Construcción

El plan energético de Sánchez disfraza los problemas reales de España

Las medidas impuestas no son de eficiencia energética, son de control y una excusa para distraer la atención

Varias personas caminan al lado de una tienda de ropa sin iluminación
Varias personas caminan al lado de una tienda de ropa sin iluminaciónCarlos CastroEuropa Press

Mientras toda España habla sobre la temperatura del aire acondicionado y el uso de la corbata, las importaciones de gas de Rusia han aumentado un 15% en los primeros siete meses de 2022. Al mismo tiempo, las compras de gas de Argelia han caído un 42% en el mismo periodo. El Gobierno de Sánchez debería dimitir en pleno por crear una crisis diplomática con nuestro mayor suministrador de gas, Argelia, y con ello disparar las importaciones de gas ruso. España no había tenido un problema de suministro con Argelia en cinco décadas, a pesar de todo tipo de conflictos geopolíticos, hasta que los genios de la Moncloa decidieron dinamitar la neutralidad en la disputa del Sáhara pensando que Argelia no haría nada. «Jugada maestra» lo llamaron. Un desastre, en la realidad. Pero el malo es usted por cuestionar las medidas anunciadas y la Comunidad de Madrid es «la aldea gala de Putin» en palabras de la ministra Raquel Sánchez. Increíble.

No se ha presentado ningún informe técnico ni información de análisis económico o de impacto en el mix energético de las medidas. Simplemente se imponen, y usted, a callar. Es una vergüenza que el gobierno esté acusando a empresas y comunidades autónomas de no querer ahorrar cuando sus medidas no tienen ningún sentido técnico ni energético mientras pone en peligro por primera vez en cincuenta años el suministro de nuestro principal socio en gas, Argelia.

Veamos los datos. España consume unos 32 bcm (miles de millones de metros cúbicos) de gas natural, menos del 10% de la demanda mundial que supone más de 4.000 bcm, según la IEA. Reducir el consumo por decreto tiene impacto en las familias y empresas de España, pero ninguno en el mercado de gas y la posición comercial de Rusia. Limitar el consumo y la iluminación no supondrá ni un 0,8% de la demanda mundial de gas natural. Es peor, solo el aumento de demanda estimado de Asia se «come» todo el supuesto impacto de las medidas de la Unión Europea.

Tampoco hay un problema de almacenamiento de gas. El almacenamiento de gas natural en Europa está al 70,9% y por encima de la media estacional de cinco años, según Bloomberg y Morgan Stanley. En el caso de España, ya llega al 80%, meses antes de lo que recomendaba la Unión Europea.

Y no, no es un problema de dependencia. España tiene mayor diversificación de suministro de gas natural que la mayoría de países de nuestro entorno y amplia disponibilidad de Estados Unidos, Nigeria, Qatar, Dubai...

España, además, no puede solventar los problemas de suministro de gas del resto de Europa. España sólo tiene dos interconexiones con Francia, por Larrau (Navarra) y por Irún (Guipúzcoa), que permiten entregar unos 8 bcm anuales de gas, mientras que con el Midcat se podría llegar a 17 bcm. Las importaciones de Rusia de Europa son 150 bcm. El Gobierno de Sánchez toma medidas como si el resto del mundo no existiera.

El superávit comercial de Rusia se ha triplicado en un año, hasta a 167.000 millones de dólares, según publica Bloomberg. Un récord histórico, y eso con la demanda de gas de la UE está cayendo un 10%. Las exportaciones a Asia se han disparado y Rusia vende al resto del mundo todo el petróleo, gas y carbón que puede exportar. Pero aquí dicen que van a combatir a Putin apagando el aire y la luz... En un país que es menos de un 10% de la demanda mundial de gas natural.

El comercio de China con Rusia en los primeros siete meses de 2022 aumentó un 29% interanual, a 97.710 millones de dólares. Solo en julio, las importaciones de China desde Rusia ascendieron a 10.000 millones de dólares.

¿Qué es lo que debería hacer un país que quiera reducir sus importaciones de gas de Rusia? Primero, no crear un conflicto diplomático con su mayor suministrador de gas. Segundo, no mantener el cierre de las centrales nucleares. Tercero, no poner un impuestazo arbitrario a los que invierten en energía. Cuatro, diversificar y mejorar sus fuentes de suministro global con acuerdos bilaterales a largo plazo con los productores, no decirles que no va a usar su producto dentro de ocho años pero que le vendan barato hoy. Y quinto, incentivar la inversión en tecnología y en recursos naturales propios, no prohibir el desarrollo de nuestras propias reservas de gas.

Las medidas impuestas por el Gobierno no son de eficiencia energética, son de control. Son solo una excusa para distraer la atención de los graves problemas económicos a los que se enfrenta España y, posteriormente, como se hizo en el pasado, usar esto como excusa y chivo expiatorio para decir que los malos datos de recuperación española se deben a las medidas de ahorro que ni ahorran ni solucionan nada.