Patrimonio

Guillermo “el cazaherederos” :“He llegado a entregar 2,5 millones de euros a personas que desconocían la existencia del legado”

Tras la llamada de una comunidad de vecinos por el fallecimiento de un residente, este abogado comienza una investigación para dar con el paradero de familiares a quien por derecho les corresponde una herencia de la que no tenían constancia: “Algunos me cuelgan el teléfono o me cierran la puerta de su casa porque piensan que les estoy timando”, reconoce

Guillermo Navarro, de 42 años, lleva especializado en la búsqueda de herederos más de dos décadas
Guillermo Navarro, de 42 años, lleva especializado en la búsqueda de herederos más de dos décadasAlberto R. RoldánLa Razón

Imagínese que le llaman por teléfono para decirle que es el destinatario de una herencia multimillonaria. Lo primero que pensará es que se trata de una broma, de una estrategia de publicidad de alguna compañía telefónica o algún banco con ganas de que invierta sus ahorros en algunos de sus productos. Quizá cuelgue o puede que la curiosidad le tiente ante semejante suculenta propuesta como para poner fin a la conversación con un extraño. Al otro lado del teléfono está Guillermo Navarro, de 42 años, que lejos de ser un comercial embaucador es un abogado que lleva más de dos décadas buscando herederos por todo el mundo para entregarles legados ignotos.

Si todavía se mantienen al habla le explicará que un familiar remoto del que no tenía constancia de su existencia ha fallecido y que es a usted a quien le toca disfrutar de sus posesiones. Guillermo es lo que podría denominarse la otra cara de la moneda del famoso cobrador del frac, le persigue para entregarle un buen pellizco. “El número de este tipo de casos sobre sobre el total de trámites hereditarios supone un porcentaje muy pequeño y es en el que mi despacho está especializado. Y es que hay ocasiones en las que un heredero no es consciente de que en algún lugar del planeta hay alguien, un primo lejano, un hermano desconocido o un padre que ni sabían que existía que, tras su muerte, ha dejado un importante patrimonio para él. Ahí es donde comienza nuestro trabajo”, relata el letrado.

La mayoría de las veces, Guillermo tiene constancia de estos casos a través de las comunidades de vecinos que alertan de que uno de los suyos ha fallecido sin herederos conocidos y temen que la casa caiga en manos de okupas o que necesitan que alguien se haga cargo de los pagos ordinarios de la vivienda. También hay otros que les llegan a través de intervenciones del Estado, el cual aparece cuando no hay sucesor de hasta cuarto grado, es decir, primos. A raíz de ahí, comienza la labor de investigación de los “chicos de Guillermo”. Y es que, en su bufete, además de abogados hay investigadores y genealogistas para dar con el familiar perdido al que le espera una fortuna. “Es necesario un gran equipo de expertos, los genealogistas son clave para indagar en los lazos familiares del testador. Nosotros tenemos uno en el despacho y colaboramos con varios en el extranjero. Hacer un árbol genealógico es básico. También tenemos investigadores que se desplazan hasta las zonas donde supuestamente están los herederos para comunicarles la noticia e indagar si realmente son ellos”, apunta.

De Venezuela a Pakistán

A lo largo de sus 21 años de profesión, ha resuelto más de 3.000 casos y localizado a más de 6.000 herederos que ahora gozan de un patrimonio con el que jamás habrían pensado contar. “Tenemos un porcentaje de éxito del 98%”, subraya. Su modus operandi no es sencillo, “ni responde siempre al mismo patrón”. Para comenzar la búsqueda recurren, principalmente al registro civil y de ahí van tirando. “Algunos asuntos lo solucionamos en un corto plazo de unos tres meses, pero hay otros que se pueden complicar más y llevarnos hasta más de medio año. Hay situaciones en las que hemos localizado hasta 65 personas que podrían beneficiarse de una herencia y ponerse en contacto con todos ellos para realizar los trámites es muy complejo”, matiza.

