Motor
Las fábricas españolas de Ford, Volkswagen, Peugeot y Citroen, en peligro de cierre por la inacción del Gobierno
El retraso del Perte y la falta de diálogo con los fabricantes complica su viabilidad. Otros países ya han presentado sus proyectos y ayudas y se han se adelantado a la adjudicación de eléctricos
Las factorías de automóviles más importantes establecidas en España están pendientes del reparto de los fondos europeos para poder atraer a nuevos modelos que aseguren su viabilidad futura. Pero los fondos del Perte no llegarán hasta otoño y ya será demasiado tarde. Para entonces, los nuevos modelos eléctricos de las distintas marcas se habrán ya adjudicado a otras plantas de producción europeas. Mientras, ningún representante del Gobierno español está interesándose por la orientación de estas adjudicaciones
En estas condiciones, el fantasma del cierre de factorías, como ha ocurrido el pasado año con las tres plantas de Nissan en Barcelona, podría volver a repetirse con otras grandes fábricas de otras marcas de grandes grupos como Ford, Volkswagen o Stellantis. Todos ellos, grupos multinacionales con instalaciones en diferentes países europeos y que toman las decisiones de adjudicación de fabricación de nuevos modelos siguiendo únicamente criterios de rentabilidad. Y es que, mientras varios países europeos se encuentran en negociaciones con los equipos directivos de las marcas, los fabricantes se quejan de que en España no encuentran un interlocutor para poder negociar ayudas que justifiquen unos costes más bajos y, por tanto, la decisión de adjudicar un nuevo coche.
El aviso de Nissan
La inacción del Gobierno por una parte y la política en contra del automóvil que está llevando a cabo en los últimos tiempos miembros del gabinete amenazan la continuidad a largo plazo de varias de las factorías de automóviles establecidas en España. Parece que el Ejecutivo no ha aprendido nada de lo sucedido con Nissan, que cerró sus tres centros de producción en Barcelona a pesar de que el presidente Sánchez aseguró que su continuidad estaba garantizada. Almusafes, Landaben, Martorell, Vigo, Villaverde o Figueruelas son algunas de las instalaciones que están pendientes de los planes de futuro que garanticen su continuidad.
La falta de concreción por el momento de la política de asignación de los 2.975 millones de las ayudas europeas reservadas al Perte, que deberían emplearse para la promoción de los vehículos eléctricos y su infraestructura, podrían servir de impulso para que algunos de los más importantes fabricantes del mundo decidieran sus inversiones de futuro para fabricar nuevos modelos eléctricos en sus plantas establecidas en España. Pero por el momento no está siendo así y los fabricantes sólo perciben falta de interés por parte del Gobierno español, frente a las posturas de negociación de los dirigentes de otros países.
Si el futuro de la automoción pasa por el vehículo eléctrico, tal como estipulan las directivas de la Unión Europea, la política del Gobierno español en este aspecto no es nada favorable en este aspecto. Algunos ejemplos que ponen los fabricantes a este respecto pueden ser el retraso en el cobro de las ayudas del Plan Moves, la negativa a suprimir el IVA de los coches eléctricos como ocurre en otros países –como Portugal–, los retrasos en la creación de una red de infraestructuras de recarga eléctrica, a lo que se une, desde el pasado 1 de enero, el aumento del impuesto de matriculación, por el que el 40% de los compradores verán incrementada su factura.
Pendientes del Perte
Aunque ya están publicadas las bases para poder acceder a los fondos del Perte, falta establecer los plazos para la convocatoria, que no llegará a hasta otoño. Y mientras se anuncian más ayudas públicas para que la china Great Wall se haga cargo de las instalaciones de Nissan en la Zona Franca de Barcelona. Con ello se demuestra que el cierre de plantas puede ser una realidad, como ya ha ocurrido en otros países europeos como Francia, Alemania o Gran Bretaña, pero con el mayor peligro de que los gobiernos de otros países europeos han avanzado ya en sus ofertas a los fabricantes. Mientras, el Ejecutivo español «continúa sin ponerse al teléfono», según denuncian directivos de las empresas del sector. Y con el agravante de que, si el futuro pasa por el coche eléctrico, las infraestructuras de recarga españolas se encuentran en la cola de Europa. A todo ello, hay que añadir la nueva modificación laboral, que no permite la regulación temporal de las plantillas, algo necesario dentro de los procesos de fabricación en esta industria.
Sobre toda esta situación, las palabras de hace dos semanas del consejero delegado del grupo automovilístico Stellantis (Fiat-Peugeot), Carlos Tavares, sonaron como una voz de alarma que no debería pasar inadvertida. El directivo portugués lanzó una seria advertencia sobre la actividad de su grupo en España por «la falta de interés que está demostrando el Gobierno». Reveló Tavares que tiene planes avanzados para instalar fábricas de baterías en Europa: una de grandes dimensiones en Francia, otra en Alemania y se encuentra en negociaciones con el Gobierno italiano para construir una tercera en Térmoli. Y a pesar de que el grupo Stellantis tiene en España tres factorías importantes, en Vigo, Zaragoza y Villaverde, por el momento no está en la agenda de Tavares ya que, según sus palabras, «no es uno de los países que haya mostrado interés y las ventas de coches eléctricos son más bajas que en otras partes».
Por su parte, el grupo Volkswagen debe decidir el lugar de fabricación de su nueva generación de coches eléctricos. Pero si el Gobierno no muestra interés, la fábrica de Landaben, en Navarra, que optaba por algún modelo nuevo de coche electrificado, podría tener su futuro a medio plazo hipotecado. Precisamente, hace pocos días la fábrica de VW anunció la incorporación a la fabricación de coches eléctricos de las plantas de Zwickau, Emden, Hannover y Chattanooga este mismo año. Algo que no favorece precisamente tampoco a las instalaciones de Seat de Martorell, asimismo preparada para recibir modelos electrificados del grupo VAG.
El peligro de Ford
Lo mismo puede decirse de la Ford de Almusafes, que da trabajo a 6.000 personas y que se juega su futuro frente a la planta alemana de Saarlouis. Ford ha anunciado que en 2030 solo venderá coches electrificados y si bien es cierto que en Valencia se producen híbridos e híbridos enchufables, no tiene asignado ningún modelo eléctrico puro y sólo quedan por asignar dos vehículos de este tipo de lo que quiere fabricar hasta el final de esta década. La decisión sobre estos dos proyectos se tomará al parecer antes del verano y no hay noticias de que el Gobierno español se haya movido al respecto. Almusafes fabrica actualmente el Kuga, que es el grueso de su producción, además del Mondeo, Galaxi y S-Max. Pero estos tres últimos dejarán de hacerse durante el año que viene. Quedará toda la factoría sólo para el Kuga, lo que la hará económicamente inviable. No parece imposible pensar que, en un futuro a medio o largo plazo, Ford pudiera abandonar Almusafes, como ya cerró su fábrica de Bélgica hace más de un lustro.
Y es que las indecisiones o errores de hoy, en el sector del motor se pagan a medio plazo. Si no hay rentabilidad y ayudas y, además, el coste de la energía se dispara, la competitividad de las plantas se reduce respecto a otras instalaciones de Centroeuropa mejor situadas para abastecer a los grandes mercados. Por ello, si no hay nuevas adjudicaciones de modelos, el cierre es el único futuro, como ha sucedido en Nissan.
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