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Opinión

La deuda pública y "los jodidos vendedores de bonos" que dirigen el mundo

El mundo que acumula 100 billones de deuda pública y 318 si se suma también la privada

La revolución Trump y sus enloquecidas medidas han provocado un terremoto en los mercados de deuda Mehmet EseDPA vía Europa Press

Jean François Revel (1924-2006), uno de los grandes críticos del totalitarismo del siglo XX, iniciaba su libro «El conocimiento inútil», en 1988, antes de la caída del muro de Berlín, con una frase lapidaria: «La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira». Ahora tendría que añadir a la deuda pública que, sin ir mamás lejos, ya ha logrado en varias ocasiones que Donald Trump cambie sus plantes, en teoría de forma provisional. Luego, ya se verá. No es nuevo. En 1993, cuando Bill Clinton accedió a la presidencia tras vencer en las urnas a George Bush padre, también tropezó con la deuda. Bob Woodward, uno de los dos periodistas –el otro fue Carl Berstein– que destaparon el escándalo Watergate, lo contó en su libro «La agenda». Afirma que el entonces inquilino de la Casa Blanca preguntó a sus asesores: «¿Me decís que el éxito de mi programa y de mi reelección depende de un grupo de jodidos vendedores de bonos –bunch of fucking bond traders–?»

Ahora los bonos y sus vendedores influyen, quizá más que nadie, en los gobiernos y condicionan las políticas. La deuda dirige el mundo. Los datos son elocuentes. El importe del total de la deuda pública mundial asciende a 100 billones de dólares y sigue en aumento. De esa cifra, 36,2 billones corresponde a Estados Unidos, que paga alrededor de un billón en intereses todos los años. Por su parte, la deuda pública española es de 1,6 billones de euros –1,76 billones de dólares–, por la que hay pagar unos 35.000 millones anuales en intereses. Las deudas, no obstante, no acaban ahí. Toda la deuda mundial, pública y privada, alcanza la inimaginable cifra de 318 billones de dólares. Es decir, la deuda controla y dirige el mundo.

Todos los gobiernos se financian con deuda y, con frecuencia, como ocurre en España, digan lo que digan Pedro Sánchez o José Luis Escrivá, las pensiones, entre otras cosas, se pagan con deuda. Los gobiernos emiten bonos que venden para obtener recursos. Si las previsiones indican que la economía de un país tendrá dificultades, los bonos –a un plazo de 10 años, que es la referencia principal– valen menos y, por lo tanto, hay que pagar más –intereses– para colocarlos y obtener los recursos necesarios. Al contrario, cuando los bonos valen más, suben de precio, hay que abonar menos intereses para colocarlos.

La revolución Trump y sus enloquecidas medidas han provocado un terremoto en los mercados de deuda. La deuda estadounidense ha perdido la triple AAA, la máxima calificación que conceden las agencias de rating, y al gobierno americano le resulta más caro financiarse. Con un déficit disparado, la administración USA no tiene más remedio que hacer algún guiño a los mercados para no colapsar. «A río revuelto, ganancia de pescadores», dice un refrán español. También se podría aplicar al mercado de deuda, en donde ocurren cosas sorprendentes. «Italia, Grecia y España emergen como ganadores en el mercado de bonos», titulaba esta semana el diario Financial Times, que también incluía en el grupo a países como Irlanda y Portugal, todo ellos considerados en la Gran Recesión como «Piigs». Italia apenas tiene que pagar 0,9 puntos porcentuales más que Alemania para colocar sus bonos, mientras que España se endeuda a un coste inferior al de Francia, la segunda mayor economía de la eurozona, y apenas abona 0,6 puntos más que la gran potencia germana, en horas bajas, el gran dolor de cabeza del nuevo canciller Friedrich Merz.

No obstante, algunos «vendedores de bonos» advierten de que los muy elevados volúmenes de deuda de los países del sur de Europa –Italia, Grecia y España– pueden volver a generar dudas sobre su solvencia. Gordon Shannon, gestor de fondos de Twenty Four Asset Management, apunta en el Financial Times que bastantes inversores confunde «el bosque con los árboles al pensar que el lugar para capear el creciente foco en la debilidad fiscal son los gobiernos más endeudados de Europa». El Banco Central Europeo (BCE) que preside Christine Lagarde, sin embargo, cree que la zona euro debe aprovechar las incertidumbres sobre Estados Unidos para que los activos en euros –y los deseados por muchos eurobonos– tengan más protagonismo en los mercados de bonos. «Un activo seguro –en euros– debería aumentar su valor relativo durante los periodos de estrés y proporcionar servicios de cobertura esenciales», acaba de decir Philip R. Lane, miembro del Comité Ejecutivo del BCE en el Foro de Prestatarios Gubernamentales 2025, celebrado en Dublín. Quizá no sea evidente, pero como descubrió Clinton y como comprueba día a día Trump –que dice que es un asunto muy complicado–, la deuda es la fuerza que dirige el mundo, que diría ahora Revel.

El euro, el dólar y el oro como activos refugio en tiempos de incertidumbre

El uso internacional del euro se mantuvo estable en 2024 y representó el 20% de las reservas oficiales de divisas, solo por detrás del dólar, según un informe del Banco Central Europeo que preside Christine Lagarde, que defiende que «respetar el estado de derecho sigue siendo esencial para mantener y aumentar la confianza mundial del euro». Al mismo, el oro se ha convertido en el segundo activo de reserva mundial con un 20%, por detrás del dólar, 46% y, por delante del euro, 16%.

Más del 30% de la inversión en España se destina a actividades inmobiliarias

La inversión productiva en España ha mostrado un crecimiento débil desde la pandemia, a pesar del dinamismo de la economía en los últimos años. En el primer trimestre de 2025 la inversión era solo un 4% superior a la de 2019, según el indicador semanal del Círculo de Empresarios, que también precisa que en 2022 –fecha de los últimos datos disponibles– de los 311.00 millones que se invirtieron en España, la mayor parte, el 30% se destinaron a actividades inmobiliarias.