Cara y cruz del mercado laboral
31 de agosto: el día de la destrucción masiva de empleo... y el «milagro» del 1 de septiembre
La temporalidad hace que cada año se pierdan cientos de miles de empleos en esta fecha por la conclusión de contratos veraniegos. No obstante, el arranque de mes trae un récord de empleo
Cada 31 de agosto, el desempleo se da un festín en las oficinas del Servicio Estatal de Empleo (SEPE). Ese día, y de forma sistemática cada año, se produce una pérdida neta de cientos de miles de trabajadores afiliados a la Seguridad Social.Este año, la cifra se ha elevado hasta los 294.808. Pero las cosas no fueron mucho mejor en los ejercicios anteriores. En 2020, el saldo entre altas y bajas fue de -216.235, mientras que en 2018 -en 2019 el último día de agosto cayó en sábado, con lo que la estadística quedó distorsionada- alcanzó los -304.642, la cifra más elevada de toda la serie estadística que tiene el organismo. Desde 2015, cuando el saldo de afiliados fue de -197.324, la cifra no ha bajado de los -200.000.
Dos factores se entrelazan para explicar esta dinámica que se repite con británica puntualidad cada ejercicio: la fuerte exposición de la economía española al turismo y la precariedad de su mercado laboral. Cuando llega la temporada alta del turismo -junio, julio, agosto y septiembre-, servicios como los de hostelería experimentan un fuerte tirón de actividad que les obliga a reforzar sus plantillas. Pero estos refuerzos, dado que son necesarios para atender picos muy concretos de trabajo ligados a un periodo muy determinado, llegan habitualmente en forma de contratos temporales. Y estos contratos temporales, cuando llega el 31 de agosto, vencen de forma masiva, provocando tan importantes pérdidas de empleo en un solo día que no pueden ser compensadas por las altas. La caída de afiliación en 294.808 trabajadores el 31 de agosto de este año ha sido el resultado de restar a los trabajadores que se dieron de alta ese día (47.468) los que se dieron de baja en la Seguridad Social (342.276).
Si el año pasado el resultado neto de afiliación del 31 de agosto fue algo mejor fue sencillamente porque el turismo no funcionó con normalidad. A medida que transcurrió el verano, el avance del coronavirus provocó que las restricciones para viajar a España fueran en aumento, lo que menguó de forma notable la llegada de visitantes extranjeros. Y sin turistas, las empresas del sector no tuvieron necesidad de firmar contratos que luego venciesen el último día de agosto.
Temporalidad
Los datos de paro registrado difundidos el jueves de esta semana por el Ministerio de Trabajo ponen de manifiesto esa temporalidad que impera en el mercado laboral español y de la que es síntoma inequívoco lo que ocurre cada 31 de agosto. El número de contratos registrados en agosto fue de 1.407.563, 288.900 más que el mismo mes del año 2020. Sin embargo, apenas un 8,45% (118.985) fueron indefinidos. De ellos, 74.670 fueron a tiempo completo y 44.315 a tiempo parcial.
La contratación acumulada en los ocho primeros meses de 2021 logró la cifra de 11.864.833, lo que supone 1.910.570 contratos más (19,19%) que en igual periodo del año anterior. En términos acumulados, los contratos indefinidos a tiempo completo alcanzaron entre enero y agosto de este ejercicio un total de 774.151, un 27,90% más que en igual periodo del año 2020, pero cantidad que apenas supone el 10,4% del total. Los contratos indefinidos a tiempo parcial, que suponen un total de 467.241, registraron un incremento del 21,43% respecto al mismo periodo del año anterior.
Las características de los contratos parciales que se firman en España también son especialmente indicativas de la precariedad en que se mueve gran parte del mercado laboral nacional. En julio (el mes más reciente del que hay estadísticas detalladas de todos los tipos de contrato firmados) se rubricaron un total 1.838.250 contratos que tuvieron una duración media de 53,19 días, según los datos del Servicio Público de Empleo (SEPE). Del total de contratos, 396.009 tenían una duración de un solo día. Y 87.479 del total se firmaron por una semana. La mayoría de los contratos firmados en julio eran eventuales o por obra y servicio. Del total, solo 165.500 eran indefinidos, el 9%. Algunos quieren ver en la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) una forma de atajar la precariedad del trabajo en España. Pero el verdadero problema, explican otros, está en su dualidad tan descompensada que ha conducido a esta preponderancia de la contratación temporal.
Cara y cruz
El 31 de agosto y el 1 de septiembre son la cara y la cruz de la misma moneda, laboralmente hablando. Si en el último día de agosto –el mes más fuerte para la actividad turística– España perdió de golpe y porrazo casi 300.000 empleos en términos netos –en realidad los que perdieron su trabajo fueron casi 350.000, pero hay que descontar los que por el contrario encontraron un nuevo empleo–, el primer día de septiembre fue todo lo contrario. Justo el día posterior de la segunda mayor destrucción de empleo de la historia, España batió su récord de creación de empleos en un solo día.
Así lo avanzó a través de la red social Twitter el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. «Ofrezco el siguiente dato por si alguien considera que su titular de hoy difundiendo las estadísticas del mercado de trabajo en agosto está “algo” desenfocado: solo en un día, el 1 de septiembre, aumentó la afiliación a la Seguridad Social en 206.548 personas, cifra récord», publicó Escrivá en alusión a los titulares de Prensa que destacaban la enorme destrucción de empleo del 31 de agosto. Para el ministro, «los datos de empleo de los últimos y primeros días de un mes no son informativos de su evolución subyacente. Son la combinación de dos elementos estacionales: uno genuino, el fin o comienzo de actividades de temporada; y uno espurio asociado a la rotación de contratos temporales», señaló en un segundo mensaje de Twitter.
El caso es que la estadística apunta al 1 de septiembre como un día históricamente bueno para el empleo en España. Aunque se acaban muchos contratos asociados a las vacaciones veraniegas, se reactivan otros muchos que estaban en suspenso precisamente por el verano. Es el caso por ejemplo del sector educativo, prácticamente inactivo en los meses de julio y agosto. En este sentido, el llamado contrato fijo discontinuo tiene especial relevancia, ya que permite suspender la relación laboral de la empresa con el empleado en meses como los de pleno verano, cuando se paralizan ciertas actividades, pero con una mayor estabilidad para el trabajador.
Así, las estadísticas de la Seguridad Social señalan que en los últimos diez años hubo por norma general una importante creación neta de empleo en el primer día hábil de septiembre, con la excepción de 2013, 2014 y 2019. Tras el récord de este pasado 1 de septiembre, con 206.548 afiliados más, los mejores años fueron 2018, cuando se crearon casi 180.000 nuevos empleos, y 2012 y 2020, con una ganancia de cotizantes de alrededor de 150.000 personas.
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