Ganancia de pescadores

En el río revuelto de la guerra, hay muchos perdedores y unos cuantos ganadores. Pierde el pueblo de Ucrania, invadido, asediado y bombardeado, pero también el ruso, rehén de un Putin que le ha metido en este conflicto y cuyas consecuencias económicas padecerá. Como las vamos a sufrir en Europa: el boomerang de las sanciones nos golpea ya con una estanflación que sentiremos en nuestra vida diaria, suponiendo que no se agrave la guerra por extenderse a otros países. Entre los pocos que ganan están los fabricantes de armas norteamericanos, habida cuenta de un rearme general que sólo en el caso de Alemania supone una inversión de 100 mil millones en nuevos sistemas bélicos. Pero ganan también, y mucho, las petroleras y gasistas estadounidenses, convertidas de golpe en las principales proveedoras de la UE. El pasado febrero, los envíos de gas desde USA aumentaron el 80 por 100, con más de 7.730 millones de metros cúbicos licuados, sólo que a un precio un 40 % más caro, motivo por el cual se nos disparó la cuota del kilovatio-hora hasta la inimaginable cifra de 700 euros.

Decía Trump con razón que los europeos tenían que diversificar su suministro de energía, para no depender tanto de Rusia. Los alemanes se reían, pero Trump estaba en lo cierto. También cuando sostenía, como Kissinger, que la neutralidad de Ucrania era vital para evitar la guerra. Por eso durante sus 4 años, Rusia no fue un peligro. Llegó Biden y volvió a la carga con el ingreso de Kiev en la OTAN. Para Trump, Biden también tiene algo de culpa en este conflicto.