguno para los Juegos Olímpicos de París 2024 y deja la protección del deporte femenino en manos de las federaciones. La senda del revisionismo parece no tener marcha atrás.
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