Opinión

Juan Velarde: In memoriam

Fue un gran economista, reconocido nacional e internacionalmente, y excepcional humanista

Juan Velarde
Juan VelardeCipriano PastranoLa Razón

Ha muerto Juan Velarde, un excepcional profesor de Economía, un gran maestro y un extraordinario amigo. Una persona dotada de grandes sentimientos de afecto hacia los suyos. Verdaderamente notable. Su perfil intelectual y económico es tan conocido que quizás no valga la pena repetirlo.

Gran economista, reconocido nacional e internacionalmente, excepcional humanista, con inmensos conocimientos sobre economía e historia, dotado de una profunda y apasionada humanidad, ejemplo de honradez personal e intelectual, doctor honoris causa por múltiples universidades, autor de cientos de libros y colaboraciones en revistas especializadas y en prensa diaria, con la extraordinaria ayuda de su hija Paloma, un hombre a quien había que leer todos los días y de cuyas palabras se escuchaban siempre sensatas opiniones y acertados consejos.

Los que firmamos esta necrológica fuimos muy amigos suyos y coincidimos en multitud de ocasiones – conferencias, reuniones, foros, etc- no solo presencialmente, sino intelectualmente. Coincidimos con sus ideas, análisis, juicios, valoraciones, diagnósticos y soluciones. Defendió la libertad de mercado, investigó todo… y con prudencia y acierto. Exigió siempre, hasta sus últimos momentos el máximo rigor en las cuentas públicas y eso le hizo llegar a ser consejero del Tribunal de Cuentas durante años. Tuvo un papel singular al lado de Enrique Fuente Quintana en los Pactos de la Moncloa. Era un gran hombre y un economista de vocación y de excepción. Con él hemos vivido horas extraordinarias de la vida económica y política española. Incluso como alumnos suyos en la universidad y en múltiples foros de opinión. Fue nuestro maestro, gran maestro, además de entrañable amigo.

Fue un gran economista y un excepcional humanista

Sí, coincidimos en nuestras vidas, en numerosas conferencias, sesiones, foros, siempre volcados en la economía española y en muchas ocasiones en la economía agraria, por la que él sentía una gran pasión al ser un gran discípulo de Jovellanos, otro gran asturiano como él. Y recibió numerosos premios, los de máxima categoría. Merecidamente. Y siempre con inmensa humildad.

Coincidimos también en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, de la cual era vicepresidente, representando allí a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Luchó por ella y por sus afanes durante décadas. Fue siempre un honor contar con él y disfrutar de sus opiniones y consejos.

Coincidimos en los cursos de la Granda, año tras año, lo que nos llevaba a profundos e interesantes debates no solo en las aulas, sino más aún en las tertulias que se organizaban antes y después de las cenas en aquel lugar tan entrañable al que Juan dio vida año tras año, verano tras verano.

Fueron también especialmente intensas las relaciones tejidas como Premios Rey Jaime I de Economía, que éramos los tres, en nuestras reuniones y viajes a Valencia, y en nuestras intensas y profundas conversaciones con Santiago Grisolía, otro gran intelectual, cuya labor en favor de la ciencia, la cultura, la economía y la vida valenciana nunca serán suficientemente agradecidas. Siempre ayudados eficazmente por Elena Bendala.

Hace muchos años la Generalitat de Valencia nos encargó a un grupo de economistas, todos premios Rey Jaime I de Economía, llevar a cabo un estudio sobre la financiación autonómica y su sistema, lo que hicimos en 2013,Juan Velarde, José Barea, Pedro Schwartz y los dos que firmamos estas líneas. Desgraciadamente, las conclusiones de aquel estudio y sus propuestas para crear un nuevo sistema de financiación autonómico nunca se llevaron a efecto.

Nos unió también a los tres nuestra común pasión por la economía rural y agraria, por la necesidad de los regadíos, por Jovellanos y Costa, por la modernización de los campos, lo que llevó a la «Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos», de la Universidad Politécnica de Madrid, a nombrar Ingenieros Agrónomos de Honor, a los profesores Velarde y Tamames, así como al gran jurista, Alberto Ballarin. Sí, Juan fue también un gran agrarista y una de sus últimas obras está consagrada a los agraristas desde Jovellanos a hoy.

Hemos visto a lo largo de muchos años a Juan Velarde, subir, ascender los peldaños de sus profundas creencias cristianas, de su vida física e intelectual con fuerza, sin desfallecimiento alguno, con entusiasmo y con pleno equilibrio. Escucharle era una muestra de buen juicio. Desgraciadamente, hace unos días, cuando subía una malhadada escalera en su propia casa, la que le llevaba a las estanterías donde estaban sus libros, siempre sus libros, esa fuerza y ese equilibrio se quebró definitivamente, cayendo de la escalera de su casa y de la vida. Buscaba, como no, un libro, el último… y encontró la muerte. Ese libro debía haberse titulado La muerte buscando la sabiduría…

Dios te tenga en su gloria querido profesor, maestro y amigo, querido Juan. Rezaremos por ti. Y por tu mujer, tu hijo e hijas. Y te lloraremos desde la nostalgia, la melancolía y la dura pena de tu ausencia. Nos vas a faltar siempre.