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Presupuestos

El irresistible poder del gasto

El gran mantra de todos los Gobiernos –y todavía más de este– es gastar y gastar y, por supuesto, convencer a los ciudadanos que se hace un esfuerzo enorme por aumentar el gasto social

Adam Smith (1723-1790), el de «La riqueza de las naciones», defendía que «el único presupuesto bueno es el presupuesto equilibrado». El padre del liberalismo moderno no es muy popular en la Moncloa, ni tampoco entre sus socios, ya sean de Gobierno o parlamentarios. Tampoco es algo nuevo. Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda en tiempos de Mariano Rajoy, contaba divertido –aunque el asunto no tenía mucha gracia– que «no he convencido a nadie de las virtudes de no gastar». Tampoco está claro si lo intentó mucho. María Jesús Montero, su sucesora al frente del fisco, no parece que lo haya intentado y mucho menos ahora. El próximo año es año electoral y el gran mantra de todos los Gobiernos –y todavía más de este– es gastar y gastar y, por supuesto, convencer a los ciudadanos que se hace un esfuerzo enorme por aumentar el gasto social. El poder es gastar.

El acuerdo alcanzado de madrugada, como reza la liturgia, entre el Gobierno de Pedro Sánchez y el de Yolanda Díaz, para dar luz verde a los Presupuestos de 2023 responde –por lo que se conoce hasta ahora– a los objetivos de gastar más, todo lo posible, y decir que se profundiza en el gasto social. Por supuesto, en ningún caso se contempla la posibilidad de presentar unas cuentas equilibradas o encaminadas a ello. Los grandes números parten del mayor techo de gasto de la historia, más de 198.000 millones de euros, justificados por la contribución de unos fondos europeos tan deseados como esperados. Todo, con una previsión de crecimiento del 2,1% para 2023, seis décimas menor que en los cálculos anteriores. Eso significa que solo al final de 2023, si no se tuerce nada, España recuperará la situación económica que tenía antes de la pandemia.

Yolanda Díaz ha dicho que «son cuentas públicas que aportan certidumbres», pero nadie lo garantiza, sobre todo porque con un 10% de inflación en la Unión Europea y más alta en Alemania, las incertidumbres económicas y monetarias –los tipos de interés subirán durante un largo periodo– se multiplican. Cicerón, hace dos mil años, también pensaba que el Presupuesto debía equilibrarse. Quizá tampoco sea muy popular en la Moncloa como Adam Smith. El irresistible poder del gasto.

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