El drama del paro
Las 2.273.375 desempleadas de Irene Montero
España es el segundo país con más paro femenino de la UE. «¿Para qué existe un Ministerio de Igualdad que nos ignora?», se preguntan las mujeres afectadas
Los datos de desempleo que se han publicado esta semana vuelven a dejar al Gobierno de España en una situación muy comprometida. Y si nos centramos en los números segregados por sexo, el paro femenino en nuestro país es una lacra. Aunque el desempleo se incrementó en enero en ambos sexos, según el Ministerio de Trabajo liderado por Yolanda Díaz, el femenino subió en 48.254 mujeres respecto a diciembre (+2,2%), mientras que creció en 27.962 entre los varones (+1,7%).
Así, al finalizar el primer mes del año, el número de mujeres en paro se situó en 2.273.375 y el de hombres, en 1.690.978. A esto hay que sumar la cifra que proporcionó esta semana Eurostat, con la que sacaron los colores a nuestros políticos ya que España fue la nación europea donde más creció la tasa de desempleo femenino en 2020, hasta el 18,4%, convirtiéndonos así en el segundo país comunitario con peores datos después de Grecia.
Aunque es Díaz la responsable de la gestión y planes de activación laboral, lo cierto es que en cuanto a la brecha de género se abre una polémica que mantiene encendida a gran parte de la sociedad. Todas las miradas se han posado en la cartera de Igualdad que capitanea Irene Montero, un Ministerio que es el que más ha crecido en los últimos presupuestos generales y que suma 451,42 millones de euros. Es decir, un incremento del 157% o, lo que es lo mismo, 275,89 millones más que en las cuentas anteriores.
Así, varias de las mujeres que se encuentran en búsqueda activa de empleo y con las que ha contactado este diario se preguntan cómo es posible que, precisamente, desde que se formó el departamento de Montero en enero de 2020 se han alcanzado las peores cifras de paro femenino. «Mi madre no me educó para estar en casa, sino para ser luchadora, trabajadora y autónoma, pero los políticos actuales son los que me han devuelto a mi casa después de estudiar una carrera y llegar a ser alta directiva. Me encuentro en este momento en el mismo punto en el que se hallaba mi madre hace años cuando apostó por que yo tuviera una vida profesional y personal plena. Lucho ahora por que mi hija aspire a un futuro mejor», dice María Paramio, de 41 años, que lleva cinco sin trabajo.
Licenciada en Dirección y Administración de Empresas, con un máster y varios idiomas, no ha conseguido un puesto a su nivel en todo este tiempo. «He echado currículos en varias empresas, he participado en procesos de selección para cargos similares al que tenía antes de caer en el paro, pero no he recibido ninguna respuesta. Los salarios a los que ahora podría acceder serían mucho más bajos y en peores condiciones. No es justo. Se me ha excluido del sector laboral por ser mujer y madre de tres hijos. Me he convertido en una mujer que no trabaja y eso está fatal visto», afirma esta madrileña.
Ella es crítica con la bandera del feminismo que hace el Gobierno y en especial la ministra Montero «porque más allá de las palabras, no hay nada. Deberían fomentar que personas como yo pudieran acceder al mercado laboral y, al mismo tiempo, poder estar con nuestros hijos». De hecho, recuerda el pánico que sintió cuando en su empresa tuvo que decir que estaba embarazada: «Mientras al hombre le felicitan porque piensan que así sentará la cabeza y estará más centrado, con nosotras ocurre lo contrario, quedamos apartadas del mercado. Me encuentro en un círculo vicioso del que es muy complicado salir y al que nunca pensé llegar». Así, Paramio propone que los políticos responsables implanten medidas de incentivos para aquellas empresas que contraten mujeres, incluso a las que son madres, «sería una discriminación positiva real, pero que serviría para que no nos vieran como una carga, porque no lo somos».
Esta ex directiva ahora piensa en emprender algo por cuenta propia ya que, después de doce años cotizados, asume que después de un parón de un lustro y sin ningún incentivo a las empresas, no va a encontrar un puesto a su nivel. «Me da rabia que un Ministerio como el de Igualdad con este presupuesto tan alto nos deje de lado. No hace nada ni toma medidas para los problemas reales. Yo me pregunto: ¿si se han prohibido los desahucios durante la pandemia, por qué no han hecho lo mismo con los despidos de las mujeres? Esta ministra no representa a la mujer trabajadora, no está en la realidad del día a día, en la calle. Habla del feminismo pero no sabe lo que es», critica.
La misma sensación tiene Claudina Gutiérrez, de 57 años, que lleva desde marzo en paro. Ella trabajaba desde hace tres décadas en el sector turístico como guía oficial, pero con la pandemia todo se fue a pique. «He pedido ayuda a la mutua, pero debo seguir pagando la cuota de autónomos aunque no esté trabajando. Soy madre de tres hijos y mi marido está también en paro. Yo me he puesto a buscar trabajo pero es complicado al ser profesional de un sector que está tan asfixiado por esta crisis», dice.
Ahora emplea su tiempo como voluntaria para tener la mente ocupada. Gutiérrez afirma que nunca se ha sentido discriminada por ser mujer, pero que las cifras oficiales de desempleo muestran una realidad terrible. «Este año lo doy por perdido. Espero, rezo y suplico que se nos tenga en cuenta para que nos den ayudas porque no tenemos a qué agarrarnos. En mi caso, nos estamos comiendo los ahorros, hemos recurrido a moratorias de pago de la hipoteca... y parece que al Gobierno le importa poco, y menos a un ministerio como el de Igualdad, del que desconozco lo que hace. En todo este año no he recibido ninguna ayuda por su parte, ni si quiera una palmada en la espalda», asevera.
Llanto desesperado
Un malestar similar al que vive Vanesa Pérez, de 40 años y dos mellizos de cuatro años a su cargo. Suma ya tres meses en paro después de que la empresa para la que trabajaba la incluyera en un ERTE. «Llevaba 13 años trabajando, soy una persona súper activa. Cuando me comunicaron el despido, en plena pandemia, no me lo podía creer, me puse a llorar de-sesperada. Decidí centrarme en el cuidado de mis hijos y ahora que me estoy poniendo a buscar trabajo me doy cuenta de que tendré que empezar de cero. Es muy duro», puntualiza.
Para Pérez, «claro que ser mujer influye a la hora de encontrar trabajo. Cuando vas a ir a una entrevista sabes que te van a preguntar si eres madre, o si vas a tener más hijos. Es muy incómodo. A los hombres no se les pregunta». Por eso exige que los políticos encargados de velar por la igualdad hagan su trabajo: «Sé que las políticas no son fáciles, pero hay que intentar hacerlo. Puede que se equivoquen al implementar medidas, pero al menos sería un intento. Este ministerio no ha hecho absolutamente nada por nosotras». Esta licenciada en Ciencias Empresariales propone, por ejemplo, «bajar las impuestos a empresas que contraten mujeres o que ofrezcan facilidades para la conciliación». Asegura estar harta de las palabras vacías: «Si hubiera voluntad real, no estaríamos las mujeres en esta situación. Que se pongan las pilas», sentencia.
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