Putin como coartada

Siempre se dijo que nuestro timonel es un hombre con suerte, y así ha sido hasta ahora. Su forma de recuperar el mando en el Partido Socialista, la carambola de la moción de censura, el pacto frankenstein.

La pandemia ha sido una tragedia, pero a él le valió para lograr los fondos del maná europeo. Pese a todo, las cuentas no van bien. Prueba de ello es la peligrosa cifra de inflación, nada menos que del 7,4 por ciento, la más alta en 33 años. Sabemos que una escalada de precios tan elevada es letal para la economía, para nuestros salarios, para la recuperación y el empleo.

Se expone como gran logro el dato del paro, que sigue bajando, es verdad. Pero se esconde que la creación de nuevos puestos de trabajo en España está asociada fundamentalmente al empleo público. El problema es que contar con más funcionarios sólo es garantía de un mayor gasto del Estado y de una creciente deuda a futuro.

El empleo público es, salvo excepciones contadas, completamente improductivo y apenas sirve para maquillar la recuperación. Así las cosas, la perspectiva económica de Pedro Sánchez era gris: un crecimiento mucho menor del esperado, la deuda disparada, el déficit sin control y la inflación por las nubes.

Curiosamente, la maldita guerra emprendida por Vladimir Putin le da al Gobierno la coartada perfecta para justificar sus malas cifras. «Nos estábamos recuperando, pero la invasión de Ucrania lo ha estropeado todo».

El relato es perfecto. La economía va a ir a peor por la culpa es del autócrata ruso. Una vez más, Sánchez tiene baraka. Y encima, la crisis del Partido Popular.