Finanzas
Los pagos en Europa están afrontando desde hace un par de años un cambio de gigante con la adopción de nuevas tecnologías vinculadas al Open Banking, PSD2, entre otras. Esto está obligando a muchos países a revolucionar sus servicios de pago para ir de la mano a un nuevo perfil de usuario.
El nuevo perfil de cliente espera mucho más de las entidades financieras, ya que busca una experiencia de usuario más personalizada, digital y multicanal, segura y que esté alineada a sus valores. Esto ha supuesto que surjan nuevas soluciones de pago con ventajas competitivas sobre las tradicionales. Es indiscutible reconocer que en España, los meses de confinamiento domiciliario han acelerado la digitalización de los pagos y transacciones online. Sin embargo, no podemos obviar el uso preferente de las tarjetas de crédito y débito sobre los demás métodos.
Un informe elaborado por Minsait, «Tendencias en Medios de Pago», revela que los internautas bancarizados españoles siguen prefiriendo el pago con tarjeta en un 85% de los casos, mientras que la preferencia del pago en efectivo se encuentra en un 10%. Este estudio además recoge un incremento del uso de tecnologías de pago como tarjetas virtuales como Paypal (20%), apps como Bizum (17%) o billeteras digitales (6%). Por otro lado, se muestra un incremento en los pagos desde cuenta como transferencias, débitos directos o domiciliaciones (23%).
Panorama europeo
Con la digitalización, nuevos e innovadores actores han aparecido en el ecosistema de pagos, creando, por un lado, una mayor variedad de métodos y, por otro, una mayor diversificación y complejidad del mercado. Como resultado de esta evolución, la proporción de efectivo utilizada por los europeos para sus pagos diarios ha disminuido del 79% en 2016 al 73% en 2019 y la proporción de abonos con tarjeta ha aumentado del 19% en 2016 al 24% en 2019, según un reporte del Banco Central Europeo.
Como en el resto de sectores europeos, este estudio indica que el mercado de pagos destaca por su variedad y falta de uniformidad entre países. Por ejemplo, el uso del efectivo es drásticamente diferente entre unos y otros: el efectivo representa casi el 80% de las transacciones en los puntos de venta en el sur de Europa, Alemania, Austria y Eslovenia, pero solo alrededor del 30% en los Países Bajos, Estonia y Finlandia. Es evidente que Europa es un mercado diverso, cada país tiene su propio contexto e historia que determina sus preferencias de pago.
Si bien en muchos mercados las tarjetas siguen siendo los reyes del comercio electrónico, en todo el continente los métodos de pago basados en tecnología son cada vez más dominantes. La alternativa de «compra ahora y paga después» o BNPL (Buy now Pay later, por sus siglas en inglés) está en auge y ewallets o monederos electrónicos son cada vez más aceptados.
En Alemania, aunque tradicionalmente han preferido el dinero en efectivo, durante el 2020,se produjo un aumento de los pagos electrónicos. Deutsche Bank ha llegado a afirmar que los pagos sin contacto pueden haber sustituido definitivamente una parte de los pagos en efectivo en el país. Los Países Bajos también han visto cómo se consolidaba durante el 2020 su sistema de pagos electrónicos, iDEAL. Debido a la Covid, se ha impulsado su ya presente popularidad teniendo un incremento de su cuota del mercado sin precedentes, del 59% al 68%.
Mientras tanto, el Parlamento de Suecia ha votado a favor de nuevas leyes para que los comercios online ofrezcan distintas opciones de pago a sus clientes con preferencias de pago de débito antes que las de crédito. Esto, como una forma de proteger a los consumidores de las compras excesivas de crédito. Además, en 2019, Reino Unido lanzó el servicio Request to Pay, y en mayo de 2020, el Request to Pay Framework: las normas, reglas y términos y condiciones para el desarrollo de estos servicios.
A pesar de que España ha sido el país donde más se ha acelerado la transformación digital en toda Europa durante el 2020, aún nos queda un camino muy largo por recorrer en el ámbito de los pagos.
Alrededor de Europa han surgido nuevas soluciones de pago, impulsadas por el Open Banking y que se centran en cubrir las necesidades que no estaban siendo cubiertas por la banca tradicional. Las transferencias directas bancarias, el Request to Pay (RtP) o Solicitud de Pago o el Compra ahora, paga después (BNPL), permiten elegir cuándo y cómo una persona quiere realizar una transacción.
El hecho de que una API única facilite y agilice las transferencias bancarias y elimine las fricciones en una compra en línea, supone una ventaja para los comerciantes y una gran amenaza para el dominio de las tarjetas.
A medida que los consumidores se familiaricen con los pagos Open Banking, se debería esperar también un incremento imparable de las transferencias directas bancarias. Dado que la gente cada vez está apostando más por alternativas a la banca tradicional, como los neobancos, fintechs o challenger banks, este cambio será inevitable.
Aprovechar el impulso
Mirando al futuro, en Europa hay un espíritu optimista con respecto a la adopción total de los pagos Open Banking, y este seguirá creciendo con la aparición de nuevos casos de uso y necesidades de los consumidores. Es momento de que España aproveche ese impulso para no quedarse atrás.
«El Open Banking puede desintermediar los pagos digitales, eliminando la capa intermedia de adquirentes, pasarelas y esquemas de tarjetas en favor de transacciones directas entre comprador y vendedor. Esto tiene grandes ventajas a nivel de coste, seguridad y usabilidad, pero todavía queda por hacer una importante labor pedagógica para superar las barreras culturales que hacen que la adopción de las nuevas tecnologías sea tan lenta en España», dice Julián Díaz-Santos, fundador y coCEO de Unnax.