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Rosa Duce: “Pasarán años hasta que recuperemos la riqueza anterior a la crisis”

Aunque considera que lo peor de la crisis generada por el nuevo coronavirus ha pasado, la economista jefe de Deutsche Bank en España apuesta por el realismo a la hora de analizar la situación económica

Rosa Duce Tello, economista jefe de Deutsche Bank en España
Rosa Duce Tello, economista jefe de Deutsche Bank en EspañaCristina BejaranoLa Razón

Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank en España, repasa la actualidad económica en esta entrevista con LA RAZÓN. Confía en la progresiva recuperación económica que ya se ha iniciado tras lo peor de la pandemia, pero alerta de optimismos exagerados porque el nuevo coronavirus sigue ahí, la situación de EE UU es muy inestable y “tardaremos años en recuperar la riqueza que teníamos antes de la crisis”.

Tras las previsiones económicas de BdE, OCDE, Reserva Federal... ¿con qué perspectivas ve el futuro más inmediato?

Todo es muy incierto ahora. El escenario base del que hablamos casi todos los analistas es que el coronavirus no vuelva con la misma virulencia y por lo tanto no se produzca un nuevo confinamiento, por lo que los daños se produzcan fundamentalmente en este primer semestre de 2020. Eso haría que la economía se contrajera enormemente en esta primera parte del año pero que la progresiva apertura de las economías y la del turismo consiguieran atenuar las caídas y tuviéramos un comienzo de la recuperación a principios de 2021. El problema es que las caídas van a ser tan fuertes que, como han advertido la OCDE o la Reserva Federal, en volver a la riqueza anterior a la crisis de la COVID-19 se va a tardar años. Hablaba Jerome Powell de que en el caso de EE UU sería en el año 2022, y en el caso de España nosotros pensamos que nos vamos a ir a 2023. Nuestra economía está basada en servicios, y en servicios vinculados al consumo. Esta característica, que nos benefició con un consumo más potente el año pasado, cuando otras economías europeas fueron más castigadas por la guerra comercial, ahora nos perjudica y por eso somos la economía más castigada.

Aparte del turismo, ¿qué otros sectores nos hacen más vulnerables ahora?

Nos afecta fundamentalmente en el turismo y la hostelería, pero también hay que destacar que en los últimos años España se había convertido en líder en manufacturas como las del automóvil y bienes ligados a él, y justo este sector también es uno de los más dañados. Esa diversificación que la economía española ha conseguido en los últimos diez años, con unas exportaciones con mucho mayor valor añadido, se ha visto ahora muy dañada. Si sumamos el turismo y los sectores industriales, que son precisamente los que más fuerza tenían, es lógico que la economía española sea la que más sufra.

También se le achaca con frecuencia a España que carece de grandes empresas, que son las que mejor resisten las crisis...

Yo creo que en España tenemos unas empresas muy grandes y muy sólidas, algunas líderes internacionales como Indra, Inditex, Telefónica... que además tienen un gran valor añadido. No es un problema de que nuestras empresas no hayan sabido afrontar esta crisis, lo que sí es verdad que tenemos muchas medianas y pequeñas que se han visto bastante afectadas con estos cierres. De ahí que todas las ayudas que se están haciendo a nivel europeo y a nivel mundial vayan canalizadas a dar financiación a esas empresas. España tiene un tejido industrial en el que hay mucha pequeña y mediana empresa y eso también nos ha afectado, evidentemente.

¿La caída de las bolsas indican que los inversores dudan si las ingentes ayudas de la UE y el BCE serán suficientes para superar la crisis?

