Champions League

Kiev

La Historia no quiere esperar

El Real Madrid de Zidane persigue en Kiev entrar en el club de los elegidos que han ganado tres veces seguidas la Copa de Europa. La única duda en el once es el acompañante de Ronaldo en el ataque. El Liverpool persigue su sexto título y el regreso a la élite continental de la mano de Klopp y su trío atacante.

La Historia no quiere esperar
La Historia no quiere esperarlarazon

El Real Madrid de Zidane persigue en Kiev entrar en el club de los elegidos que han ganado tres veces seguidas la Copa de Europa. La única duda en el once es el acompañante de Ronaldo en el ataque. El Liverpool persigue su sexto título y el regreso a la élite continental de la mano de Klopp y su trío atacante.

No quieren en el Real Madrid que les digan que son favoritos, porque consideran que es un modo de quitar presión al Liverpool, de permitir que el rival juegue más liberado esta noche en Kiev. Pero es que el Madrid es el campeón, el equipo que busca un hito con su tercera copa consecutiva. Está tan solo a un paso de la gloria. No se le escapa eso a nadie en el vestuario blanco, porque los jugadores, aunque no lo digan, están muy atentos a las estadísticas y a las marcas. Y la que persigue hoy el grupo de Zidane son palabras mayores en el fútbol. Ganar la Copa de Europa es una guerra, es tener todo a tu favor, equivocarte menos y muchas veces, como ha comprobado el campeón durante esta edición de la Champions, sobrevivir. Conquistarla una vez es un éxito; dos veces seguidas, un milagro; tres sólo está al alcance de los elegidos.

Ha sido una competición de tono mayor, contra los mejores de los países europeos con más tradición futbolística y ha empleado el Madrid su oficio para salir adelante en las situaciones más peliagudas. Hay aficionados del Bernabéu que han acortado su vida en las dos últimas eliminatorias, cuando vieron cómo la ventaja conquistada en la ida, en Turín y en Múnich, se desvanecía al primer minuto de juego y el resto del partido se convertía en un ejercicio en el alambre. Pero ha aguantado, como un campeón rocoso, que ha aprendido a manejarse y a resistir los golpes más duros y que se sabe con talento para decidir. Ha aguantado, ha pasado por la Liga sin mucho entusiasmo, se cayó de la Copa de una manera inesperada, pero se planta en el momento decisivo, en el encuentro que justifica la temporada, tres años y toda una época con todos sus efectivos en forma, dispuestos a pelear por un puesto en el equipo titular.

Si la campaña pasada Zidane se destapó como un entrenador que utilizó dos equipos que podían competir al máximo nivel, en ésta ha dado otro paso y ha sido un técnico más intervencionista que nunca, variando el dibujo y el equipo titular según las circunstancias o el rival. Ha cambiado incluso en mitad de los encuentros, buscando siempre el máximo beneficio. Ha dado un papel principal en días señalados a futbolistas como Lucas Vázquez, Asensio y Kovacic y le ha salido, otra vez, bien. Pero para hoy y después del ensayo contra el Villarreal, todo indica que el francés va a apostar por un once muy parecido al que pasó por encima de la Juve en Cardiff, en la final del año pasado. La única duda que arrastra el conjunto blanco es el compañero de Ronaldo. O Benzema, el delantero del que se fía Zidane; o Bale, el jugador que ha llegado como un tiro a este tramo decisivo del curso. Con Isco detrás y los tres centrocampistas de toda la vida. Es un equipo que va a querer tener el balón y también que puede sufrir si el Liverpool de Klopp le busca por las bandas.

Zidane sabe que el técnico alemán le va a dar mil vueltas al choque y que le va a apretar en sus puntos débiles. Klopp quiere un encuentro al mayor ritmo posible, mordiendo al Madrid al sacar la pelota para recuperarla cerca de la portería de Keylor y buscándole siempre la espalda. Cada balón es el último y en la final de Champions, más. Los grandes entrenadores consiguen que sus equipos se parezcan a su forma de ser y se conviertan en una expresión más de su carácter. El Liverpool es Klopp: un equipo nervioso, valiente y que tiene a tres futbolistas arriba que han dejado su huella en Europa. Los defensas del Madrid se han cansado de contestar estos días que qué hay que hacer para frenar a Salah, Mané y Firmino y, con la lección bien aprendida, han contestado que no son sólo esos tres, que es más. Seguro, pero sin esos tres arriba, el Liverpool sería un equipo vulgar con serios problemas defensivos.

Su virtud consiste en esconder lo máximo posible su fragilidad defensiva golpeando al rival hasta que le deja sin capacidad de reacción. Su semifinal contra la Roma fue un ejemplo perfecto de lo que es el conjunto inglés: un equipo que arrolla (como durante un buen rato en la ida), pero que de repente se da cuenta de que tiene los pies en el barro (todo el partido de vuelta).

Sin duda la final tiene un tinte histórico: no sólo por la de 1981 sino por todo lo que significan el Liverpool y el Madrid en el fútbol. El equipo inglés busca la sexta Copa de Europa y regresar a la élite. El español es más ambicioso: quiere ser leyenda.