Fórmula Uno
El plan de Mercedes con Red Bull: primero desestabilizar y luego fichar
En el fin de semana del Gran Premio de Australia, la escudería alemana trabaja fuera del asfalto en debilitar al equipo energético y convencer a Verstappen. A Toto Wolff, el capo de Mercedes, sólo le vale una operación que esté a la altura de la salida de Hamilton
El sector del automóvil es uno de los más fuertes del planeta económicamente hablando y la Fórmula Uno encarna sus virtudes y también todos sus defectos. Hoy se considera a muchas disciplinas deportivas un negocio, la F-1 siempre tuvo ese carácter porque muchos fabricantes vieron en la competición un escaparate perfecto para vender sus productos y poder influir en la industria.
Lewis Hamilton anunció el pasado enero que abandonaría Mercedes a final de 2024 para fichar por Ferrari. Es decir, el mejor piloto de la historia, empatado a títulos con el más grande, Michael Schumacher, dejaba la escudería alemana para irse a Italia. ¿Alguien pensaba que esto quedaría así? Fue entonces cuando, de repente, empezaron los problemas en el equipo que hoy domina con autoridad la F-1, Red Bull. Surgieron investigaciones internas azuzadas desde el exterior, intrigas, conspiraciones, filtraciones interesadas a la prensa… todo con el único objetivo de desestabilizar y devolver el golpe deportivo y mediático recibido.
La mejor respuesta que puede ofrecer Mercedes, y eso lo tienen clarísimo en Alemania, al órdago de Hamilton marchándose al equipo rival es fichar al mejor piloto de la categoría y ese no es otro que Max Verstappen. Hacerlo a golpe de talonario sería posible, pero siempre sale más barato embarrar la situación, meter fango donde antes no lo había y así abaratar posibles operaciones en un futuro a corto plazo.
Y en ese escenario se están moviendo desde el entorno de Mercedes, uno de los protagonistas fundamentales de la industria del automóvil. Su responsable en la F-1, Toto Wolff, que es austríaco como la escudería rival, siempre se ha caracterizado por mover todos los hilos desde la discreción, sin hacer demasiado ruido. Solo se pudieron ver las costuras cuando Mercedes y Hamilton perdieron el Mundial de 2021 en la última vuelta del campeonato, pero aquello fue fruto del azar y de una situación que llegó dada sin mucho más que hacer. Y todo ocurrió en apenas unos segundos.
Wolff encarna el nuevo poder, el nuevo bando que manda en la Fórmula Uno y eso es mucho decir. Quiere fichar a Verstappen como sea y así poder justificar ante sus responsables el golpe recibido al comienzo de este curso. Es como si alguien quiere abandonar el Real Madrid para irse a otro equipo. Pocos futbolistas han triunfado después de dejar, voluntariamente, el equipo blanco. Y en esas están.
La guerra civil en Red Bull se ha desatado y desde el exterior han aprovechado la marejada inicial para avivar la mecha todo lo posible. Christian Horner, responsable de Red Bull, ha superado una investigación interna; los Verstappen están en su contra; el inglés está en entredicho y los herederos de los creadores de la compañía no saben qué papel tomar en todo este entramado. Hay mucho dinero en juego y, sobre todo, un prestigio que mantener en todos los casos, desde la empresa de bebida energética hasta la propia Mercedes, que no puede permitirse correr la F-1 con pilotos que no sean de renombre. George Russell no es una figura destacable por lo que todos los esfuerzos se centran en Verstappen. Y si fallara la operación tendría que optar por un piloto como Alonso.
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