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Medvedev se corona en el US Open y se entromete entre Djokovic y la Historia

El serbio buscaba su vigésimo primer Grand Slam y romper el empate con Nadal y Federer, pero jugó muy tensionado y el ruso venció (6-4, 6-4 y 6-4) para llevarse su primer “Grande”

Medvedev y Djokovic se saludan después de la final del US Open
Medvedev y Djokovic se saludan después de la final del US OpenJUSTIN LANEEFE

Lo que parecía imposible, hecho realidad por Daniil Medvedev. Era el gran día de Novak Djokovic: la Historia, con mayúsculas, le esperaba, todo preparado para convertirse en el tenista con más Grand Slams de la historia, 21, rompiendo el empate con Nadal y Federer, y para conseguir sumar el mismo año el Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open, algo que en la denominada “era Open”, cuando el tenis pasó del amateurismo al profesionalismo, sólo había logrado Rod Laver hace mucho, muchísimo, en 1969. El último obstáculo que le quedaba era Medvedev. Poca broma, el número dos del mundo, una máquina. Pero estamos hablando de Novak Djokovic, el infalible... O el casi infalible, porque en su gran día, falló. Gloria para Medvedev, que en su tercera final de un “Grande” hizo bingo (6-4, 6-4 y 6-4). Casi todos los aficionados se quedaron ojipláticos por lo sucedido. En la grada estaban todos los VIPS posibles, desde Brad Pitt a Maria Sharapova. Querían ver a un hombre convertirse en un mito, pero...

No empezó bien el partido para el número uno, pero eso no es una novedad en este torneo. Arrancó sacando, se puso 40-15, pero no lo supo cerrar y sufrió el primer break. Lo que hizo Medvedev con su saque desde ese momento en ese parcial inicial fue realmente salvaje. Cuidado, que enfrente estaba el mejor restador del mundo, pero empezó a meter primeros, servicios a la línea, a la “t” cortados, abiertos... Su porcentaje de primeros dentro fue del 63, y los 15 puntos en los que lo consiguió los ganó. Sin fallo. Y así fue volando hasta tomar la primera ventaja en el marcador.

Pero Nole ha empezado cinco partidos con un set en contra, y los cuatro anteriores no fue suficiente, por mucho que los oponentes que lo consiguieron fueran Berrettini o Zverev. Siempre encontraba el camino. Se esperaba su reacción, su despertar, y ahí estuvo, en realidad. Comenzó a poner restos en juego profundos, su especialidad. Se puso 0-40, tres oportunidades de rotura, pero nada. No tembló Medvedev. Tenía la táctica muy estudiada el ruso: mucha pelota dentro, mucha bola al medio, que fuera Novak el que tuviera que apretar y acelerar y fallar. Le podía en los intercambios y si no, se salvaba con el saque. Cuando al siguiente juego no aprovechó otros dos pelotas de rotura, Djokovic estalló: reventó la raqueta contra el suelo con mucha violencia. Muchas veces, eso suele ser el comienzo de una remontada. Nervios fuera y empieza un nuevo partido. Esta vez no. Al revés. El número uno del mundo colapsó y todo fue a peor. No encontraba la manera de hacer daño a Medvedev y no se pareció en nada al tenista que es. Se desordenó, cometió muchos errores e incluso bajó los brazos, algo poco habitual, porque es el jugador con más capacidad para resucitar cuando todo parece perdido, a la par quizá de Nadal. Cuanto más se le exige, mejor juega. Nada de eso sucedió en la final. Empezó a jugar mucho en la red, lo que está lejos de su estilo. A hacer cosas que no venían a cuento.

Medvedev inició el tercer set con un break, y después con otro, para marcharse hasta el 4-0. Sólo la presión, la tensión del momento, podía ser su enemigo. Le llaman el hombre de hielo, pero los nervios también llamaron a su puerta y la primera pelota de partido que tuvo la falló con una doble falta, a la que siguió otra. El ruso vio como del 5-1 pasaba al 5-4, pero a la segunda no se equivocó, por mucho que el serbio se lo pusiera difícil, en plan muro. Otra vez hizo doble falta en una bola de campeonato, pero a la siguiente el saque no volvió. Ya es campeón de Grand Slam.

La tensión sí doblegó a Djokovic, que incluso antes del último juego del partido lloró. Había dicho en la previa que jugaría ese partido como si fuera el último. Quizá ese fue el principio de su final. Se queda el serbio con 20 “Grandes” y todo queda en empate en este 2021: tiene 20, como Nadal y Federer, a los que ha atrapado este curso. Próxima ocasión de romper el empate: Abierto de Australia 2022.