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Consecuencias de la subida de tipos: menos consumo, hipotecas más caras, rentabilidad en los depósitos y financiación más costosa

La decisión del BCE afecta en positivo y negativo a los bolsillos de hogares y empresas.

Los mercados, pendientes de los movimientos del BCE
Los mercados, pendientes de los movimientos del BCEAltea TejidoAgencia EFE

El Banco Central Europeo (BCE) decidió la semana pasada iniciar el periodo de subida de los tipos de interés. Lo hizo en 25 puntos básicos en su reunión de julio para frenar la fuerte subida de la inflación por la guerra en Ucrania, y los volverá a incrementar en septiembre, aunque no dejó claro en qué cantidad lo hará, ya que dependerá de los datos de inflación. “Si las perspectivas de inflación a medio plazo persisten o se deterioran, un incremento mayor será apropiado en la reunión de septiembre”, dijo la entidad en un comunicado. Eso sí, el BCE mantuvo el tipo de interés de las subastas semanales en el 0%, el de la facilidad marginal de crédito en el 0,25% y el de la facilidad de depósito en el -0,50 %. También decidió finalizar las compras de deuda pública y privada de la zona del euro el 1 de julio ante la fuerte subida de la inflación.

Pero, ¿cómo afectan estos movimientos financieros al bolsillo de familias y empresas? De forma directa, que la subida aumenta el coste de los créditos a hogares y empresas, e incide en la deuda del Estado de forma indirecta, porque el dinero que piden los bancos al BCE para poder prestar a sus clientes va a ser más caro al cobrarle un tipo de interés positivo por el préstamo. A su vez, las entidades bancarias deben trasladar ese incremento a hogares y empresas y, por tanto, se encarecerán los préstamos. Un pez que se muerde la cola.

Eso sí, el aumento en los tipos de interés incidirá en la capacidad ahorrativa de las familias, que verán como el dinero y los depósitos que guardan en el banco empieza a dar beneficio de nuevo y aumentaría su renta disponible. Pero esta situación no llegará a todos. Los tipos de interés no compensarán la inflación para los más vulnerables, para los que no disponen de capacidad de ahorro y no pueden invertir en activos inmobiliarios o financieros. Sí será un acicate para la renta fija, ya que al aumentar el coste de financiación vía bancaria, las empresas e organismo públicos deben emitir bonos con mayor rentabilidad -incluida la deuda pública-, lo que incrementa el atractivo de la renta fija para los inversores.

Pero ese incremento también funcionará a la inversa sobre el crédito, y hogares y empresas deberán afrontar un incremento de los tipos en sus préstamos. Por tanto, los que tengan que pedir un préstamo, los que tienen préstamos contratados a tipo de interés variable o los que tengan revisiones anuales de tipos deberán pagar más. Esto significa que si, a partir de ahora, alguien quiere adquirir una vivienda y pide un préstamo a una entidad bancaria, debería devolverlo con unos tipos de interés al 0,25%, mientras que hasta ahora estaban en el 0%, por lo que deberán devolver a la entidad más dinero que antes.

La consecuencia inmediata es que los consumidores disponen de menos renta y eso provocará que se frene la inversión o el consumo. A ello se unirá que los créditos al consumo, para empresas o hipotecarios se encarecerán, lo que provocará que haya menos demanda al ser más caros e inasumibles para muchos.

Otro de los efectos de la subida de tipos de interés incidirá en el precio de las hipotecas. La carrera alcista en la hipotecas lleva varios meses barruntándose, con una elevación casi imperceptible que se inició en el último trimestre de 2021 y que se ha acelerado durante los cinco meses que llevamos de este año. Así, las hipotecas ya eran más caras antes de que la subida de tipos fuera oficial.

Si los que han revisado su hipoteca con el euribor de mayo se encontraron con un encarecimiento de su coste de 600 euros anuales en el caso de un préstamo medio de 150.000 euros a veinte años, los que tengan que hacerlo a finales de año muy probablemente se encuentren con una subida de sus cuotas que sumará más de 1.000 euros -algunos analistas hablan ya de hasta 1.500 euros en el caso de que se supere el 1,5%- a su gasto hipotecario para el próximo ejercicio vista la progresión que está teniendo el indicador.

Por tanto, se verán afectados principalmente aquellos que tengan contratada una hipoteca de tipo variable, ya que los intereses que pagan están ligados a los tipos de interés establecidos oficialmente. Eso significa que si en la actualidad las familias destinan un 33% de su renta a pagar la hipoteca -según datos del Banco de España-, ese porcentaje ascendería hasta un 40% debido a la subida de los tipos. Por ello, y según fuentes bancarias, ya se está notando un incremento de contrataciones de nuevas hipotecas a tipo fijo, para preservarse de futuros incrementos indeseados.

Según la última estadística sobre hipotecas publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 27,3% de las hipotecas sobre viviendas se constituyeron en marzo a tipo variable, mientras que el 72,7% se firmaron a tipo fijo, uno de los valores más altos de la serie (en febrero este porcentaje alcanzó un máximo histórico del 73,8%). Con el de marzo, ya son tres los meses consecutivos en los que las hipotecas que se suscriben a tipo fijo superan el 70%. Otra de las estrategias que están siguiendo los hipotecados es buscar mejores precios en otras entidades a través de las subrogaciones, cuyo número creció un 30% en marzo.

Ahora la pregunta que surge es, ¿aumentará esta subida la morosidad hipotecaria? La respuesta es obvia. Sí. Una subida de los tipos de interés aumenta el coste de los préstamos, por lo que evidentemente crece la probabilidad de que los usuarios tarden más en devolverlos o no puedan hacerlo y se produzcan impagos.

La principal causa para un cambio alcista sobre los tipos de interés por parte de los bancos centrales es el control de la inflación. El encarecimiento del precio de la energía, los carburantes y la cesta de la compra se ha convertido ya en en un problema para millones de empresas y hogares. Los bancos centrales quieren una inflación moderada para que estimule el consumo, pero si esta se descontrola se desestabiliza todo el sistema.

Para el BCE, la inflación actual es coyuntural y asociada al encarecimiento de la energía y las materias primas por la guerra de Ucrania y, de momento, no está zona roja, ya que no prevé que se vaya a producir una situación descontrolada. Sin embargo, el poder adquisitivo de millones hogares se ha visto drásticamente mermado. En 2021, los salarios subieron la mitad que los precios —los ligados a convenio se incrementaron de media un 1,47%, frente al 3,1% del IPC, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una subida de tipos ayudaría a paliar estos efectos.

Sin embargo, esta misma semana el emisor bancario ha decidido anticiparse a posibles efectos negativos de la subida de los tipos de interés y en una reunión urgente decidió activar un instrumento “antifragmentación” para calmar a los mercados de deuda y “reinvertir con flexibilidad” los bonos adquiridos en la pandemia para frenar la subida de las primas de riesgo para controlar las primas de riesgo de los países con las economías más débiles, como Italia o España. El BCE quiere evitar lo que ocurrió durante la Gran Recesión de la crisis financiera con la política monetaria restrictiva que se aplicó, que redujo la actividad económica -que provocó el hundimiento del crecimiento-, una inversión reticente, menos crédito y más paro.

Otro de los objetivos del BCE con la subida de tipos es apuntalar el euro. La moneda común cayó un 1,5% frente al dólar en mayo, que sumado al descenso mensual del 4,7% en abril y del 8% en lo que va de año. Por ello, la subida de tipos debería fortalecer la divisa y elevar su cotización, aunque, de momento, no se ha notado demasiado.