Yo creo que no. Creo que esta vez lo que hemos visto es que se ha actuado muy deprisa. Habíamos aprendido de la crisis financiera y lo que ha ocurrido es que tanto los bancos centrales como los gobiernos han puesto muchisimas medidas de estímulo sobre la mesa, y no solo eso, sino que están dispuestos a seguir poniéndolas. El compromiso claro de unos y otros para seguir apoyando a sus economías sigue ahí. No se ha actuado tarde ni con poca magnitud. La clave es que los mercados habían descontado un escenario quizá de color de rosa. Todos, cuando vimos las caídas de febrero y marzo, muy abruptas y muy rápidas, esperábamos una recuperación. Pero esa recuperación fue muy rápida, y el escenario que descontaba esa subida ahora se está poniendo en cuestión. Lo que nos están diciendo todos los analistas es que, efectivamente, la pandemia evoluciona mejor de lo previsto inicialmente, y por tanto la apertura de las economías va a ser más rápida de lo que se esperaba, pero eso no quiere decir que se haya acabado y estemos en un escenario libre de virus. Se descontaba este escenario, se pensaba que esto iba a ser una V y ahora los datos nos dicen que, en primer lugar, no sabemos si va a haber una segunda vuelta de la pandemia, con los nuevos rebrotes que estamos viendo, y también que la nueva normalidad no es la de antes. Dicho esto, creemos que va a haber volatillidad pero no vamos a volver a ver los mínimos de marzo.

Tras esta corrección, ¿con qué modelo de recuperación se queda, la V, el símbolo de Nike o la ya famosa lámpara de Aladino del ministro Escrivá?

Una cosa es la V en lo económico y otra la V en los mercados. La primera, de momento, nos queda mucho para iniciar el camino hacia arriba, porque apenas estamos saliendo de lo peor. En el mejor de los casos la economía se recupera a partir del tercer trimestre y en el año 2021 veríamos cómo las cifras de crecimiento ya son positivas, pero con niveles de riqueza lejanos a lo que teníamos antes. En el caso de las bolsas creo que el pico de la V ya lo vimos en marzo y ahora estaríamos como en una raíz cuadrada, en la que pensamos que habrá volatilidad, sin una corrección como la que vivimos entonces, pero sí es verdad que para seguir subiendo necesitamos noticias positivas..

¿De dónde pueden venir esas noticias positivas?

Pueden venir por ejemplo de que haya un acuerdo en la UE sobre un fondo de reconstrucción, que en la semana pasada añadió volatilidad, porque la reunión de ministros evidenció que en el seno de la zona euro hay mucha disensión. Si hay un acuerdo sería un revulsivo. Si las cifras de la pandemia siguen siendo favorables y si mejoran los datos de confianza, que son los que anticipan el futuro, se van recuperando, como hemos visto en mayo, sería muy positivo. En lo negativo, hay que considerar que cada mala noticia que llega sobre la pandemia es otro foco de volatilidad. También tenemos muchas dudas sobre la economía americana, con todos los problemas internos que tiene el país, la campaña electoral... todo eso da mucha volatilidad.

¿Y en qué sectores puede empezar la recuperación?

En este terreno se ha producido una circunstancia muy curiosa. Los primeros en recuperarse fueron los más benefiados con el nuevo entorno, todo lo que tiene que ver con tecnología, consumo, farmacia... Pero desde hace un mes se ha visto una rotación, porque a medida que crecían las esperanzas de una recuperación más rápida, empezaron a subir las aerolíneas, los hoteles... Ahora, tras la reevaluación de los últimos días, estos últimos han sido los que más han sufrido. A nivel sectorial, a medio o largo plazo nos sigue gustando la tecnología, el mundo va a ser digital, y el sector farmacéutico. Como perdedores vemos la energía y también el sector financiero. Esos serían los dos extremos.

¿Echa de menos alguna medida adicional que no se haya tomado ya en España para paliar los efectos de la crisis?

Creo que lo que estamos haciendo aquí es lo que se hace en todos los países europeos. Básicamente son medidas de apoyo a empresas y contribuyentes. En algunos países como EE UU hay transferencias directas a las familias, pero las medidas son muy parecidas. Hasta ahora se ha intentado paliar los daños con moratorias hipotecarias o de préstamos por ejemplo, y ahora hay que construir para la recuperación, para construir una economía que genere ingresos suficientes como para pagar todos estos gastos.

¿Y cómo se devuelven todas esas ayudas?

