Guerra comercial
¿Por qué al yuan no le interesa defender a Rusia?
Europa es el mayor socio comercial de Pekín y EE UU su principal mercado exportador. Las tres economías están muy interconectadas
Estados Unidos ha acertado hasta ahora en casi todas sus predicciones sobre la invasión de Ucrania. No en vano su presupuesto militar (inteligencia incluida) equivale al de los siguientes diez países que más gastan en Defensa del mundo (China, India y Rusia incluidas). Así, cuando Putin negaba sus planes para arrasar al vecino europeo y acusaba a Occidente de «dramatizar» y de comportarse de forma «histérica», EE UU ponía fecha a la invasión. Ahora, Washington advierte de que China está dispuesta a rearmar a Rusia. Pekín lo niega como antes Putin. Y en, ambos casos, los dos regímenes tienen más que perder con ese desafío.
Aunque es cierto que la vieja diplomacia china de Deng Xiaoping (1981-89), guiada por la máxima «esconder nuestras capacidades y esperar», ha derivado en la más agresiva estrategia del «lobo guerrero», tras el interludio del «ascenso pacífico» bajo el timón de Hu Jingtao (2003-13), los conflictos con potencias regionales como Australia, Japón, Corea del Sur y hasta con India, se terminan resolviendo con el pragmatismo económico por bandera, como demuestra la firma en noviembre de 2020 del histórico acuerdo de libre comercio conocido como RCEP, en el que participan 15 países de Asia-Pacífico y que fue amortiguado por Joe Biden al fortalecer el llamado Quad Group (India, Japón, Australia y Estados Unidos).
Esa parece ser la clave de la ambigüedad del régimen chino, ya que la minusvalía de un enfrentamiento con EE UU y Europa para China es incluso mayor que para Rusia. Por supuesto, afecta a su «aristocracia» empresarial, como en el caso de Rusia impacta en los intereses de los oligarcas, muy vinculados al comercio, pero también a la clase trabajadora cuyos puestos de trabajo dependen de las relaciones comerciales con Occidente.
Hoy, China se enfrenta en una situación compleja por su propio crecimiento. Por un lado, necesita materias primas con las que alimentar su producción, lo que la ha convertido en el segundo mayor importador del mundo, y por otro tiene a Europa y EE UU como sus principales mercados. China es desde hace años el mayor exportador del mundo y el mayor productor de manufacturas (el 29% de las mundiales, la cuota de toda Europa es del 22%).
El comercio exterior representó el 35% del PIB chino en 2020, según los datos del Banco Mundial publicados este 2022. Las principales exportaciones chinas ya no son los productos de bazar ni los hipnóticos gatos de la suerte, al menos no solo eso.
¿Pero quiénes son los principales socios exportadores de China? Esta es la lista: Estados Unidos, Hong Kong, Japón, Vietnam, Corea del Sur, Alemania, Países Bajos, Reino Unido, India y Taiwán. Entre todos ellos, suponen algo más del 50% de sus ventas. De hecho, el superávit comercial de China en 2019 con Estados Unidos fue de 295.800 millones de dólares, tras un récord histórico de 323.300 millones en 2018. Rusia, con un PIB similar al español en un escenario de precios medios de los hidrocarburos, ni siquiera figura entre sus diez principales mercados de exportación y no representa ni un 2% de sus ventas, muy cerca de España (1,1%), pese a triplicar la población española.
Si tomamos el conjunto del saldo comercial, la UE es el primer socio de China. En 2020, los principales destinos de las exportaciones chinas fueron EE UU (17,5%), la UE (15,1%) y Hong Kong (10,5%). En cuanto a las importaciones, los principales mercados proveedores de China en 2020 fueron la UE (12,6%), Taiwán (9,8%), Japón (8,5%) y Corea del Sur (8,4%). En este caso, Rusia sí figura en el top 10: en el décimo lugar con la mitad del volumen de ventas que Alemania.
A esto se une el riesgo que supone el apoyo a Putin para el gran megaproyecto chino: la creación de la Nueva Ruta de la Seda, lanzado en 2013 e impulsado por el presidente Xi Jinping, un sueño que implica a casi 70 países, el 63% de la población mundial y un gasto acumulado previsto de más de 8 billones de dólares (600.000 millones de dólares hasta la fecha). La UE estudia desplegar un plan alternativo «inclusivo» y la paralización del acuerdo de inversiones China-UE ya fue un aviso claro.
Ante este panorama, las bolsas chinas han sufrido importantes desplomes. El índice de referencia de Shanghái cae casi un 12% desde el arranque del año, cuando Rusia comenzó a mover sus tropas en la frontera, mientras que el de Shenzhen hizo lo propio en un 11%, aunque estas cifras palidecen cuando se comparan con el derrumbe del Hang Seng, el selectivo de la Bolsa de Hong Kong, que se deja un 26%. Con todos estos factores, no parece el mejor escenario para que el gato chino de la suerte frente su tenaz martilleo.
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