Boeing
Boeing descubre un nuevo fallo en sus 737 MAX
Un defecto en el cableado de la cola del avión podría explicar los accidentes. La compañía baraja endeudarse y recortar costes
Los 737 MAX de Boeing tendrán que esperar aún más para volver a despegar. Cuando la crisis del fabricante estadounidense parecía haber llegado a su punto más hondo, el descubrimiento de un nuevo fallo ha conseguido prolongar su mala racha. La inspección de seguridad del Boeing 737 MAX, encargada por la Administración Federal de EE UU (FAA por sus siglas en inglés) después de que 346 personas fallecieran en los accidentes de Indonesia y Etiopía, podría haber detectado la causa de ambos desastres. Aunque las investigaciones iniciales apuntaban a que la colisión se habría producido por un fallo en el sistema de estabilización, los últimos datos revelados por la cadena estadounidense CNN centran la atención en la cola del avión. Un ingeniero de Boeing comunicó al medio la preocupante posibilidad de que las dos secciones del cableado de la parte trasera de las naves se encuentren demasiado cerca entre sí, lo que derivaría en un cortocircuito y en un inevitable accidente aéreo. Un portavoz de Boeing confirmó el nuevo descubrimiento que forma parte de «un riguroso proceso» para afianzar la seguridad de los 737 MAX, informa la CNN.
En este contexto, la suspensión temporal de la producción de este modelo podría prolongarse y con ella la agonía económica del mayor exportador de manufacturas de EE UU. La FAA ya advirtió a Boeing que no darían luz verde al avión hasta que estuvieran completamente seguros de su fiabilidad. Si el pasado mes de diciembre la fecha para retomar la producción se situaba entre febrero y marzo, las previsiones ahora son aún más pesimistas. Tanto es así que Boeing está barajando endeudarse para lidiar con este nueva noticia. Según informó ayer el diario «The Wall Street Journal», la compañía también estaría pensando en congelar adquisiciones y recortar gastos en investigación y desarrollo para conservar cierta liquidez.
Los costes de esta crisis aeronáutica superan ya los 9.000 millones de dólares y no solo le han pasado factura a la compañía, que decidió apartar a Dennis Muilenberg de la presidencia. Además, sus acciones se desplomaron un 25% en Bolsa. La retirada del servicio de los aviones y la paralización de la producción han dejado daños colaterales como el cierre de bases y el despido de empleados de Ryanair por el retraso en las entregas. El parón en las fábricas de la compañía que cuenta con 137.000 empleados en Estados Unidos ha repercutido inevitablemente en la economía del país. Esto ha supuesto una caída del 17% de su producción aeroespacial hasta octubre de 2019, en comparación con el mismo periodo de 2018.
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