Creo que aquí hay que considerar dos factores. Por un lado los bancos centrales van a seguir inyectando liquidez, comprando deuda. Los gobiernos se financian emitiendo deuda, y la clave para devolverla es que no se vuelva explosiva, que la carga de los intereses no te coma año a año, para después, a medida que la economía se recupere, vayas recuperando los ingresos. El papel de los bancos centrales es clave, y tampoco queda otro remedio que mantener los tipos muy bajos, para poder asumir los pagos de la deuda. Para evitar que pase lo que en Grecia necesitamos que esa deuda baje poco a poco. Esto se consigue vía bajos tipos de interés, para que la deuda que vence tenga unos tipos más altos que la que vuelves a emitir, y por supuesto hay que ahorrar. Generar ingresos o reducir gastos. Hay que conseguir que la economía vuelva a producir, que haya más trabajadores, que paguen más impuestos... Y no hay mucho más que hacer, porque las recetas económicas son pocas. Hasta ahora se han tomado medidas para paliar los daños, son medidas muy costosas, y no son gratuitas. A partir de ahora hay que pensar en la recuperación para recuperar los ingresos. Europa nos puede ayudar mucho, pero veremos en qué queda el fondoo de reconstrucción, porque no es gratis, tendremos que devolverlo. Es cierto que será importante si gran parte de esa ayuda viene vía transferencia y no préstamos. El Gobierno tendrá que justificarlo, porque va a haber control.

La crisis del sector financiero

Respecto al sector financiero, ya muy castigado, ¿qué previsiones han hecho para el futuro inmediato?

Creo que la gran diferencia con respecto a lo que ocurrió hace diez años es que entonces tuvimos una crisis financiera que terminó siendo una crisis económica y luego derivó en una crisis de deuda. Lo que tenemos ahora es justo lo contrario: un shock externo provoca una recesión muy profunda, la mayor en cien años, y el sector financiero está ligado a ella. Lo que ocurre es que en los últimos años ha construido muchísimo capital. Si hace diez años los bancos no estaban suficientemente capitalizados y se produjo esa crisis financiera, ahora es lo contrario. Su problema es de rentabilidad, que no es un problema nuevo, lo lleva arrastrando muchos años, por eso cuando otros sectores subían el sector financiero se quedaba atrás. Ahora todo lleva a que este entorno de tipos de interés cero, que ya teníamos antes de la pandemia, vaya a durar mucho más tiempo, lo que es una malísima noticia ya que los márgenes bancarios son nulos, teniendo en cuenta que el exceso de liquidez se le penaliza con un tipo del -0,5. Como no tienes márgenes bancarios, tu rentabilidad es muy baja, y encima en los últimos años los bancos han tenido que hacer frente a dos grandes retos: por un lado una regulación tan exigente que limita mucho los márgenes y además la tecnología ha tocado al sector, que ha tenido que hacer muchas inversiones en digitalización. Todo forma un entorno en que la rentabilidad está en cuestión, no la viabilidad. Además, en España el mercado es muy competitivo, y por tanto, la otra forma de ganar dinero, la vía tarifaria, es muy escasa.

¿Qué producto se puede recomendar en estos momentos a los inversores?

Aquí la clave no es el producto sino el perfil de riesgo que tenga cada persona. En general, para una persona de perfil moderado que piensa en el futuro, a tres o cinco años, pensamos que no debería tener más de un 35% en bolsa, el resto en productos de renta fija. La forma más facil es a través de fondos de inversión, porque son instrumentos muy diversificados, con carteras de distintas gestoras... Creo que la clave es tener una cartera diversificada en diferentes gestores, con un peso de la renta variables de un 30-35%, y sobre todo no ponerse nervioso. Otra forma de invertir es con productos estructurados, que generalmente tienen un horizonte de inversión más largo pero que se pueden cancelar anualmente, lo que te permite protegerte de caídas. Y por supuesto, con 40 o 45 años, hay que invertir para la jubilación. Los planes de pensiones tienen sentido, y fiscalmente cuentan con grandes ventajas.