Él mismo ha llegado a desplazarse hasta aldeas perdidas de Galicia en busca de sucesores, a pueblos recónditos de Argentina, Austria y Venezuela, entre otros países. De hecho, en este momento tienen entre manos un caso complejo con familiares en Pakistán. “Una vez se formalizan los trámites y los herederos aceptan, no todos lo hacen, nosotros nos llevamos una comisión por el servicio, que no siempre es fija y varía en función de las negociaciones, la complejidad del caso y del patrimonio en cuestión .Aquellos que optan por rechazar ‘‘la dote” lo hacen bien porque no pueden asumir los costes que implica o bien porque no quieren saber nada de sus ancestros”, confiesa Navarro.

Navarro, en las inmediaciones de su despacho madrileño
Navarro, en las inmediaciones de su despacho madrileñoAlberto R. RoldánLa Razón

¿Y cuál es la reacción de las personas a las que se le comunica que le corresponde un legado que desconocía? “Hay reacciones de todo tipo, aunque lo más frecuente es sorpresa y escepticismo porque piensan que les estás engañando. Por eso, las conversaciones con ellos son largas y preferimos hacerlo en persona para que vean que es real. Les cuentas todo con detalle y cómo puede sacar rendimiento económico de lo que se les está comunicando. También están los que desde el principio se alegran y aceptan y otros muy negativos que hasta te cuelgan el teléfono. Algunos no nos han abierto siquiera la puerta de casa porque creían que les íbamos a timar. Entiendo que no es una situación fácil y la desconfianza siempre está ahí”, reconoce.

El descubrimiento de un hijo “oculto”

El perfil de los “herederos por sorpresa” suele responder a personas de avanzada edad, “aunque también le hemos dado alguna alegría a algún treintañero”. En su historial de anécdotas, Guillermo desmenuza con precisión uno de los casos más espectaculares en los que ha trabajado. “Un hombre había dejado dos millones y medios de euros en patrimonio y, después de la investigación, descubrimos que solo había un heredero. Al principio, cuando se lo comunicamos, mostró mucha incredulidad. La primera llamada fue muy larga, pero no nos colgó, escuchó con escepticismo lo que le estaba contando. Se trataba de un varón de unos setenta años y el testador, un familiar lejano, un primo si no recuerdo mal, del que llevaba sin tener noticias desde hacía más de 15 años. Al final aceptó y la tramitación se llevó a cabo”, relata. No suele ser común, según confiesa Guillermo, que exista sólo un heredero cuando se trata de un testamento “perdido”, “ya que siempre salen varios familiares lejanos que por ley les corresponde”.

Otra de las vivencias profesionales que destaca este abogado es aquella a través de la cual se descubrió la existencia de un hijo del fallecido del que la familia no tenía constancia. “Cuando dimos con las mujeres a las que le correspondía el legado y comenzamos el proceso apareció un hombre que contaba como hijo del fallecido pero que la familia ’'oficial’' desconocía. Al parecer había tenido una doble vida. El testador había sido militar y trabajado en varios destinos y creó una familia paralela”.

La mayoría de los casos con los que trabaja Navarro son aquellos en los que la persona que fallece no deja testamento y de ahí la necesidad de acudir a la genealogía para hallar a los beneficiarios. Sin embargo, en ocasiones, la persona sí ha dejado un escrito, pero nadie lo ha ejecutado y ahí también intervienen ellos. “Nos hemos topado con varias situaciones solidarias muy emotivas, como un hombre que había dejado todo a la parroquia de su barrio de Malasaña, en Madrid. El cura lo recibió con agrado. U otro en el que intervenimos en el que el fallecido donaba todo a la sección de investigación del Hospital Clínico”, comenta orgulloso Navarro antes de concluir la entrevista y de volver a su mesa de trabajo donde le aguardan varios nombres de ciudadanos a los que quizá hoy les comunique que son ricos.