Tenis

Nadal cae lesionado y cojo dice adiós al Open de Australia

Rafa sufrió un pinchazo en la cadera en el tramo final del segundo set que le impidió pelear con un sorprendente Mackenzie McDonald. Cayó por 6-4, 6-4 y 7-5

Unas molestias en la cadera acabaron con la aventura de Nadal en el Open de Australia. Fue en el octavo juego del segundo set y con Mackenzie McDonald dominando el partido cuando el físico traicionó a Rafa. El drama llegó en una derecha profunda del estadounidense a la que trató de llegar. No lo hizo, se llevó la mano a la pierna izquierda y miró a su palco con cara de “tengo un problema gordo”. Apareció el fisio, se marchó a vestuarios y regresó para intentar seguir en la lucha. McDonald se había llevado el primer set, dominaba el segundo y Nadal se empeñó en un imposible. Cayó cojo por 6-4, 6-4 y 7-5 después de dos horas y 32 minutos.

MacKenzie McDonald había prometido un partido “memorable, más divertido que en Francia”. Lo fue hasta la lesión de Rafa. Su único duelo con Nadal había sido en la segunda ronda de Roland Garros hace tres años. Cayó en tres sets, ganó cuatro juegos (6-1, 6-0, 6-3) y estuvo en la Philippe Chatrier apenas 100 minutos. Lo de Melbourne no tuvo nada que ver. La Rod Laver Arena estaba cubierta por la lluvia, la bola botaba más baja que el primer día y McDonald estuvo lejos de comportarse durante muchos minutos como el número 65 del mundo. El estadounidense cuenta con un buen saque, una buena derecha, no flojea demasiado en ningún apartado del juego, pero en un imaginario ranking ninguno de sus golpes estaría entre los diez mejores del circuito. Y llegaba después de darse una paliza en primera ronda (cinco sets y más de cuatro horas) ante su compatriota Nakashima.

Pues la primera hora ante Nadal fue efectivamente “memorable”. Su padre Michael, que le apuntó a una escuela de tenis en California con tres añitos porque el sueño de su vida era tener un hijo que fuera tenista profesional, puede estar orgulloso de los 60 minutos que se marcó su “Mackie” en la Rod Laver. Entre la colección de saques directos, una buena derecha y el descaro desde el fondo de la pista apenas empezado el partido Rafa ya había encajado dos breaks. La fluidez de Nadal ante Draper no apareció por ningún lado. Y el español se sintió sometido pese a que trató de reengancharse con una ruptura en el sexto juego. McDonald no titubeó y agarrado a su saque y su derecha se encontró con que el primer parcial era suyo.

Y no sólo eso. Arrancó el segundo set igual que el primero. El estadounidense mandaba y Rafa seguía sin arrancar. La situación empezaba a ser inquietante con una bola de break para McDonald. La posibilidad de verse con un 0-3 en contra despertó a Nadal, que fue capaz de encadenar tres juegos seguidos. Fue a base de fe, intensidad, gritos, puños cerrados... más que por puro tenis. Los errores de “Mackie” aparecieron, el partido se equilibró y Nadal mandaba por primera vez (3-2). Pero fue momentáneo. El estadounidense siguió liberado. Fue capaz de volver y siguió mandando con un nuevo break. Rafa no se sentía a gusto. Estrelló una pelota contra la red, dio un puñetazo a sus raquetas en el descanso, pero lo peor estaba por llegar... En el primer punto del octavo juego, al resto, trató de devolver una derecha profunda de McDonald. Llegó muy justo y no pudo devolverla. Hizo un gesto extraño, una especie de doble salto, y se llevó la mano a la zona alta de la pierna izquierda. ¿Pinchazo? ¿La cadera? Las miradas inmediatas a su palco revelaban un problema físico serio. Se confirmó en los siguientes puntos en los que apenas pudo desplazarse. Alarma roja. Un tiempo médico de tres minutos, la aparición del fisio para tantear la zona, la marcha a los vestuarios para un tratamiento apresurado y el regreso a pista para intentar seguir en la pelea.

Rafa apenas podía desplazarse. Fue capaz de apuntarse el siguiente juego, pero McDonald se apuntó el segundo set. La situación recordaba a la final de hace nueve años de Nadal ante Wawrinka en Melbourne. Una contractura en la espalda le hizo imposible tener opciones de pelear por el título pese a que fue capaz de ganar el tercer set. Aquí se trataba de soltar palos para sobrevivir y que la situación no se agravara.

Lisiado, Nadal empezó a conectar golpes ganadores en puntos que no se prolongaban más allá de los 2-3 golpes. Todo resultaba extraño. Rafa ganaba sus servicios, conectaba saques directos como si nada hubiera pasado. Dominaba siempre y cuando no tuviera que desplazarse. Si McDonald le movía no podía responder, pero el ganador de 22 Grandes seguía agarrado a la Rod Laver. El estadounidense no se lo terminaba de creer. Todo tenía un punto inexplicable. Nadal cojo estaba peleando por prolongar el partido y lo hizo hasta el undécimo juego cuando sufrió un break. La lógica y el físico acabaron con la aventura de Nadal en Melbourne.

Amenaza de caos por el tiempo

El verano de Melbourne no está respetando el desarrollo del torneo. Primero fue el extraordinario calor que se vivió en la segunda jornada y que obligó a paralizar los partidos durante cuatro horas. Luego llegaron las tormentas y provocaron la suspensión de una veintena de partidos. La amenaza de lluvia se confirmó en la tercera jornada. El Melbourne Park cuenta con techos retráctiles en sus tres pistas principales, pero todas las exteriores son al aire libre. Eso provocó que durante toda la mañana de Australia no se disputaran partidos “outdoor”. La conclusión es que mientras hay algunos jugadores que ya están en tercera ronda hay otros que todavía no se han estrenado en el torneo. Y eso supone que si todo se desarrolla con relativa normalidad a partir de ahora no se descarte que haya tenistas que deban disputar dos rondas el mismo día.