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Consumo y producción responsables, claves para mantener nuestro estilo de vida

Hará falta en 2050 el equivalente a casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales necesarios. Aquí, la economía circular juega un papel destacado

Cada año, alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos se pudre en los cubos de basura de consumidores y minoristas
Cada año, alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos se pudre en los cubos de basura de consumidores y minoristasDreamstimeDreamstime

Producción y consumo responsable. Ésta es la principal meta que persigue el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 12 cuyo fin último es hacer más y mejores cosas con menos recursos.

Los expertos apuntan que el modelo de producción lineal que lleva con nosotros desde la primera Revolución Industrial es insostenible. Si no cambiamos nada, en 2050 se necesitará el equivalente de casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales precisos para mantener el estilo de vida actual. Según la ONU, cada año, alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos –el equivalente a 1.300 millones de toneladas, por un valor aproximado de 1 billón de dólares– termina pudriéndose en los cubos de basura de los consumidores y los minoristas, o deteriorándose a causa de las deficientes prácticas de recolección y transporte.

Por otro lado, los hogares consumen el 29% de la energía mundial y contribuyen al 21% de las emisiones de CO2 resultantes. Sin embargo, si toda la población mundial pasara a utilizar bombillas de alto rendimiento energético, ahorraríamos 120.000 millones de dólares al año.

OTRO MODELO

Los expertos apuntan a la importancia de virar hacia un modelo de producción circular. Frente a la vieja concepción de crear, usar y tirar, la economía circular exige contemplar desde el principio todo el circuito de la cadena de valor: desde el uso de los materiales, el diseño del producto, la forma y modelo de producción, el consumo energético, pasando por el modelo de consumo y distribución, reparación y reutilización para que vuelva de nuevo al circuito del proceso productivo y se cierre el círculo.

«La economía circular es una más de las manifestaciones de esa creciente preocupación medioambiental que, lejos de estar en su apogeo, está en sus inicios. Cuando dentro de 10 o 20 años miremos atrás nos daremos cuenta de que estamos al principio de una transformación profunda de los modelos de producción y de consumo de nuestras economías. Una transformación que, como estamos viendo ya, requiere que los empresarios y directivos estén persuadidos de la importancia del medio ambiente desde la convicción, la conveniencia o la coacción. Y ahora se dan los tres planos: la regulación lo exige; las razones económicas para el cambio son evidentes y cada vez más empresas y directivos actúan por convicción. Las compañías deben entender cuáles son los impactos medioambientales que generan y analizar cómo pueden minimizarlos pensando en el ciclo completo de la cadena de valor del producto o servicio», reflexiona Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España. Actualmente, apenas el 9,1% de la economía mundial es circular, según la medición del «think tank» Circle Economy recogida en su informe 2019 Circularity Gap Report. El estudio detalla una hoja de ruta para cerrar el círculo y materializar el beneficio de 1,8 billones de euros que se calcula traerá consigo la economía circular solo en la Unión Europea.

En 10 años, ese 9% quedará atrás. La escasez de recursos naturales; los evidentes estragos del cambio climático; la creciente concienciación de la sociedad; la apuesta por la sostenibilidad; la presión de los consumidores e inversores; las normas…Todo, absolutamente todo apunta hacia un futuro circular. «Vamos en la dirección en la que la sostenibilidad ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación. Hoy nadie se atreve a decir que el cambio climático es una patraña. En 2030 miraremos a los que en 2020 decían que el cambio climático no es relevante como hoy miramos a los que dicen que la Tierra es plana», añade Pueyo.

La regulación empuja. La Comisión Europea, por ejemplo, presentó en 2015 el Plan de Acción para la Economía Circular y en 2017 el Plan de Implementación, al que han seguido múltiples medidas y regulaciones. Entre ellas, el calendario para el fin de los plásticos de un solo uso en 2021. En Europa ya se recicla en torno al 36% de los residuos. España presentó en 2018 un borrador de estrategia España Circular 2030.

Poco a poco, los sectores empiezan a adoptar un pensamiento circular. «Las empresas están analizando todo el proceso ’’end to end’’ pasando de un modelo ‘‘push’’, tendente a fabricar mucho y barato para inundar el mercado, a un sistema ‘‘pull’’, que implica adaptar el modelo productivo a lo que realmente el consumidor necesita en las cantidades precisas para satisfacer la demanda», explica Enrique Porta, socio responsable de Consumo de KPMG en España. «Estamos siendo testigos de cómo el sector empresarial está invirtiendo importantes esfuerzos en la innovación y adaptación de los modelos de negocio desde una aproximación circular y que suponen una mejora de la competitividad, crecimiento empresarial, anticipación y gestión de riesgos, así como ‘‘engagement’’ con sus grupos de interés y reputación de las empresas», afirma Raquel Canales, responsable del grupo de acción de Economía Circular de Forética.