Agricultura

El campo estalla: es el único sector que destruye empleo tras el alza del salario mínimo

El 44% de los agricultores cobra el SMI, frente al 11% de los Servicios y el 5% de la Construcción. La ocupación agrícola cae por primera vez desde 2014 y su paro sube en 11.000 personas

Los agricultores están al límite. «Al límite de la rentabilidad, al límite de sus fuerzas, al límite de seguir con su trabajo o de tirar la toalla», claman las asociaciones del sector. Esta es la realidad que sufren las cientos de miles de familias que se dedican a la producción de alimentos en España. Después de unos años muy duros de crisis, y tras cuatro años de recuperación, 2019 supuso un paso atrás para el campo español, que no puede más y ha estallado contra el Gobierno. Los malos datos de empleo conocidos esta semana han sido la puntilla para un sector que ha comenzado a movilizarse para tratar de encontrar un salvavidas en un barco que zozobra y hace aguas. Tal es el nivel de tensión que ayer, en Don Benito (Badajoz), una manifestación a las puertas de una feria agrícola que iba a ser inaugurada por el ministro Luis Planas acabó con cargas policiales y varios heridos.

La situación que atraviesa el sector es extremadamente frágil, golpeado por los bajos precios que reciben por sus productos. Con la rentabilidad al límite en muchas explotaciones, las dos últimas subidas del salario mínimo impulsadas por Pedro Sánchez en 2019 y 2020 son la gota que ha colmado el vaso. De hecho, el propio presidente extremeño, el socialista Guillermo Fernández Vara, ha exigido una reunión con la nueva ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Podemos), para analizar el impacto que la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ha podido tener en el incremento del paro en la región. No en vano, el número de desempleados ha aumentado en la comunidad en el último trimestre en 18.700 personas, un 19%.

El sector con más salario mínimo

La Agricultura fue el único sector que destruyó empleo el año pasado (-31.700), lo que además supone un cambio de tendencia. Tras la crisis, desde finales de 2015 la ocupación agrícola subió durante cuatro años, por lo que la caída de 2019 es la primera en un lustro. Lo mismo sucede con el número de parados, que tras cuatro años de descensos subió el año pasado en 11.000 personas. La subida del salario mínimo afecta especialmente a la agricultura, pues es el sector con un mayor porcentaje de asalariados con este tipo de sueldo. Según Comisiones Obreras (que junto a UGT han restado importancia al impacto del reciente alza salarial), el 44% de los trabajadores del campo cobra el SMI, frente al 11% en Servicios, el 5% en Construcción y el 4% en Industria. Con Sánchez en La Moncloa el SMI ha pasado de 736 euros brutos en 14 pagas a 950 euros, y apunta a 1.200 euros en 2023.

Fernández Vara acudió ayer junto a Planas a Agroexpo, la feria de Don Benito frente a la que se manifestaron hasta 10.000 agricultores. Los incidentes llegaron cuando los manifestantes rompieron el cordón de seguridad para tratar de acceder al interior del recinto ferial, lanzando además botellas de aceite, lo que provocó las cargas de la Policía Nacional. Como consecuencia, 16 agentes y tres manifestantes resultaron heridos de carácter leve, según la Delegación del Gobierno. El ministro, que acaba de enchufar a su jefe de gabinete en Roma, aseguró que comprende «la preocupación de muchos de los agricultores y ganaderos» ante la situación que atraviesan y los bajos precios de las producciones, aunque recordó que «ni la administración autonómica ni la nacional puede fijar ningún precio», informa Efe.

Desde las principales organizaciones agrarias (UPA, COAG y Asaja) tienen previsto un calendario de movilizaciones para las próximas semanas. Su principales quejas son tres: la falta de precios justos, ya que «la gran distribución e industrias son pocos y poderosos, y los agricultores muchos y débiles»; los recortes en las ayudas públicas y la imposición de barreras comerciales como el veto ruso, el Brexit o los aranceles de Trump; y la subida de los costes de producción, incluido el SMI. «Los agricultores y ganaderos no tienen capacidad de trasladar esa subida al precio de sus productos y se ven obligados a vender por debajo de sus costes. Esto ahoga a los productores de forma sangrante, hundiendo sus posibilidades de futuro y abocando al cierre a muchas explotaciones», afirman.